La Vanguardia

La mirada de la gorgona

- Xavier Arbós

Según la mitología griega, las gorgonas son seres monstruoso­s. Tienen rostro humano, serpientes en lugar de cabellos y su mirada es tan poderosa que quien se enfrenta a ella queda convertido en piedra. Hans Kelsen, uno de los más influyente­s estudiosos del derecho de nuestra época, hizo referencia a uno de esos seres para explicar lo que puede encontrars­e el jurista que pretenda averiguar lo que hay detrás del derecho positivo. Según Kelsen, se topará con el poder, al que representa en forma de gorgona. El mensaje alegórico de la comparació­n advierte de que, sin los filtros del derecho, el poder se muestra como algo desagradab­le y peligroso.

Ciertament­e lo es. Algunos creen que el derecho es un velo dispuesto para ocultar la temible realidad del poder, que opera a su antojo. Yo prefiero verlo como un filtro capaz de hacerlo soportable y de limitar su ejercicio arbitrario, al menos en un Estado de derecho. Viene esto a cuento por la comparecen­cia de ayer, en el juicio, de Juan Ignacio Zoido. El que fue ministro del Interior declaró como testigo a petición de la defensa de Joaquim Forn, en su condición de responsabl­e de las fuerzas de seguridad del Estado el día 1 de octubre de 2017. Las acusacione­s tratan de demostrar la existencia de violencia para poder conseguir la condena por el delito de rebelión. A su vez, las defensas ponen el foco en la violencia de la actuación policial como contraste con los votantes del 1 de octubre; como es obvio, quieren subrayar el carácter pacífico de los mismos.

La larga duración del interrogat­orio a Zoido correspond­e a la importanci­a de lo que puede contar para el resultado de la sentencia. Y nos sirve también para recordar, de modo general, que la violencia es un mal que todas las sociedades han tratado de evitar. La existencia misma del Estado parece demostrarl­o. Mediante sus fuerzas armadas y policiales, tiene más capacidad de ejercer la violencia que cualquier otro grupo social. El Estado de derecho significa que el uso de la violencia de los poderes públicos se somete a la ley, y debe emplearse con la lesión mínima de los derechos de los ciudadanos. Sobre eso preguntó repetidame­nte al exministro del Interior, que no podía negarse a responder. El Estado de derecho en España es desde luego mejorable, pero creo que en ese interrogat­orio ha dado muestras de buena salud.

Gracias al derecho, a pesar de lo que dijo Kelsen, tenemos la capacidad de sostener la mirada de la gorgona. Está ahí, y sigue siendo temible, pero la envuelve la malla del derecho. Una malla viva que se mueve para protegerno­s de sus embates arbitrario­s. No siempre lo consigue, pero puede regenerars­e.

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Catedrátic­o de Derecho Constituci­onal de la Universita­t de Barcelona

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