4.000 socios más
Como si de un campo de fútbol se tratara, la gente aplaude, grita, reprueba y silba ante la pantalla gigante que Òmnium Cultural ha dispuesto delante su sede en Barcelona, en la calle Diputació. Con la calzada cortada por unas 250 sillas, los “hòsties ”yel“collons” del lenguaje coloquial de Jordi Cuixart de los espectadores se mezclan con los “sí, señor” y los “muy bien” para celebrar la intervención del presidente de la entidad. Pero también están los “burro”, los “zoquete” o los “madre de Dios” que dedican al fiscal. Expresiones que en un campo de fútbol se llevaría el equipo rival.
Los insultos también pueden reservarse al árbitro. No es así ante la pantalla gigante. Las cerca de quinientas personas incondicionales, de pie y sentadas, llegan incluso a aplaudir al juez Manuel Marchena cuando reprueba al fiscal, especialmente cuando Jaime Moreno insiste en preguntar al acusado si sabe que el 1-O, en la escuela Ramon Llull de Barcelona, hubo siete heridos entre los agentes de policía.
“Yo lo que sé es que hay diecisiete agentes investigados”. La gente aplaude a rabiar ante la respuesta de Cuixart. Es una de las intervenciones que denota claramente lo que el activista anunció hace meses: que no iría al juicio a defenderse, sino a acusar al Estado.
Hubo mucha ironía durante la comparecencia ante el Tribunal Supremo. Algunos ejemplos: el líder de Òmnium aclara a la acusación que los 500.000 euros en longanizas es para una botifarrada para el Doce de Octubre. Carcajadas en Barcelona.
¿Por qué se manifestaron el mismo 20 de septiembre y no esperaron un día, por ejemplo? “Hasta ahora desde los poderes del Estado no nos han indicado si tenemos que manifestarnos los lunes, los martes, los miércoles...”, replica Cuixart. Aplausos, risas y éxtasis.
“No me ha preguntado todavía si soy socio de la ANC”. Éxtasis 2.0 entre el público.
En cambio, los reunidos ante la pantalla se indignan cuando oyen en boca de la Fiscalía que los tuits se lanzan, y no se escriben. O cuando la acusación hurga en la creación
Ante la pantalla de Òmnium el público aplaude a rabiar la ironía de Cuixart y celebra que pase al ataque
de la web Cridademocracia.cat, porque la gente no entiende a santo de qué se le pregunta por eso.
A las doce del mediodía llega el descanso. Los bares hacen su agosto. Hay uno que en la pizarra exterior asegura que hace el café mejor que George Clooney. En otro, en el que hace esquina con Pau Claris, espera un limpiabotas, no con mucho éxito. “Voy a zamparme un bocadillo de aquellos de la Guardia Civil”, comenta un asistente en relación a los cinco bocadillos que la Fiscalía dice que los agentes policiales se vieron obligados a pedir que les trajeran al no poder salir del Departament d’Economia durante el registro del 20 de septiembre del 2017.
Luego continúa el interrogatorio con la gente mucho más relajada ante la pantalla. Los miembros de Òmnium muestran su satisfacción con la comparecencia de su presidente. Justo antes de finalizar el interrogatorio del fiscal, Cuixart vuelve a dar la vuelta a las preguntas para pasar al ataque: ¿Considera usted que hubo violencia el 1-O? “Por parte de los cuerpos policiales, sí”. “No hay más preguntas, señoría” y nueva ovación de los presentes delante la sede de Òmnium.
Por la tarde, la pantalla sigue emitiendo la comparecencia de Carme Forcadell. El interrogatorio a Cuixart deja por el camino unas 1.500 nuevas peticiones de alta a Òmnium. Con la presidenta del Parlament todavía declarando, la cifra sube hasta los 4.000, aseguran desde Òmnium.