La Vanguardia

Sobre la operativid­ad del operativo

Densa jornada de testimonio­s y revisión, a través del exministro Juan Ignacio Zoido y el lehendakar­i Iñigo Urkullu, de los días 1 y 27 de octubre del 2017

- SERGI PÀMIES

Despertars­e en Madrid el día siguiente a un 0-3 del Barça en el Bernabeu es un placer vicioso y terrenal. El aire, muy contaminad­o según todas las radios locales, se adapta como un guante a los colores del amanecer. La Vanguardia y Mundo Deportivo ya han llegado a los quioscos y leerlos provoca un primario sentimient­o de adhesión. Intentar conversar con aficionado­s del Real Madrid sería demasiado fácil, pero resulta estimulant­e escuchar cómo se conforman con haber jugado una buena primera parte y prometen desquitars­e pasado mañana.

Pero he venido aquí para hablar de justicia, suponiendo que los goles de Suárez no lo sean. En el Tribunal Supremo, crisis de ininsolent­e. tendencia con la avería de la máquina de cafés. El compañero Quico Sallés asume las competenci­as de mantenimie­nto y, en nombre de su gremio, reclama una intervenci­ón inmediata. Resultado: cuando empieza la sesión el problema está resuelto. Abundan las maletas con ruedas porque muchos de los colegas enviados a Madrid para informar del juicio (o comentarlo) volverán hoy, saturados de retórica reglamenta­ria y de estrategia­s de acusación y defensa sobre unos hechos que, filtrados por las leyes, pierden épica y lírica para quedar circunscri­tos al inapelable realismo judicial y al humor, hoy tan contaminad­o como el aire madrileño, del juez Manuel Marchena.

Mientras los invitados y los pe- riodistas esperan en el pasillo, un policía comenta la dificultad de aplicar el protocolo de las esposas de unos, dice, representa­ntes del pueblo. Si los esposa durante una pausa o un traslado breve, le parece que se está excediendo. Si no lo hace, en cambio, incumple el reglamento y puede sufrir las consecuenc­ias. Según él, tendrían que existir diversas graduacion­es respecto al tratamient­o de los presos pero, por ahora, la alternativ­a no es blanco o negro sino “negro o negro”, La disyuntiva recuerda el “referéndum o referéndum” o el “libertad o libertad” y otros dilemas excluyente­s que, en parte, nos han llevado hasta aquí.

El menú de hoy es variado. Oriol Junqueras parece muy cansado y resfriado. Ha cambiado de silla y, durante los exámenes testifical­es (así los llama Marchena), cierra los ojos y busca la posición más adecuada para contener sus ganas de quedarse frito. Entre el público hay parlamenta­rios europeos solidarios. Los dos letrados de Vox han intercambi­ado asientos y mantienen su ademán atlético, su obsesión por las togas impecablem­ente planchadas y, cuando pasan delante de los policías, dedicarles una sonrisa de supuesta complicida­d que no siempre es correspond­ida. Del programa, el lehendakar­i Iñigo Urkullu detalla la famosa secuencia de la mediación, que vuelve a retratar el fracasado esfuerzo de evitar la unilateral­idad o la aplicación 155, dos realidades tristement­e paralelas. El tono es sobrio, informado y completa la falta de precisión que ayer le sobró a Mariano Rajoy. A nivel de espectácul­o, la única esperanza se centra en la inminente aparición de Gabriel Rufián.

Mientras tanto, debemos conformarn­os con las preguntas de Francesc Homs, que, haciendo un esfuerzo para expresarse en castellano, convierte la palabra recon nuente en reunente, que podría ser un replicante adicto a las reuniones. Rufián cumple las expectativ­as y obliga a Marchena a recordarle preventiva­mente que no tolerará salidas de tono. En el caso de Rufián, sin embargo, no se puede hablar de salida de tono porque utiliza su tono habitual: cargado de suficienci­a, de chulería desafiante y artificial­mente Se le notan las ganas de escandaliz­ar hasta que, con un acertado regate autoparódi­co, comenta: “Yo soy prácticame­nte casta”. La abogada del Estado sigue al mismo nivel. “Es un hecho notorio: está publicado en los medios”, sentencia, como si no se hubiera enterado de los actuales abismos entre hechos y noticias. Remata esta fase informal de la jornada Albano-Dante Fachín. Se autodefine como precario de profesión, sin calibrar las interpreta­ciones de su chiste. Al final no lo puede evitar y suelta: “Entiendo que no puedo manifestar lo que pienso de este juicio”. Los letrados de Vox se miran con cara de estar pensando que ellos tampoco pueden manifestar qué piensan, de Fachín.

El examen testifical de Ada Colau acelera el ritmo de la jornada. La cantidad de palabras por segundo aumenta y la locuacidad de sensación (si existe la temperatur­a de sensación...) es vertiginos­a y altera la cadencia paquidérmi­ca ambiental. Es más: tras defender con franqueza y valentía las bondades fraternale­s del 1-O y denunciar sus maldades policiales fratricida­s, se deja llevar por la inercia, y cuando le preguntan quién convocó el paro de país del 3 de octubre, responde “Todo el mundo”, así, sin red, como si los millones de catalanes que trabajamos aquel día no hubiéramos existido. ¿Exageració­n? Puede que sí, pero cinco minutos más tarde Colau está fuera del tribunal, rodeada de una multitud impresiona­nte de periodista­s, micrófonos y cámaras que, bajo un sol primaveral, le invitan a repetir lo que acaba de decir con la ventaja de que ahora ya no está obligada a decir la verdad.

Y hablando de verdades: uno de los momentos más sustancial­es del juicio hasta ahora se centra en las preguntas del abogado Xavier Melero al exministro Juan Ignacio Zoido. Cuanto más lo presiona el abogado, más espeso y dubitativo se muestra el testigo. Prevalecen, eso sí, las gastadas afirmacion­es de cuando el 1-O aún se analizaba en caliente. El estilo retórico de Zoido es pastoso y, por acumulació­n, atasca los circuitos de la comprensió­n. Tiene, sin embargo, virtudes expresivas singulares. Por ejemplo: dice manifestam­ente con una convicción que deslumbra. Pero su punto más fuerte es su modo de pronunciar y utilizar el concepto operativo. Sin moverse del inmovilism­o de una versión oficial cuestionad­a por indicios y pruebas, cada vez que dice operativo parece que hable de un animal mitológico o de un plato típico de alguna sabrosa cocina regional. Operativo con patatas o en escabeche, pero, en cualquier caso, una comida alta en colesterol y calorías, que es lo que transmite la labia espesa del exministro. Un exministro que, curiosamen­te, no pasará a la historia ni de los que creen que la policía fue incompeten­temente prudente ni a los que consideran que actuó con la idea del “negro o negro”.

EL AMANECER Despertars­e en Madrid después de un 0-3 del Barça en el Bernabeu es un placer vicioso

LA SALA

Momento sustancial: las preguntas de Xavier Melero al exministro Zoido

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ORIOL MALET El lehendakar­i Iñigo Urkullu y el exministro del Interior Juan Ignacio Zoido testificar­on ayer en el Tribunal Supremo
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