Viktor Orbán
PRIMER MINISTRO HÚNGARO
Tras meses de tensión, 12 partidos que forman parte del Partido Popular Europeo pidieron ayer expulsar al partido de Orbán. El detonante: una agresiva campaña en Hungría que señala a Jean-Claude Juncker y George
Soros.
Viktor Orbán ha cruzado muchas líneas rojas, demasiadas incluso para el muy flexible Partido Popular Europeo, que el próximo 20 de marzo se pronunciará sobre su expulsión. Lo confirmó el presidente del PPE, Joseph Daul. Ya son doce partidos miembros del PPE procedentes de nueve países los que han solicitado formalmente la exclusión de Fidesz. Por lo tanto, cumplen sobradamente los mínimos previstos por los estatutos del partido para que se decida en la próxima Asamblea Parlamentaria de este mes en Bruselas.
La presencia de Orbán siempre ha supuesto una clara incomodidad para el PPE, pero en los últimos meses la situación se ha tensado cada vez más. Ya en septiembre, parte del grupo parlamentario, incluido su líder y actual spitzenkandidaten, Manfred Weber, votó a favor de aplicar el artículo 7 de los tratados de la Unión Europea a Hungría por violación de los valores europeos; un mecanismo pensado para situaciones extremas en que un Estado miembro esté violando el estado de derecho.
En diciembre, nueva crisis. La Universidad Centroeuropea de George Soros fue forzada a abandonar Hungría, pero la gota que desbordó el vaso es la campaña antiinmigración lanzada las últimas semanas por el Gobierno de Orbán, con pósters con las caras del presidente de la Comisión Europea, JeanClaude Juncker, miembro también del PPE, y del millonario George Soros, acusándoles de fomentar la inmigración ilegal.
Tres formaciones pertenecientes al PPE, democristianos flamencos, humanistas francófonos en Bélgica y democristianos luxemburgueses, solicitaron el jueves por carta su expulsión argumentando que “los recientes incidentes demuestran que el camino del diálogo y las advertencias no lleva a ninguna parte”, a la hora de tratar con Orbán. Se fueron sumando otros partidos hasta los doce que han terminado por activar el procedimiento de expulsión.
El mismo jefe del grupo parlamentario, Manfred Weber, que hasta hace muy poco, aunque criticaba a Fidesz, se oponía a su expulsión, los últimos días ya dejó la puerta abierta a la salida. Si el día 20 se produce, el PPE perderá los doce diputados que aporta el partido de Orbán. Más significativa es que en el nuevo hemiciclo, los diputados de Fidesz podrán aliarse con la Liga o con otras fuerzas populistas que se espera que consigan buenos resultados en las elecciones europeas de mayo.
Este fin de semana, la situación superó el límite, con un Orbán desafiante que, en declaraciones a la prensa alemana, dijo que los que le critican en el PPE son “tontos útiles” de la izquierda.
Doce partidos del grupo conservador piden echarlo; “el diálogo y los avisos no llevan a ningún sitio”
“Creen que están luchando en una batalla espiritual, cuando en realidad están sirviendo a los intereses de otros, de nuestros oponentes”, afirmó Orbán.
Por su parte, la Comisión Europea entró ayer al trapo a defender a su presidente de las acusaciones del Gobierno húngaro. Una campaña en que aparecen imágenes de Juncker y Soros bajo el mensaje “Tenéis derecho a saber lo que Bruselas prepara”, insinuando un supuesto complot para inundar Hungría de inmigrantes.
Es una campaña que Bruselas considera que “distorsiona la verdad y busca presentar una imagen oscura de un complot secreto para, supuestamente, atraer más emigración a Europa”.
El portavoz Margaritis Schinas añadió que “si la campaña ataca a nuestro presidente (Juncker), a nuestro primer vicepresidente, Franz Timmermans, o a otro miembro de nuestra institución, responderemos y defenderemos nuestro trabajo con igual fuerza de las mentiras y la retórica engañosa”.