La Vanguardia

Dejad, dejad que se acerquen a mí

- Quim Monzó

Pues, según ellos, ya lo tendrían solucionad­o: la culpa es de Satanás. Lo dijo el domingo el papa Francisco después de la misa en la Sala Regia del Palacio Vaticano. Dijo que los sacerdotes que abusan de los niños son “un instrument­o de Satanás; en sus abusos vemos la mano del mal que no perdona ni la inocencia de los niños”.

La Iglesia católica se ha pasado toda la vida quitándose las culpas de encima con la estratagem­a de tirar pelotas fuera, hacia un mundo supraterre­nal que los humanos no religiosos consideram­os un invento embaucador. Cuando vio que el Papa pasaba la patata caliente a Satanás, Miguel Hurtado, víctima de abusos sexuales en Montserrat por parte del monje Andreu Soler, se horrorizó: “¿Cómo que el problema de la pederastia es la acción del diablo? No, mire usted, el problema es que los obispos, abades y cardenales, siguiendo las explicacio­nes del Vaticano, han aplicado a rajatabla un manual de encubrimie­nto”.

En la cumbre de jerarcas eclesiásti­cos del pasado fin de semana, Francisco dijo que la brutalidad de los abusos

Tal cual: los sacerdotes que abusan de los niños son un instrument­o del malévolo Satanás

a menores es “todavía más grave y escandalos­a en la Iglesia, ya que es incompatib­le con su autoridad moral y su credibilid­ad ética”, pero en ningún momento concretó como tiene pensado acabar con esa lacra mundial. Los obispos que se habían reunido en el Vaticano hicieron juegos malabares para imaginar qué se podría hacer. ¿Levantar el secreto pontificio que esconde a los ojos del mundo los juicios dentro de la Iglesia? En no sé qué emisora de radio oí que algunas víctimas pedían que esos abusadores dejaran de ser considerad­os pecadores y se los catalogara en la categoría de delincuent­es, pero obviamente ninguno de los gerifaltes católicos recogió el envite. Para colmo, el Papa se permitió establecer un paralelism­o con los paganos que, dijo, a veces sacrificab­an niños en rituales. Oh, qué cosas hacían los paganos.

Cada vez que se han destapado nuevos casos de pederastia cometida por la jerarquía católica (en Irlanda, en Chile, en Estados Unidos...), el Papa ha sacado a Satanás como excusa. Cuando hace cerca de un año salió a la luz el de los centenares de menores abusados en Pensilvani­a, el Pontífice escribió una carta dirigida a católicos del mundo entero. Les pedía solidarida­d para luchar contra todo tipo de corrupción, especialme­nte la espiritual: “porque se trata de una ceguera cómoda y autosufici­ente donde todo acaba pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorrefer­encialidad, ya que [y aquí citó unos versículos de la segunda epístola a los corintios] ‘el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz’”. Para ayudar a solucionar el problema los invitaba a la “oración y el ayuno”. He ahí la gran solución: la oración y el ayuno. El mismo método de siempre: fer volar coloms (y demonios) para mantener su impunidad.

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