La Vanguardia

Händel en el Liceu: cuando hay química entre dos cantantes

Bejun Mehta, contrateno­r Lisette Oropesa, soprano

- MARICEL CHAVARRÍA

En la vida real, Rodelinda y Bertarido, los reyes de Lombardía que en la ópera de Händel anhelan reencontra­rse, no pueden ser personajes más afines. La química, la facilidad de verbo y la inquietud artística que comparten el gran contrateno­r Bejun Mehta y la soprano Lisette Oropesa les convierte en una de esas parejas operística­s instantáne­as. De hecho se han conocido en Barcelona, durante los ensayos. Y tampoco es que ensayaran mucho juntos su dúo de amor, ese hermoso Io t’abraccio que surgió de manera tan hermosa y espontánea el día del estreno.

Mehta y Oropesa van descubrien­do afinidades a lo largo de esta entrevista. Ambos vienen de familias de gran talento musical. Uno creció en Michigan, en el Medio Oeste americano, y es sobrino del maestro Zubin Mehta. La otra en Luisiana, en el Sur, con una madre de reconocido prestigio vocal. Son hijos de padres inmigrados, unos de la India, los otros cubanos. Ambos bilingües y multicultu­rales.

Esa química instantáne­a que han experiment­ado ustedes en escena, ¿cómo funciona?

Bejun Mehta: Es algo que o pasa o no pasa. Y cuando no pasa no es que sea un desastre, pero hay un pequeño espacio entre ambos que se mantiene, y creo que la gente lo percibe.

Lisette Oropesa: El público nota la química inmediatam­ente, y es de lo más difícil de conseguir en el escenario. No importa cuán físicament­e juntos estén los personajes, no puedes forzar la química.

B.M.: Y es gracioso que se trate de una ópera en la que nuestros personajes están la mayor parte del tiempo separados. Son como dos polos intentado encontrars­e de nuevo. Compartimo­s diez minutos de las más de tres horas que dura la ópera, lo que significa que la química tiene que durar toda la escena y esparcirse por el escenario. Y en contacto estamos minuto y medio.

¿Y cómo vivieron ese famoso dueto de amor de Rodelinda, Io t’abraccio?

B.M.: De entrada está Händel. Luego está el hecho de que nuestras voces empastan bien, lo que es cuestión de suerte, porque se trata del vibrato y de las diferentes amplitudes del vibrato. Y luego hay esos dos balcones de la escenograf­ía, que no se han utilizado hasta ese momento y que separan de forma simple los

LISETTE OROPESA

“El público reacciona a la química entre dos cantantes, es de lo más difícil de conseguir”

BEJUN MEHTA

“Y en ‘Rodelinda’ sólo compartimo­s diez minutos, la química ha de durar toda la escena”

personajes… y ya está, todo cuadra. L.O: Este dueto casi no lo ensayamos. Cuando hay química musical ya no tienes ni que discutir, ni hablar ni planear cómo vamos a hacer cada frase, donde voy a respirar o si aquí haré crescendo: no es necesa- rio. Es raro de encontrar –y me encanta– que en una música tan sublime como esa no sea necesario hablar del tema, solo hay que ir y cantar, sentirnos, escucharno­s el uno al otro, y ahí es cuando el público reacciona, porque es orgánico. B.M.: Cuando no planeas tienes que escuchar al otro. Y eso es lo que comunica con la gente.

L.O.: Hay que tener un lenguaje mutuo que se basa en la confianza, Es una cuestión de apoyarse uno al otro, que no se trate de imponer ningún ego –voy a cantar más, o más alto, o más bonito– sino de situarnos en un plano en el que vamos a lograrlo juntos. Es el único dueto de la ópera en el que se produce este viaje. El momento más doloroso...

¿En el barroco qué personajes creen que atraen más al público, los de contrateno­r o soprano?

B.M.: Depende del argumento de la ópera; hay piezas en las que el papel del contrateno­r es asombroso pero es el de la soprano el que la sostiene o al revés. Llevo 20 años cantando y al principio escoges papeles por promociona­rte o porque necesitas el dinero o lo que sea. Pero a medida que fui aprendiend­o quise dedicar mi tiempo a las mejores produccion­es, trabajar con los mejores, porque es la única manera de aprender y mejorar. Y luego tienes la oportunida­d de estar en ese ámbito en el que la marea crece y todo el mundo hace a todo el mundo mejor. Eso es lo que realmente hace vibrar al público, ya no le importa tanto quien es ese o aquel artista.

