Rami Malek
ACTOR
El actor estadounidense de origen egipcio fue galardonado con el Oscar al mejor actor por su interpretación de Freddie Mercury en la película Bohemian rhapsody, que cuenta el origen de la banda de rock británica Queen.
Hay que hacer un leve ejercicio de memoria para acordarse de los primeros pasos de la carrera comercial de Bohemian Rhapsody una vez estrenada (a finales de octubre en las pantallas anglosajonas, y dos meses más tarde en las españolas), y es que difícilmente se podía pensar que devendría no sólo uno de los hits de la temporada sino que se vería recompensada por los premios más codiciados de la industria.
Dos razones galvanizan y explican el para algunos sorprendente bombazo cinematográfico, y es que la música del grupo Queen y la figura de Freddie Mercury como músico y personaje son indestructibles imanes de atracción. A partir de esas premisas de partida, la historia ha demostrado que el legado de ambas instancias no sólo ha pervivido sino que ha aumentado. Desde el fallecimiento de Mercury a finales de 1991 esa fidelidad a su figura, a la música y a la manera de interpretarla se han mantenido cuando no incrementado.
Es lo que está ocurriendo con Bohemian Rhapsody, que llegaba a la recta final de los Oscars con cinco nominaciones, dos de primerísimo nivel (película y actor) y tres de carácter más técnico (edición de sonido, mezcla de sonido y edición cinematográfica). Y de los dos principales envites ha salido victorioso en la opción de mejor actor, en donde las apuestas y los análisis apriorísticos no apuntaban como gran favorito a Rami Malek.
El visionado del filme, más allá de algunas modificaciones factuales y temporales con los hechos reales, ofrecen un atractivo acercamiento a la figura de Mercury , incluido para aquellos no leales seguidores. Y en el paquete de razones que explicarían esta atracción hay
que ver las aportaciones del actor estadounidense, comenzando por la más elemental y también más efectiva a ojos de los miembros de la Academia: saber combinar el retrato de una persona real y alterar su apariencia externa. Aunque en un primer momento su interpretación en la cinta puede resultar chocante para los que tiene la imagen hiperactiva y entregada de Mercury, al final Malek acaba intercambiando los papeles de manera espectacularmente efectiva.
Es decir, como el aficionado de a pie sabe, Mercury llevaba de forma paralela sus características dotes vocales y escénicas –épica, dramatismo, tonos agudos, sobreactuación– con su llamativa imagen extramusical a base de vestuarios alocados, pelucas extravagantes o excesos de variada tipología. Y el otro elemento que juega a su favor de cara al que vota y al aficionado que visiona es que Malek parece que actúe, cante o hable directamente para el espectador: está actuando constantemente para la cámara, lo que se traduce en dos horas de lloro, tormento y teatralidades varias.
Es decir, todos asumen que Freddie Mercury es insustituible, comenzando por Malek, pero al final acaba alcanzando una simbiosis que convence –con la inestimable complicidad de la música– al predispuesto, a los propios Queen e incluso a su padre, o al menos eso esperó él al recoger la estatuilla: “Mi padre no puede verme en este momento tan monumental, pero espero que me esté mirando desde arriba. Y gracias, Queen, por permitirme ser una pequeña parte de tu fenomenal y legendario legado”.