La Vanguardia

Xi Jinping mide su autoridad política en un año de turbulenci­as

La Asamblea Nacional Popular China inicia sus encuentros en Pekín

- ISMAEL ARANA

Hace una década, el mundo entró en pánico con el colapso de los mercados financiero­s mundiales. Quiebras, rescates, la crisis de Grecia o la de los desahucios en España; Occidente parecía caerse a pedazos. Pero frente a tanta incertidum­bre, China emergió de sus Juegos Olímpicos más fuerte que nunca, erigiéndos­e como un factor estabiliza­dor cuyo crecimient­o sostenido le posicionó al poco tiempo como la segunda economía del mundo.

Con su estilo firme y autoritari­o, la llegada de Xi Jinping a la presidenci­a en el 2013 reforzó esa sensación en el país, que veía en él al líder fuerte que les permitía soñar con una “nueva era”. Tan bien iba la cosa que el pleno de la Asamblea Nacional Popular (ANP, el Parlamento chino) aprobó hace justo un año la eliminació­n del límite de dos mandatos presidenci­ales, lo que encumbraba a Xi como el mandatario chino más poderoso desde Mao.

Pero doce meses después, a las puertas de la inauguraci­ón de una nueva sesión anual de la ANP que hoy reunirá a casi 3.000 diputados llegados desde todos los rincones de China para escuchar el discurso inaugural, mucho han cambiado las cosas en el gigante asiático. La economía ya no crece como antaño, entorpecid­a por sus problemas estructura­les, de deuda y los cambios demográfic­os; el país está enfrascado en un guerra comercial con EE.UU., con quien también mantiene una agria disputa tecnológic­a (Huawei) y estratégic­a; desde fuera, arrecian las críticas sobre la represión de los uigures y otras minorías musulmanas en la provincia de Xinjiang; y su proyecto exterior estrella, la Nueva Ruta de la Seda, se está encontrand­o con más resistenci­as de las deseadas.

Por ahora, nadie duda de que Xi mantiene el control, pero to“dominante”. dos andan atentos por si en esta cita se atisba alguna fisura, por mínima que sea, en su poder absoluto. “El deterioro de la relación EE.UU.-China ha tenido un efecto psicológic­o dentro del país. Ha ayudado a desencaden­ar un debate interno entre la élite empresaria­l e intelectua­l sobre si el país está abandonand­o la fórmula que propició su auge antes de que este se materialic­e completame­nte”, apuntó Ryan Hass, analista del think tank Brookings Institutio­n, al diario South China Morning Post.

Algo así sucedió en octubre, cuando el hijo del legendario Deng Xiaoping, Deng Pufang, planteó, sin nombrar a Xi, ciertos reproches en un discurso a puerta cerrada en el que reivindicó el legado de su padre y pidió que China “conozca su lugar” y no sea Por su parte, Hu Deping, vástago del que fuera secretario general del partido, Hu Yaobang, apuntó que China debe aprender de los errores de la Unión Soviética, que cayó porque su poder estaba demasiado concentrad­o y su sistema económico se había anquilosad­o.

Aun así, no se auguran grandes ajustes en las políticas del país durante las dos semanas que dura la reunión de la ANP, que sancionará nuevos cargos y ratificará unas leyes previament­e consensuad­as. De hecho, sus miembros nunca han vetado un proyecto de ley en sus 65 años de historia, pero esto no quita para que Pekín esgrima a este Parlamento de pega como un ejemplo de su particular sistema democrátic­o.

Para abrir boca, el primer ministro, Li Keqiang, dará a conocer hoy las previsione­s de crecimient­o del PIB para el próximo año (se estima que será entre un 6% y un 6,5%, una décimas inferior al de 2018) así como el aumento del presupuest­o destinado a Defensa, una partida que despierta expectació­n entre sus vecinos y otras naciones como EE.UU. Además, está previsto que este año también se apruebe una ley que unifique las condicione­s que rigen la inversión extranjera en el país, algo demandado repetidame­nte por Washington y Europa. Para que nadie se salga del guion previsto, se han incrementa­do exponencia­lmente las medidas de seguridad en la capital y enviado de vacaciones forzadas a otras provincias a las voces más críticas con las autoridade­s.

La asamblea eliminó hace un año el límite de mandatos, convirtien­do a Xi en el líder más poderoso desde Mao

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ANDY WONG / AP El exjugador de la NBA Yao Ming, entre los asistentes al pleno de la Asamblea Nacional Popular

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