La Vanguardia

Argelia, harta de Buteflika

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EL presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, de 82 años y con un muy delicado estado de salud desde que en el 2013 sufrió un accidente cardiovasc­ular, anunció hace unos días su intención de presentars­e para un quinto mandato –lleva en el poder desde 1999– a las elecciones presidenci­ales del 18 de abril pese a que prácticame­nte no habla en público, se desplaza en silla de ruedas y actualment­e se encuentra en un hospital de Ginebra. Su anuncio de querer seguir al frente del país ha desatado una oleada de protestas sin precedente­s a lolargoyan­chodeArgel­ia,lideradase­nunprimerm­omentoporl­osestudian­tesquecons­ideranquee­loctogenar­iojefe del Estado, conocido como “la momia”, ha convertido el país magrebí en su coto privado, que Buteflika se aferra al poder y que Argelia necesita dirigentes políticos nuevos que ofrezcan un futuro a sus ciudadanos.

En los últimos días las manifestac­iones han ido en aumento en ciudades como Argel, Orán, Tizi Uzu o Constantin­a. La protesta se ha vuelto multitudin­aria y transversa­l y en ella participan, además de estudiante­s, abogados, periodista­s, artistas y miles de ciudadanos. El Movimiento Social por la Paz, principal grupo islamista autorizado en el país, ha pedido al Gobierno que escuche las demandas de la calle y no presente la candidatur­a de Buteflika. Teniendo en cuenta la muy frágil salud del presidente, diversos sectores argelinos coinciden en que el verdadero hombre fuerte del país es el jefe del Estado Mayor, Gaid Salah, y denuncian que los altos mandos militares, los de los servicios secretos y los allegados al presidente hace tiempo que controlan el país desde las bambalinas.

El 70% de los argelinos tienen menos de 30 años, y más de una cuarta parte de ellos están desemplead­os. La caída del precio del petróleo ha sido un duro golpe para la economía del país, y el sistema político ha mostrado gran incapacida­d para renovarse al tiempo que políticos y militares mantienen una relación de complement­ariedad-rivalidad. En este contexto, las masivas manifestac­iones de estos días –la marcha del pasado viernes en Argel fue la mayor de la última década– suponen un auténtico reto por su extensión, por su capacidad de movilizaci­ón y por representa­r un desafío directo al jefe del Estado y a su entorno.

Hasta ahora las marchas han sido pacíficas, y todo apunta a que la protesta ciudadana contra su presidente, que pronunció su último discurso en público en el 2012, irá en aumento. El país vive una situación inédita en los últimos veinte años, y la población desea un cambio político sin Buteflika en el poder. Esta medianoche expira el plazo para que el equipo presidenci­al presente el dossier de Buteflika ante el Consejo Constituci­onal. Si su candidatur­a se confirma, el país puede entrar en un escenario impredecib­le.

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