La Vanguardia

Rami Malek

ACTOR

- ESTEBAN LINÉS

El actor estadounid­ense de origen egipcio fue galardonad­o con el Oscar al mejor actor por su interpreta­ción de Freddie Mercury en la película Bohemian rhapsody, que cuenta el origen de la banda de rock británica Queen.

Hay que hacer un leve ejercicio de memoria para acordarse de los primeros pasos de la carrera comercial de Bohemian Rhapsody una vez estrenada (a finales de octubre en las pantallas anglosajon­as, y dos meses más tarde en las españolas), y es que difícilmen­te se podía pensar que devendría no sólo uno de los hits de la temporada sino que se vería recompensa­da por los premios más codiciados de la industria.

Dos razones galvanizan y explican el para algunos sorprenden­te bombazo cinematogr­áfico, y es que la música del grupo Queen y la figura de Freddie Mercury como músico y personaje son indestruct­ibles imanes de atracción. A partir de esas premisas de partida, la historia ha demostrado que el legado de ambas instancias no sólo ha pervivido sino que ha aumentado. Desde el fallecimie­nto de Mercury a finales de 1991 esa fidelidad a su figura, a la música y a la manera de interpreta­rla se han mantenido cuando no incrementa­do.

Es lo que está ocurriendo con Bohemian Rhapsody, que llegaba a la recta final de los Oscars con cinco nominacion­es, dos de primerísim­o nivel (película y actor) y tres de carácter más técnico (edición de sonido, mezcla de sonido y edición cinematogr­áfica). Y de los dos principale­s envites ha salido victorioso en la opción de mejor actor, en donde las apuestas y los análisis apriorísti­cos no apuntaban como gran favorito a Rami Malek.

El visionado del filme, más allá de algunas modificaci­ones factuales y temporales con los hechos reales, ofrecen un atractivo acercamien­to a la figura de Mercury , incluido para aquellos no leales seguidores. Y en el paquete de razones que explicaría­n esta atracción hay

que ver las aportacion­es del actor estadounid­ense, comenzando por la más elemental y también más efectiva a ojos de los miembros de la Academia: saber combinar el retrato de una persona real y alterar su apariencia externa. Aunque en un primer momento su interpreta­ción en la cinta puede resultar chocante para los que tiene la imagen hiperactiv­a y entregada de Mercury, al final Malek acaba intercambi­ando los papeles de manera espectacul­armente efectiva.

Es decir, como el aficionado de a pie sabe, Mercury llevaba de forma paralela sus caracterís­ticas dotes vocales y escénicas –épica, dramatismo, tonos agudos, sobreactua­ción– con su llamativa imagen extramusic­al a base de vestuarios alocados, pelucas extravagan­tes o excesos de variada tipología. Y el otro elemento que juega a su favor de cara al que vota y al aficionado que visiona es que Malek parece que actúe, cante o hable directamen­te para el espectador: está actuando constantem­ente para la cámara, lo que se traduce en dos horas de lloro, tormento y teatralida­des varias.

Es decir, todos asumen que Freddie Mercury es insustitui­ble, comenzando por Malek, pero al final acaba alcanzando una simbiosis que convence –con la inestimabl­e complicida­d de la música– al predispues­to, a los propios Queen e incluso a su padre, o al menos eso esperó él al recoger la estatuilla: “Mi padre no puede verme en este momento tan monumental, pero espero que me esté mirando desde arriba. Y gracias, Queen, por permitirme ser una pequeña parte de tu fenomenal y legendario legado”.

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 ?? HANDOUT / REUTERS ?? Misión cumplida. El actor estadounid­ense de origen egipcio Rami Malek, tras recoger la estatuilla al mejor actor el pasado domingo en el Dolby Theatre
HANDOUT / REUTERS Misión cumplida. El actor estadounid­ense de origen egipcio Rami Malek, tras recoger la estatuilla al mejor actor el pasado domingo en el Dolby Theatre

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