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La presentación del anteproyecto de las cuentas de la Generalitat, y la decepción de las víctimas de abusos sexuales ante la clausura de la cumbre en el Vaticano sin la adopción de medidas concretas.
EL Consell Executiu ha aprobado el anteproyecto de presupuestos de la Generalitat para el 2019. Incluyen un importante aumento del gasto social, que recupera los niveles de antes de la crisis, y cumplirán por tercer año consecutivo los objetivos de reducción del déficit público. Estos son los aspectos económicos más relevantes que presentó ayer en rueda de prensa el vicepresidente de la Generalitat y conseller de Economia i Hisenda, Pere Aragonès.
La otra principal novedad es la estrategia adoptada por el Govern para la gestión presupuestaria. De entrada, hay que aplaudir el compromiso con la transparencia que asume la Generalitat al poner a disposición de los ciudadanos todo el anteproyecto de presupuestos, a través de una web especial creada al efecto, para que puedan informarse directamente, consultarlo y, en su caso, realizar sugerencias y propuestas a los diferentes grupos parlamentarios para que las puedan incorporar en los trámites parlamentarios.
Por otro lado, en cambio, la decisión del Govern de la Generalitat de no presentar su proyecto de presupuestos al Parlament de Catalunya si previamente no tiene la garantía de un suficiente respaldo político para su aprobación merece una reflexión más profunda, pues intenta sortear la ley de Finanzas de la Generalitat, para no tener que disolver el Parlament y convocar elecciones en el caso de que los presupuestos fueran rechazados, tal como le ha sucedido al Gobierno de Pedro Sánchez.
En palabras de Aragonès, hay un bien superior que justifica dicha estrategia y es la necesidad de contar en Catalunya con instituciones fuertes en la difícil situación política por la que atraviesa el país. Pero, a nuestro juicio, sucede lo contrario: las instituciones se debilitan y la democracia se deteriora si no se respeta el cumplimiento de las leyes y de la tradición parlamentaria. Eso es algo que no debería suceder bajo ningún concepto.
Catalunya vive con presupuestos prorrogados desde el 2017. Esto de ninguna manera es bueno para garantizar un buen funcionamiento del país y, sobre todo, para la adecuada planificación y ejecución de las políticas que necesita para su progreso y bienestar. En este sentido, hay que destacar, al margen de la crítica anterior, el llamamiento que hace Aragonès al conjunto de los grupos parlamentarios para que, por responsabilidad ante el país, acepten negociar, y en su caso aprobar, una vez introducidas las enmiendas correspondientes, el proyecto de presupuestos de la Generalitat. No es momento de someter a tácticas partidistas de corto recorrido, ante la inminencia de las próximas citas electorales, el destino de un proyecto fundamental para ciudadanos y empresas como es el de presupuestos de la Generalitat. No sería buena para nadie una nueva prórroga. De ahí que hagamos nuestro el citado llamamiento a todos los grupos parlamentarios para que hagan un esfuerzo de negociación que permita sacar adelante las cuentas públicas de Catalunya. Sería un paso importante de cara a la normalización de la vida política y económica.
El anteproyecto de presupuestos de la Generalitat presentado ayer no cuenta con los 2.400 millones de euros que habría recibido de los presupuestos del Estado en caso de haber sido aprobados, cosa que no pudo ser por el rechazo de los partidos independentistas catalanes. Ahí se perdió una gran oportunidad para mejorar la vida de los ciudadanos de Catalunya que, sin duda, pasará factura. Pero ahora no se debería perder la oportunidad de mejorar la sanidad, la educación, la asistencia social y la seguridad con los 1.700 millones de incremento del gasto –un 7% más– que prevé el anteproyecto de presupuestos conocido ayer.