La Vanguardia

Fallece Arzalluz, líder del nacionalis­mo vasco más esencialis­ta

Fallece Xabier Arzalluz, que dirigió durante más de 20 años el PNV y representó su vertiente más soberanist­a

- JOKIN LECUMBERRI

Su formación en oratoria como sacerdote, un carácter público atronador y la vehemencia de sus ideales forjaron no sólo el discurso de Xabier Arzalluz Antia (Azkoitia, 1932), sino el del nacionalis­mo vasco de finales del siglo XX. Temible como rival en las tribunas y polémico ante los medios, el histórico presidente del PNV entre 1980 y 2004 fue demonizado en distintas etapas por ETA y, sobre todo, por la opinión pública española. Para unos, trabajó para el Estado; para otros, amparó a los terrorista­s. Ayer falleció a los 86 años.

Hijo de una costurera y un transporti­sta, la tradición carlista de su familia le marcó. Xabier, el menor de siete hermanos, siguió el camino de sus hermanos varones e ingresó en el Seminario de Durango para después pasar al de la Compañía de Jesús en Javier (Navarra). Fue al amparo de los jesuitas, en el noviciado del monasterio de San Salvador de Oña (Burgos), donde abrazó el nacionalis­mo tras sufrir el desprecio de sus compañeros cuando hablaba en euskera o evocaba su tierra. Licenciado en Derecho y profesor en Madrid y Bilbao, también estudió en Frankfurt y en Berlín, donde se especializ­ó en Derecho Político.

Ordenado sacerdote en 1963, su ruptura con los jesuitas fue la antesala de su entrada en el PNV en 1968, en el que se integró en sus estructura­s clandestin­as. Su único cargo público fue el de diputado y portavoz en el Congreso entre 1977 y 1979 y en 1980 pasó a dirigir el partido, una presidenci­a que, salvo el lapso 1984-1986, no abandonarí­a hasta el 2004.

Arzalluz sintetizó el carácter pragmático de la formación en Madrid y negoció los apoyos a los gobiernos de Felipe González y José María Aznar a cambio de transferen­cias y mejoras en el concierto. El pacto de Lizarra de 1998 entre fuerzas nacionalis­tas para negociar con ETA expuso sus tesis más soberanist­as, endurecida­s tras la ley de Partidos y la ilegalizac­ión de Batasuna. No temblaba a la hora apuntar a propios y extraños. En Lizarra señaló a los más escépticos del PNV con su estrategia: “Son los michelines del partido”.

La mayoría absoluta de Aznar, que pasó de aliado a “último godo que quiere dominar a los vascos”, reforzó un plan centrado en construir una acción nacionalis­ta a favor de la autodeterm­inación y respaldó con entusiasmo el plan Ibarretxe. De lengua rápida y sin ambages, sus opiniones sobre la “opresión” del Gobierno central, el RH negativo vasco –“si hay étnicament­e hablando una nación en Europa, es Euskal Herria”– o el Rey –“aunque le escriban los discursos, que los lea antes para no decir tonterías”– no pasaron nunca desapercib­idas. En su despedida, él mismo asumió haberse convertido en la “quintaesen­cia del mal” para la opinión pública del Estado.

Mención aparte merecen sus declaracio­nes y criticada ambigüedad ante “los de las pistolas”, que fue desde el “nunca

Rodeado siempre de polémicas, su ambigüedad ante los terrorista­s de ETA fue muy criticada

El líder ‘jeltzale’ negoció los apoyos a González y Aznar a cambio de transferen­cias y mejoras en el concierto

creí en sus razones” hasta el “no son delincuent­es porque matan por un ideal político”. La más recordada de su amplio repertorio, “unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces”, fue utilizada como arma arrojadiza contra el PNV. Arzalluz reiteró que con ella no se refería a ETA sino a Herri Batasuna. Polemista indomable, sus palabras le valieron ataques tanto desde Madrid y como de la banda, que en un boletín interno de 2006 le acusó de estadista al servicio de de España. “Como nacionalis­ta radical estoy cercano a ETA y la izquierda abertzale, pero yo soy demócrata: no quiero tener nada que ver con gente que quiere imponer su opinión con la violencia”, dijo.

En el 2004 se retiró y desde entonces apenas se le ha visto en actos públicos. Su lugar ha estado junto a la ría de Bilbao, dando paseos apoyado en un bastón que le acompañaba a todas partes, o en su caserío en Galdakao, en cuya huerta cultivaba árboles frutales. Casado y padre de tres hijos, Arzalluz forma parte ya del panteón jeltzale, junto a Sabino Arana o José Antonio Aguirre, el primer lehendakar­i.

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LUIS TEJIDO / EFE
 ?? LUIS TEJIDO / EFE / ARCHIVO ?? Xabier Arzalluz, expresiden­te del PNV, en un acto en Bilbao en abril del 2011
LUIS TEJIDO / EFE / ARCHIVO Xabier Arzalluz, expresiden­te del PNV, en un acto en Bilbao en abril del 2011

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