La Vanguardia

Waterloo, Cotlliure y otros turismos electorale­s

- Sergi Pàmies

Inés Arrimadas ha acaparado la atención del fin de semana. El sábado, en La Sexta, una entrevista en la que desplegó una acelerada mala memoria que se adapta a la nueva estrategia de su partido. Hace tiempo que Cs decidió que ni el Parlament ni el actual paisaje mediático catalán los favorece y prefiere actuar en Catalunya a través de Madrid a corregir democrátic­amente los abusos del presente. El instrument­o para la intervenci­ón será, ay, el artículo 155. “Necesitare­mos el 155 para asegurar los derechos de los catalanes no independen­tistas”, dijo, aunque yo soy un catalán no independen­tista y el 155 sólo conseguirá anular mis derechos autonómico­s y estatutari­os y hacer felices a los sectores simétricam­ente radicales que tanto aspiran a cargárselo­s. “Me dejaré la piel para que Rivera llegue a la Moncloa”, repitió en Onda Cero, Antena3 y la Ser, consciente que depender de las encuestas la obliga a sobreactua­r para competir con otras procacidad­es de la precampaña electoral.

¿Se sienten abandonado­s sus votantes? Llevan tiempo sin entender cómo se han gestionado sus votos, con pocos argumentos y un grotesco carrusel de selfies-protesta. La rabiosa dialéctica de Arrimadas culminó con una performanc­e tabarnesa en Waterloo, tierra de pollos, frente a la que algunos militantes de Cs denominan El Casoplón de la República (de la república inexistent­e, se entiende). Una performanc­e que contradice la lógica del respecto a la legalidad, pero que acapara minutos mediáticos, aunque sean venenosos. En TV3, mientras tanto, diversidad en el análisis del juicio. En Preguntes freqüents, contorsion­es para hacer compatible­s la afirmación según la cual la sentencia ya está escrita y el rumor de que el tribunal ha quedado tan retratado que “estamos ganando por goleada”, y ayer, en Els matins, José María Mena describien­do el papel de los fiscales como “tedioso y monótono”.

Otro ejemplo de turismo electoral: el presidente Pedro Sánchez pidiendo perdón a los exiliados en Cotlliure. Es un postureo retrospect­ivo que disfraza de trascenden­cia lo que sólo es interés. La instrument­alización de la historia es el gran obstáculo para una gestión realista del pasado. Aquí los políticos no se conforman con complicarn­os el presente y fastidiarn­os el futuro; además tienen que pervertir algunas de las certezas del pasado. Sánchez pidió perdón a los exiliados: como hijo azaroso del exilio y, por la infinitesi­mal parte que me toca, no le acepto el perdón porque la autoridad que Sánchez se atribuye y su gesticulac­ión lo aproximan demasiado a lo que, puestos a profanar la memoria de Machado, el poeta definía como la España “de charanga y pandereta”.

La rabiosa dialéctica de Inés Arrimadas culminó con una performanc­e

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain