Calma en Cachemira
Pakistán ha anunciado la liberación del piloto indio capturado tras derribar su avión, en un intento de rebajar las tensiones bélicas con la India por el control de Cachemira.
Cuando la confrontación entre dos potencias nucleares se convierte en un partido de cricket, no debe sorprender que sea un profesional de dicho deporte quien exhiba mayores reflejos. El primer ministro Imran Jan, excapitán de la selección de Pakistán, se anotó ayer un punto al anunciar para hoy la liberación del piloto indio recién capturado.
Abhinandan Varthaman había saltado en paracaídas el día anterior, desde su MIG-21 en llamas, para caer en las brasas de la Cachemira bajo control pakistaní. “Es un gesto de buena voluntad”, declaró ayer Jan en el Parlamento, ante el tableteo de aprobación de los diputados. En India el clima es más bronco y escéptico, pero la deportividad de Imran Jan da algún crédito a su afirmación de que “este es otro Pakistán”.
India también es otra y ayer mismo el primer ministro Narendra Modi –que no quiso cogerle el teléfono a Jan– se refería oblicuamente a las escaramuzas aéreas y la mano extendida, en una entrega de premios a estudiantes de ciencias: “Vosotros tenéis la tradición del proyecto piloto. Pues bien, lo que acaba de pasar es un proyecto piloto y ahora toca el de verdad”. Ovación.
Hay indicios, en todo caso, de un respiro. Islamabad y Nueva Delhi siguen en alerta, pero los vuelos en India ya están normalizados y Pakistán reabre su espacio aéreo este mediodía. En cambio, la conexión ferroviaria entre ambos países ha sido suspendida.
Imran Jan tal vez sea el primer ministro que buscaba la cúpula militar de Rawalpindi, pero transmite la imagen de modernidad y laicismo que, mientras tanto, India ha ido perdiendo con Modi. Ese cambio de papeles, en pocos lugares tiene consecuencias tan dramáticas como en Cachemira. En el único estado indio de mayoría musulmana, hay quien piensa que la vida de una vaca ya vale más que la de un hombre. En 2015 el Tribunal Superior de Jammu y Cachemira restableció las penas, nunca antes aplicadas, de diez años de cárcel por sacrificar una vaca y un año de cárcel por estar en posesión de un bistec.
Setenta años después de provocar la primera guerra entre India y Pakistán, Cachemira sigue siendo una herida abierta, que ha lastrado el desarrollo de ambos países, emponzoñado el debate y deteriorado las instituciones. Está detrás de su carrera nuclear y
Los ministros de Exteriores de India y Pakistán se ven en Abu Dabi, invitados por la OCI
de presupuestos militares indecentes para la región del mundo que concentra a más pobres. India es el mayor importador mundial de armas, algo que no ha decantado la balanza de forma incontestable, como se ha visto más allá del equilibrio nuclear.
Una cierta India cree que podrá imponer su voluntad gracias a que su mayor economía le permitirá comprar más y mejor armamento. Pero en estos días de combates aéreos, Modi se arriesga a ser fulminado por “el contrato del siglo”, que el anterior gobierno cerró para la compra de 123 cazas Rafale. Modi redujo la cifra a 32 –mientras se doblaba el precio unitario– e impuso como socio indio, al 50%, al empresario amigo Anil Ambani, sin experiencia en el sector.
India participa hoy con su ministra de Exteriores por vez primera en la Organización de la Conferencia Islámica, invitada por Abu Dabi. Su homólogo pakistaní no ha podido boicotearla y también estará allí. Y Varthaman, ayer a punto de ser linchado, abrazará hoy a su padre, ex oficial del Ejército del Aire. Buen golpe.