L.O.: Estoy de acuerdo. Hay muchas óperas que el nombre del título no es el personaje que tiene la música más satisfacto­ria ni el viaje más largo. Todo el mundo tenemos nuestro momento para brillar.

B.M.: Nuestro trabajo no va de robar protagonis­mo. No llevamos la cuenta de cómo nos va la noche a cada uno de nosotros. Es algo que se ha fomentado en el mundo de la ópera y cada vez más, mientras que cada vez menos gente en la direccione­s artísticas de los teatros tiene conciencia de lo que realmente tiene un valor en el escenario. La cosa está empeorando. Es nefasto desde un punto de vista humanístic­o. Yo he crecido en una familia musical, para mí el escenario es un templo.

L.O.: La música clásica estuvo allí

desde que nací. Y mi familia me apoyaba. Mi madre era una fabulosa soprano, mi abuelo cantaba maravillos­amente. Supongo que es genético, B.M.: No sabía que era tan profundo en tu familia, eso explica muchas cosas, no me extraña que tuviéramos el clic. Es un sentido de permiso que has tenido desde los cero años, de que eso es algo a lo que merece la pena dedicar la vida. Es como respirar.

¿Cuándo fue la última vez que asistió a un concierto de su tío? B.M.: ¿Dirigido por él? Bueno, la ver- dad es que estaba en el escenario, así que no es que asistiera al concierto. Coincidire­mos en junio, pero de nuevo por trabajo, con la Filarmónic­a de Viena. En mi familia todo el mundo tiene éxito y viaja todo el tiempo.

¿Qué siente al actuar con alguien de la familia?

B.M.: Que Zubin sea mi tío a mí personalme­nte me añade presión. Me gusta que venga la familia a verme, pero cuando la función se ha acabado. Porque es que quiero ser tan bueno como pueda. Sé que les va a encantar, no importa, pero...

L.O.: Me pasa igual. En mi opinión mi madre es la cantante más maravillos­a del mundo. Es lo que me decían de pequeña, aunque con tres hijas lo dejó pronto y comenzó a dedicarse a enseñar. Tenía un talento innato. Abría la boca y era una diosa. ¡Y a mí me cantaba nanas, imagínate qué malcriada! Es mi mayor fan, pero su crítica es la que más significa para mí.

B.M.: Esta historia que cuentas me hace sudar porque la entiendo totalmente. Y soy mayor que tú, así que no sé cuando le podremos dar la vuelta a eso. Es un milagro que puedas cantar.

¿Cómo creen que dos artistas como ustedes pueden contribuir a mejorar el mundo?

L.O.: Tenemos la responsabi­lidad como artistas de apasionar al público para que el arte pueda sobrevivir y avanzar. Algo que fue inventado mucho antes deque yo naciera, y que me sobrevivir­á mucho después. Algo mucho más grande que nosotros.

B.M.: Las artes nos enseñan a empatizar. Ayudan a las personas a expresarse, a salir de su coraza. Ofrece otras experienci­as, y no a través del intelecto sino del corazón y el alma; nos enseñan a ser mejores. No vamos a salvar el mundo del cambio climático o a EE.UU. de la locura de Trump, pero para la enfermedad esencial –esa visión más y más individual­ista y cerrada del mundo– necesitamo­s artes en el mundo. ¡En las escuelas!

¿Planea volver a dirigir?

B.M.: Dirigir viene de la misma empatía. Hace 20 años tuve que decidir si cantaba o dirigía. Fue simple, hay que cantar mientras eres joven. Durante diez fui cellista, y mi próxima etapa natural será dirigir. Espero caer muerto al salir de una ópera, a los 80. Subes a saludar, sales y mueres.

L.O.: Suena muy planeado .... yo en cambio sé que moriré embestida por un ciclista. Siempre bromeo pero es que en Nueva York abundan los ciclistas y yo salgo a correr con mi marido todos los días. Moriré atropellad­a sin actuar ni una última vez... ja ja ja.

BEJUN MEHTA

“Mi próxima etapa natural será dirigir; espero morir al salir de dirigir una ópera, con 80”

LISETTE OROPESA

“Me cantaba nanas la mejor soprano del mundo; imagínate qué malcriada estuve”

VEA UNA VIDEOENTRE­VISTA CONJUNTA A AMBOS CANTANTES EN

www.lavanguard­ia.com/cultura

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El clic en el Liceu Oropesa y el sobrino de Zubin Mehta van descubrien­do afinidades a lo largo de la entrevista. Vienen de familias de talento musical. Sus padres emigraron a EE.UU., de India y de Cuba. Ambos son bilingües y multicultu­rales
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ANA JIMÉNEZ

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