Sin nombre de mujer
Yo quería hablar de una directora de fotografía, Rachel Morrison. No ganó el Oscar a la mejor dirección de fotografía en el 2018. Su trabajo en Mudbound era soberbio y mereció el premio del Círculo de Críticos de Cine de Nueva York. Pero si lo hubiera ganado, habría sido literalmente un milagro numérico. Ha sido la única mujer en todos los tiempos, y ya van 91 ediciones de los Oscars, en estar nominada en esa categoría. Yo deseaba contaros que tan sólo una mujer, Kathryn Bigelow, ha ganado el Oscar a mejor dirección. Otro milagro ya que en toda la historia de estos galardones sólo han sido nominadas cinco mujeres en esa categoría.
Deciros que han pasado 21 años desde que Anne Dudley –por Full Monty– ganó el Oscar a mejor banda sonora. Trece años desde que una mujer ganó al mejor guion adaptado, Diana Ossana por Brokeback Mountain. Sólo tres mujeres en la historia han recibido una nominación por efectos visuales, aunque tienen un buen récord, pues dos de las tres nominadas ganaron. Y así hasta hoy. Desde entonces sólo han ganado hombres.
Como casi siempre, este año tampoco ha habido mujeres nominadas en dirección. No estamos en montaje, ni música o efectos visuales. Parece que para Hollywood no existimos.
Eso sí, de los once productores de Green Book, la película ganadora del Oscar este año, una era mujer.¿Será que no existen mujeres interesadas en estas profesiones? ¿Acaso no están llenas de mujeres las escuelas de cine? Debemos de ser muy torpes a la hora de iluminar y coger una cámara, o de componer una banda sonora o de escribir o dirigir una película. Quizá es algo genético.O quizá no.
El cine, como todo, no es más que un reflejo de la sociedad. Desde hace años hay más mujeres matriculadas en estudios de grado y superan a los hombres entre los titulados. En el curso 2016-17 las universitarias eran el 55% frente al 45% de los hombres. Pero las mujeres tituladas, a pesar de sacar mejores medias en titulaciones y notas, a cambio reciben más paro, trabajos más precarios y también peores sueldos.
Yo quería hablar de todo eso, pero cuatro cosas me han hecho cambiar de opinión:
La gran frustración que nos produce que Roma, esa maravillosa obra maestra, no haya ganado a la mejor película y dar así algo qué pensar a Trump.
La frase maravillosa de Javier Bardem, y además, en español: “No hay muros que frenen el talento”.
Que el gran Sorogoyen, nuestra apuesta a mejor cortometraje, no se haya traído a España la estatuilla (corred a ver Madre, no es un cortometraje, es un estilete).
Y por último, la gran olvidada por los medios, la única española nominada en esta edición: Nuria González Blanco, la productora del precioso cortometraje de animación Late Afternoon. Se vuelve a Granada con las manos vacías pero el corazón lleno.
Estoy segura de que seguirá produciendo películas y ayudará a que haya más mujeres el año que viene en los Oscars.
Debemos de ser muy torpes a la hora de iluminar, o de componer una música, o de escribir o dirigir una película