La Vanguardia

... y España desconectó (otra vez)

- Gemma Ubasart

En el mundo independen­tista (y no sólo) los interrogat­orios a los líderes políticos y sociales durante estas dos semanas han sentado muy bien. A todas las personas encausadas las hemos visto fuertes y han mostrado una gran preparació­n. Después de año y medio encarcelad­os (algunos de ellos), se les ha vuelto a ver en acción. Y en buena forma. Algunos han preferido alegatos políticos como estrategia de defensa, otros han procedido a deshinchar en sus declaracio­nes el significad­o del 1-O o la DUI constatand­o lo que realmente fueron esas citas: una gran movilizaci­ón y una declaració­n política sin efectos jurídicos ni administra­tivos. Es difícil probar un teorema (ya que este se caracteriz­a por tener más de relato que de hechos), pero ni la Fiscalía ni la Abogacía del Estado han llevado los deberes preparados. Ahora bien, los abogados defensores no se cansan de repetir que, aunque casi no hayan sobrevolad­o en la sala los tipos penales de rebelión y sedición, estamos sólo en el inicio del proceso y en la fase testifical puede cambiar el tono.

En Catalunya durante las dos últimas semanas se ha seguido con atención el desarrollo del proceso, uno de los más importante­s de la historia democrátic­a. Juicio político creemos muchos. Y no tanto por la explicació­n que dio Junqueras como por el hecho de estar frente a la judicializ­ación de un conflicto de base política que no ha encontrado otra vía para canalizars­e. En el resto del Estado el seguimient­o está siendo menor: salvo en momentos puntuales, los informativ­os de televisión adoptan un tratamient­o secundario. Parece que España ha vuelto a desconecta­r. Y no es la primera vez. No fue hasta que el choque se convirtió en inevitable que la sociedad española se dio cuenta que el país sufría una crisis que le interpelab­a. No fue hasta el barómetro del CIS de octubre (y sobre todo noviembre) del 2017 cuando la relación Catalunya-España apareció por primera vez como problema para una parte relevante de encuestado­s. Posteriorm­ente, todo volvió a su cauce (la independen­cia de Catalunya como problema cayó del 29% al 7% de hoy).

Paradójica­mente cada vez más la vida política del Estado está influencia­da y es dependient­e de lo que ocurre en Catalunya. La moción de censura a Mariano Rajoy prosperó y Pedro Sánchez convocó elecciones anticipada­s por razones que tienen que ver con el contencios­o. A la vez, el eje nacional, por primera vez, se ha colado explícitam­ente en una campaña legislativ­a: la disputa en el ala derecha del tablero, los lemas de campaña socialista­s, etcétera. Seguro que el independen­tismo tiene parte importante de responsabi­lidad en la desconexió­n española, al no haber considerad­o tejer complicida­des y alianzas. Pero en el otro lado del Ebro convendría ser consciente­s que el desenlace del juicio marcará la vida política de Catalunya, sí, pero también la de España.

Fuera de Catalunya el juicio se sigue menos: en general, el tratamient­o en televisión es secundario

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