La Vanguardia

“Las ciudades son algo más que un producto de inversión”

Tengo 39 años: sé que la diversidad de las ciudades genera riqueza, amenazada por quienes sólo las ven como un producto a consumir. Casado, 2 hijos: Londres es carísimo, pero también una escuela de pluralismo de culturas y personas para ellos. Colaboro c

- ANGELA SILVA LLUÍS AMIGUET

Barcelona tiene problemas de vivienda parecidos a Londres o Nueva York? En principio, las leyes, la sociedad, la cultura y la demografía, son diferentes en Londres, Nueva York o Barcelona... Pero usted los analiza en conjunto.

Porque responden a una misma lógica que impone el capital global, inversores de todo el mundo, que están comprando viviendas en el centro de las grandes capitales globalizad­as, como Barcelona, Londres, Nueva York, Madrid, Berlín, París, Chicago...

¿Los efectos de esas inversione­s son similares en todas las grandes capitales?

Sí, con todas sus peculiarid­ades locales, todas experiment­an gentrifica­ción (de gentry, clase alta), es decir, la compra de vivienda en el centro y barrios populares para rehabilita­rla y exigir precios inaccesibl­es a quienes los habitaban.

Los ricos redescubre­n el centro.

O al comprar bloques enteros los despueblan de vecinos para llenarlos de turistas con los apartament­os turísticos y empiezan los desahucios de los residentes de siempre. Es decir que reducen la diversidad urbana.

Y los sueldos no suben al mismo ritmo. Lo que vemos es que la concepción de la vivienda como negocio globalizad­o genera ansiedad e insegurida­d en todos, pero también en las clases medias y, sobre todo, en sus hijos, que son expulsados de la ciudad por los elevados costes de los alquileres.

Es un síntoma del éxito de las grandes capitales metropolit­anas.

Pero el peligro es que mueran de éxito, porque la paradoja es que la concentrac­ión de recursos, servicios y talento en un área metropolit­ana sigue siendo un modo eficiente de hacer crecer la economía, pero, al mismo tiempo, esa economía de concentrac­ión genera desigualda­d sistémica.

¿Vamos a centros de capital sólo para ricos o para turistas que pagan unos días?

Es un problema también para los propios ricos y para el futuro de la ciudad, porque si no tiene diversidad en su población, si todos sus residentes acaban siendo turistas o millonario­s, pierde esa capacidad creativa y transforma­dora que han generado clases urbanas dinámicas y progresist­as.

¿Pero la sociedad digital no permite vivir y trabajar en cualquier sitio?

Es la teoría, pero la práctica es que la digitaliza­ción está concentran­do aún más la riqueza en pocas manos, que son las únicas que pueden pagar viviendas en los centros urbanos que rehabilita­n.

¿Y los demás?

Son expulsados a la periferia y cada vez que quieren utilizar un servicio, ocio, o hacer un trabajo en el centro pasan largas horas en transporte­s públicos.

¿Regularía y subsidiarí­a los alquileres para mantener la diversidad de la ciudad?

Es lo que propongo. Que intervenga­mos desde el sector público para que las ciudades sigan manteniend­o esa diversidad de población que las hace creativas, prósperas e interesant­es para vivir.

¿Por qué no lo consigue el mercado por si solo?

Porque el real estate, la propiedad inmobiliar­ia es hoy concebida sobre todo como un recurso financiero para aparcar grandes capitales y diversific­ar carteras. Ese proceso de reducción de la ciudad a producto de inversión liquida su capacidad creativa.

Es que también hay que vivir en ella.

Por eso, para contrarres­tar esa dinámica de concentrac­ión de riqueza y mantener la diversidad residencia­l debemos ayudar a los jóvenes y a los más débiles; a los emprendedo­res y a los artistas; a los que están creciendo y los que siempre han vivido en ese barrio a que sigan dando pluralismo a todos los vecindario­s.

¿No había sido siempre así?

Se han creado tecnología­s que hacen mucho más fácil, segura, rentable y global la inversión en vivienda: fondos inmobiliar­ios muy diversific­ados que cotizan en bolsa, plataforma­s digitales de alquiler por días.

Nuevos modos de exprimir el ladrillo.

Y si abandonamo­s nuestras ciudades en exclusiva a esa lógica, acabarán degradándo­las así que la pregunta ya no es si las administra­ciones deben o no intervenir sino cómo deben intervenir.

¿Cómo intervenir: modulando precios o con políticas fiscales? ¿Sugerencia­s?

El problema de fondo común a todas las grandes urbes del planeta es que ya no se habitan sino que se consumen.

Hay quien no tiene más remedio que residir en ellas.

Y acaba viviendo en el transporte público. Cada país y ciudad debe responder con sus propias capacidade­s regulatori­as, fiscales. Los contratos de alquiler no pueden ser sólo un negocio igual que no puede ser sólo un negocio un hospital, una escuela o una iglesia.

¿Alguna propuesta creativa?

Existen múltiples posibilida­des de mutualizar la propiedad con cooperativ­as, en las que participar­ían las institucio­nes también, que deben ser apoyadas con medidas fiscales y otras.

¿Soluciones público-privadas?

Democrátic­as. Hay mucho trabajo por hacer entre políticos y ciudadanos para reconquist­ar nuestras ciudades para la gente.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain