Ousmane es nombre de huracán
El francés, que fabricó dos goles en la Copa, se ha especializado en decidir partidos importantes
Un huracán azotó el miércoles el Santiago Bernabeu. Por la banda de la Castellana y por la banda de la calle Padre Damián. Ambas jugadas, dos cabalgadas de Dembélé, significaron los dos primeros goles del Barcelona, que ponían imposible la Copa del Rey al Madrid. El peligro de los ciclones tropicales es su intensidad cuando tocan tierra. El francés creó un destrozo en la zaga blanca cuando entró en contacto con el balón en carrera. Ousmane es nombre de huracán.
A diferencia de la parsimonia, a veces exasperante, que exhibe Philippe Coutinho, el delantero francés es eléctrico, es un rayo con trueno. Rápido, potente, vertical, con mucha confianza en su regate, atrevido y decisivo. Pocas veces pasa desapercibido. No se esconde, aunque se gane alguna bronca de Suárez cuando pone el turbo. Y menos si, en su primer clásico en el Bernabeu, da dos asistencias. Fue un huracán por las dos alas, cosas de ser ambidiestro puro. El miércoles con 0-3, pensando en esta noche, Valverde sustituyó al francés, con un golpe en el tobillo que le podría hacer entrar de revulsivo.
En un equipo donde muchos futbolistas piden la pelota al pie, es básico que haya desmarques de ruptura. Para sorprender y ser profundo. Por eso es tan importante Jordi Alba, renovado hasta el 2024. También a Luis Suárez le gusta ganar ventaja tirando diagonales, aunque caiga en fuera de juego. Y una de las grandes virtudes de Dembélé es que es un puñal yendo a la espalda de los defensas, cualidad que comparte con el primer Neymar.
“Hay que aprovechar que es rápido y va bien al espacio”, admite Valverde. El miércoles fue clave al escaparse de Carvajal (0-1) y Reguilón (0-2). Cuando dejó de jugar por dentro para abrir la banda. Al entender que no estaba fino en espacios reducidos (perdió 8 balones en el Bernabeu, casi todos en los primeros 45 minutos) y dedicarse a ser un vendaval. Pasó de ser una sangría a desangrar al rival.
Furaçao (huracán) era el apodo de Jairzinho. El crack del Botafogo dijo en la Ser que Dembélé es uno de los tres mejores del mundo. El brasileño, campeón en México 1970, jugó en aquel Mundial como extremo derecho en el quizás mejor equipo de la historia de los Mundiales. Algo sabe de abrir el campo y de marcar ya que es el único que anotó en todos los partidos de una misma Copa del Mundo.
Dembelé, con 21 años, ya es campeón del mundo. Ni siquiera marcó en Rusia el pasado verano pero cada vez es más maduro en su fútbol, sobre todo después de varios toques de sus compañeros para que fuese más puntual. Escoger la opción correcta a toda velocidad es más complicado pero esta ya es su mejor campaña realizadora (13), uno más que en el Rennes y tres más que en el Borussia Dortmund. Pero que ha cogido carrerilla se nota en los partidos grandes, algo que también le sucedía a Neymar, del que heredó el 11. Le ha marcado al Espanyol, el Atlético, en la final de la Supercopa, en la remontada al Levante y el año pasado al Chelsea. Ousmane rima con huracán.