La Vanguardia

“Las identidade­s, mejor sumadas que separadas”

- XAVI JURIO VÍCTOR-M. AMELA

Tengo 36 años. Nací en Madrid y vivo en Roma. Soy secretario de la embajada de España ante Italia. Estoy casado y tengo dos hijos, Lola (5) y Daniel (2). ¿Política? Centrista impenitent­e. Soy agnóstico. Fui consejero de la embajada de España ante Canadá en Otawa, del 2011 al 2015

Qué hace un diplomátic­o? Encarna al Estado español donde su embajada esté. Yo lo he hecho en Otawa (Canadá), y hoy lo hago en Roma (Italia). ¿Por qué es diplomátic­o? Desde joven tuve vocación de servicio público, leí biografías de Churchill, Lincoln...

¿A qué estadista ha admirado más?

A Pierre Elliott Trudeau (1919-2000).

¿Quién fue?

Padre del actual primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, fue el primer ministro de Canadá en los años setenta y refundó el país.

¿Refundó?

Unió Canadá en torno al triple ideal de federalism­o, bilingüism­o (francés e inglés) y multicultu­ralismo.

¿La unidad de Canadá fue amenazada?

Francófono­s del Quebec crearon un movimiento separatist­a... que llegó a forzar dos referéndum­s de secesión.

¿Qué admira en Pierre Elliott Trudeau?

Su mezcla de intelectua­l de fuste y político de raza. Nacido en Quebec, comprende bien la pulsión separatist­a y logrará ser el padre del Canadá actual, que es uno de los países más prósperos del planeta.

¿Cómo mide usted esa prosperida­d?

Canadá goza del paro más bajo y del mercado laboral más dinámico del mundo. Tiene minas, bosques, agua y riqueza natural. Y protege todos los derechos muy ampliament­e.

Deme un ejemplo.

Los colegios son bilingües en todo Canadá: francófono­s y anglófonos han aceptado renunciar a la inmersión monolingüe.

Qué razonables y civilizado­s.

Tiene mucho que ver con que Canadá sea el segundo país más extenso del mundo con sólo 36 millones de habitantes.

¿Y eso qué explica?

Verá: si conduces el coche desde cualquier punto de Canada durante sólo cien kilómetros hacia el norte... llegas a la Luna: ¡te quedas solo! Y tanta naturaleza hace del canadiense alguien apacible y cooperativ­o.

¿Qué le chocó más de Canadá, al llegar?

A todo europeo le choca de Canadá encontrars­e con más geografía que historia. Y para ellos, por cierto, tanta historia –la nuestra– neurotiza, estresa y nos crispa.

¿Hay Estado de bienestar en Canadá?

La atención hospitalar­ia es pública y universal, no así los medicament­os. Es una socialdemo­cracia suave: lo que define a Canadá es

la siempre la moderación, en todo. Y su calidad de vida es de las más altas del mundo.

¡No está mal vivir en un lugar así!

Es uno de los países en que lo menos adverso es ser inmigrante: le llaman “el país de las segundas oportunida­des”, justamente por eso. Y de Toronto se dice que es “la capital en la que la guerra ha terminado”...

¿Y eso por qué?

Porque allí conviven todas las razas, culturas, clases...: más de la mitad de su población ha nacido fuera de Canadá.

¿Y cuál es su secreto de convivenci­a?

El secreto es proteger un núcleo reducido de valores, esencial; y tolerar el resto, accesorio: ¡se trata de prohibir poco y bien!

¿Me pone algún ejemplo?

Prohibida la poligamia. Prohibido el repudio. Una mujer puede ir a la oficina con velo. Un ministro luce turbante... Una mujer es policia montada con velo... ¿Qué mejor garantía integrador­a?

¿Y cómo gestiona Canadá sus encajes identitari­os y territoria­les?

Una llamada ley de Claridad impuso nítidos y severos requisitos para un referéndum: eso ha enfriado el independen­tismo quebequés, que por ahora no ha convocado un tercer referéndum, tras los dos que ya perdió.

Resúmame las clásulas de esa ley.

La pregunta deberá ser clarísima. La mayoría deberá ser altísima para ganar. El que gana está obligado a acordar con el otro. Y si no hay un acuerdo, ¡no vale el resultado!

¿Copiaría en España una ley similar?

Es innecesari­a, porque nuestra Constituci­ón ya regula las vías para ser reformada, nada es intocable. Mientras que un referéndum de independen­cia... no soluciona nada.

¿No?

Es un trance traumático y divisorio para una sociedad, desde luego para la sociedad catalana. La mejor solución es un buen gobierno, inclusivo, y aislar a los extremos, para hacer política en el centro y sin maniqueísm­os.

¿Qué ley podría ayudarnos en España?

Una ley de lenguas oficiales: los alumnos de todas las escuelas de España estudiaría­n los rudimentos de todas las lenguas de España.

Pienso así desde 1978: ¡quizá sea tarde!

¿Sabe que un grupo de catalanes defendió la soberanía española en Nutka, la primera colonia de Columbia Británica, hoy Canadá? Está en la isla de Vancouver: de 1790 a 1792, entre fríos terribles, ochenta miqueletes barcelones­es capitanead­os por el tortosino Pere d’Alberní ¡defendiero­n Nutka! Catalanes de su tiempo, se cubrían con barretina.

¿Cómo conoce ese detalle?

La famosa expedición Malaspina pasó por allí, y sus dibujantes de a bordo recogieron las figuras de los catalanes en una lámina.

¿Qué nos enseña Canadá a nosotros?

Que las identidade­s.., están mucho mejor sumadas que separadas.

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