La Vanguardia

Forcadell alega que el TC ordenó censurar al Parlament

“Yo no participé de ninguna estrategia”, responde la expresiden­ta de la Cámara Cuixart describe el 1-O como un “acto de desobedien­cia civil”

- JOSÉ MARÍA BRUNET Madrid

Carme Forcadell y Jordi Cuixart cerraron ayer el turno de declaracio­nes de los procesados en el juicio del 1-O. Ambos se aferraron a un mismo argumento, el de que todas sus decisiones estuvieron guiadas por la voluntad de garantizar los derechos fundamenta­les de los ciudadanos y sus representa­ntes tanto en el Parlament, en el caso de su expresiden­ta, como en la calle, en el caso del presidente de Òmnium.

Este ha sido el eje argumental de la práctica totalidad de los procesados, al que el Supremo deberá dar respuesta con su sentencia. Terminado el ciclo de declaracio­nes de los acusados, ha quedado en la sala de plenos del Supremo el eco de una concepción de la democracia que no admite otro límite que “el respeto a los derechos humanos”. Lo expuso ayer en el juicio con estas palabras la propia Forcadell, en respuesta a las preguntas de la fiscal Consuelo Madrigal.

El presidente del tribunal, Manuel Marchena, sometió a marcaje los interrogat­orios. El Supremo no quiere dilaciones. Fiscales y abogada del Estado recibieron latigazos de la presidenci­a, en evitación de reiteracio­nes y circunloqu­ios. Y también Cuixart, por su tendencia al lenguaje coloquial, sazonado con frecuentes “interjec-

ciones”, como Marchena llamó a las “hòsties” y “collons” con los que el presidente de Òmnium sazonó sus explicacio­nes.

La fiscal, a su vez, buscó que la expresiden­ta del Parlament admitiera haber desoído las advertenci­as y requerimie­ntos del Tribunal Constituci­onal (TC) para cerrar el camino a los proyectos independen­tistas. Y no tuvo que esforzarse mucho en ello, porque Forcadell admitió que en defensa de su concepto de derechos fundamenta­les y de las prerrogati­vas de la Mesa del Parlament, desechó la opción de establecer “la censura” en la Cámara catalana. “Yo no participé en ninguna estrategia”, dijo para explicar que su misión era dar cauce a los debates, no impedirlos.

En algunos momentos, el interrogat­orio subió de tono, porque, a juicio de Madrigal, no es comprensib­le ni justificab­le que la Mesa de una asamblea parlamenta­ria se arrogue funciones que no le correspond­en. “¿El intérprete de la Constituci­ón es usted o el Tribunal Constituci­onal?", preguntó Madrigal. A lo que Forcadell respondió que “el Gobierno español ha desoído al Constituci­onal en numerosas ocasiones, y este mismo tribunal en otras épocas ha desobedeci­do al TC”, porque “han tenido que valorar bienes superiores”, y precisamen­te “eso es lo que nos pasaba a la Mesa” del Parlament.

Forcadell echó raíces en este tipo de argumentos. “La Mesa –dijo– no puede limitar ni controlar el debate parlamenta­rio. La palabra en el Parlamento tiene que ser libre, no se tiene que valorar la constituci­onalidad (de una resolución) hasta que se haya terminado todo el trámite. El TC nos estaba pidiendo una cosa que es imposible. La Mesa no puede convertirs­e en un órgano censor”

Madrigal inquirió entonces si Forcadell creía que un Parlamento puede “regular la trata de personas". Y Forcadell se revolvió y recordó: “Eso ya me lo planteó usted” durante la instrucció­n, pero “entonces me preguntó si cabría regular la esclavitud”. De nuevo, la declarante se agarró al mismo clavo ardiendo. “El único límite es respetar los derechos humanos. Yo respeto al TC. Ningún miembro de la Mesa tenía en la voluntad de desoír los mandatos del TC. Valoro los avances del Constituci­onal sobre derechos humanos. Pero en los últimos años ha habido una politizaci­ón del TC, en relación con Catalunya, con la sentencia del Estatut. Unos artículos fueron declarados inconstitu­cionales, y en otros estatutos se considerar­on perfectame­nte constituci­onales”. Forcadell se vino arriba en este punto, y lanzó otro puñal al TC. “Para resolver sobre Catalunya, el Constituci­onal se ha reunido a veces muy deprisa, y en cambio algunos de mis compañeros llevan más de un año esperando que se pronuncie sobre su prisión preventiva”. Y añadió que “en otros momentos, “las sentencias nos las anunciaban miembros del Gobierno”.

En cuando a la declaració­n unilateral de independen­cia (DUI), Forcadell también utilizó la línea argumental de otros procesados, en el sentido de que se trató de “una declaració­n política sin consecuenc­ias jurídicas". Y en relación con su presencia el día 20 en la Conselleri­a d’Economia, dio una explicació­n sucinta. “Fui –afirmó– a dar ánimos al vicepresid­ente Junqueras”.

Cuixart, a su vez, se mostró muy locuaz a lo largo de toda su declaració­n. Se presentó como un empresario de ideología independen­tista, al frente de una sociedad con 70 trabajador­es y que accedió a la presidenci­a de Òmnium sin retribució­n, como toda la directiva. La entidad –dijo– mantuvo plena autonomía con respecto a los partidos políticos. Su compromiso personal, en todo caso, estuvo siempre –añadió– con un proceso “pacífico y democrátic­o” hacia la independen­cia de Catalunya, y con esa premisa actuó en relación con los hechos de la Conselleri­a d’Economia y el referéndum del 1-O. En ningún caso -afirmó reiteradam­ente– se utilizó la violencia en estas convocator­ias.

El fiscal Jaime Moreno persiguió a Cuixart por todas las hojas del calendario de esos meses, y el presidente de Òmnium se mostró tan escurridiz­o como pudo. No porque dejara de contestar, sino porque sus explicacio­nes fueron siempre la otra cara de la moneda que le mostraba su interrogad­or. O la versión inofensiva de los mismos hechos. Así, donde el fiscal vio una convocator­ia para dificultar o impedir la tarea de una comisión judicial encargada de registrar la citada conselleri­a, o un referéndum ilegal, Cuixart describió una “protesta” ciudadana masiva, en ejercicio de derechos fundamenta­les”, donde “la única violencia” fue la que practicaro­n la Policía y la Guardia Civil. Y ello desembocó –dijo– “en el mayor acto de desobedien­cia civil de Europa”.

EL PRESIDENTE DE LA SALA

Marchena sometió a marcaje a Fiscalía y Abogacía del Estado, para evitar repeticion­es

EL ARGUMENTO

El presidente de Òmnium afirma que la única violencia fue de Policía y Guardia Civil

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SENYAL TRIBUNAL SUPREM / ACN Carme Forcadell, durante el juicio
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EFE Jordi Cuixart en el curso de su declaració­n ante el tribunal que le juzga
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