El aviso que nunca llegó
El exministro recuerda que él llegó después de votarse la salida a bolsa
Ángel Acebes ha asegurado ante la Audiencia Nacional que desconocía en su condición de consejero independiente el estado real de las cuentas de Bankia antes de su salida a bolsa en el 2011, una ignorancia que ha atribuido a la ausencia de alertas en la auditoría realizada por Deloitte y al convencimiento general en el sector de lo saneado de sus balances.
Ángel Acebes, exministro del Interior y exconsejero independiente de BFA, aseguró ayer que si la auditora Deloitte le hubiera comunicado la existencia de algún problema en las cuentas de Bankia del 2011, todo se hubiera detenido. “Deloitte nunca nos dijo nada, si hubiese hecho alguna advertencia en la que dijera que la compañía no era viable, ¿alguien puede pensar que yo iba a correr el riesgo? Si a mí, mínimamente me hubiesen dicho que había un problema, paro todo en seco y se formulan las cuentas como Dios manda”. Así se defendió Acebes durante el interrogatorio por parte de su abogado en el marco del juicio por la salida a bolsa de Bankia en julio del 2011.
Acebes explicó que sobre las cuentas del 2011 –que fueron presentadas ante el Banco de España sin auditoría, un hecho totalmente extraordinario en el sector– no existía “el más mínimo indicio de preocupación” en el seno de la entidad financiera. En su opinión, si Deloitte hubiera tenido alguna objeción, les habría notificado por escrito la existencia de alguna salvedad, tal y como obligaba la ley española. De hecho, el exministro subrayó el hecho de que poco después de que Deloitte informara sobre sus avances en la realización del informe de auditoría, en el que “sólo apuntaba la existencia de aspectos relevantes con necesidad de análisis con la dirección”, dimitiría para irse al consejo de administración de Iberdrola.
Acebes insistió en que la elaboración de las cuentas era competencia de la intervención general de la entidad, dirigida por el actual interventor de Bankia, Sergio Durá; por la auditoría interna, que estaba comandada por Miguel Ángel Soria, y por la externa, para la que se tenía contratada a Deloitte. El expresidente de la comisión de auditoría de BFA indicó que “todos decían que las cuentas reflejaban la imagen fiel del banco”. Según dijo, Durá presentó la información financiera anual de Bankia correspondiente al 2011 en febrero del 2012, cuando aseguró que todas las cifras se adecuaban a los criterios contables.
Poco después, en marzo del 2012, estalló la tormenta. En un primer momento, Deloitte llevó un documento a los miembros de la comisión en el marco de su auditoría en el que decía que se cumplían las principales magnitudes. “El auditor externo nos dice que son coherentes y consistentes con las trimestrales del 2011 previas a la salida a bolsa y con las semestrales posteriores al proceso”, remarcó el exministro. Según Acebes, en las cuentas que propuso Deloitte, condicionadas a la aprobación de un plan de capitalización sobre la recuperabilidad de beneficios a futuro debido a las nuevas exigencias regulatorias, solamente contaba con ciertos matices respecto a las presentadas por el interventor general. Estas “diferencias no materiales” tenían que ver con un desfase de unos 50 millones de euros por los a activos fiscales en las cuentas individuales, que ascendía a unos 100 millones en las consolidadas. Para Acebes estos matices no eran significativos, ya que el auditor recalcó que “todo era absolutamente lógico y razonable”. Dos meses después, Bankia era intervenida por el Banco de España y rescatada con 24.000 millones de euros de los contribuyentes.
En otro orden de cosas, Acebes declaró que en ningún momento el Banco de España se dirigió a él para comunicarle cualquier tipo de preocupación. “Jamás he hablado con nadie del Banco de España”, precisó, añadiendo que la información interna que pudiera tener el supervisor era de su exclusiva responsabilidad. El exconsejero de Bankia destacó que cuando llegó al consejo de BFA, la salida a bolsa ya se había votado, así como las cuentas semestrales del 2011.
El exconsejero se escuda en que todo el mundo dijo que las cuentas de Bankia reflejaban la realidad