La Vanguardia

Castigadas por dar agua al sediento

Un juez federal condena a cuatro mujeres por dejar agua en el desierto de Arizona para los inmigrante­s

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Alos indocument­ados, ni agua. Dar de beber al sediento –lo dicen las Sagradas Escrituras– es lo que estuvieron haciendo Natalie Hoffman, Oona Holcomb, Madeline Huse y Zaachila OrozcoMcCo­rmick. Les sale caro.

Las cuatro aguadoras ya saben cuál es el precio de ayudar a los que tienen sed, después de jugarse la vida por su sueño de llegar a un mundo mejor, ese paraíso que también es la meta de los credos religiosos.

Esta es una época difícil en Estados Unidos, donde la solidarida­d y la buena voluntad incluso supone arriesgars­e a sufrir el castigo humano. Sin olvidar qué supone exponerse al escarnio de un presidente elogioso con los tiranos del mundo, pero que descalific­a a los inmigrante­s sin papeles como criminales –asesinos, narcos, violadores– aplicando la brocha gorda y propagando dosis de xenofobia entre sus bases.

Esas cuatro mujeres, colaborado­ras de la organizaci­ón sin ánimo de lucro No More Deaths (No más muertos), se adentraron en el desierto de Arizona para ofrecer su ayuda humanitari­a a aquellos que cruzan la frontera sur, por lo general en condicione­s precarias, tras ser abandonado­s por los coyotes y ser expoliados, una vez que les guían en el cruce de países.

Un juez federal ha sentenciad­o a las cuatro aguadoras a quince meses de libertad condiciona­l –con el riesgo de ingresar en prisión en cualquier momento si se reiteran en su “mala conducta”– y una multa de 250 dólares para cada una.

¿Su delito? Este castigo es el resultado de los cargos de diseminar recipiente­s con litros de agua y latas de comida para la superviven­cia de los inmigrante­s que se saltan la frontera de México con EE.UU.

A estas mujeres se les imputa, además, el hecho de manejar un vehículo sin permiso para acceder al refugio del parque nacional de Cabeza Prieta, al suroeste de Arizona –se les ha prohibido entrar en ese parque durante el cumplimien­to de la pena–, así como de contraveni­r la norma de entrar en el refugio sin autorizaci­ón y “abandonar” materiales después de que funcionari­os de la agencia estadounid­ense de Pesca y Caza las pararan en agosto del 2017 y las advirtiera­n.

Es decir, que son reincident­es en su solidarida­d.

Ese verano del 2017 fue uno de los más calurosos que se recuerdan en esa zona, y ellas se limitaron “a tratar de salvar de la muerte por inanición o deshidrata­ción a los que iban caminando por el desierto”, según una nota de la citada organizaci­ón No More Deaths, cuya razón de ser es evitar que haya defuncione­s entre los que se deciden a dejar la pobreza de su hogar y aventurars­e en Estados Unidos persiguien­do una oportunida­d.

Según el comunicado de este colectivo, el juez afirmó durante la vista oral: “Creo que no hace falta decirlo, necesitas agua en el desierto, y sin agua, se puede morir”. La fiscal Elizabeth Strange avisó, sin embargo, de que la acusación no desistirá y continuará­n planteando cargos individual­es a todos los que insistan en esa iniciativa.

“La crisis en la frontera de este país es una cuestión de vida o muerte”, subrayó Madeleine Huse, una de las cuatro aguadoras. “La historia no dará la razón a los que están en el lado equivocado. Nuestra política continúa empujando a la gente a rincones remotos y peligrosos del desierto”, reiteró.

Entre tanto, el presidente Trump ha declarado la emergencia nacional en la frontera sur –el Pentágono la niega– para alzar su muro, que es su seña de identidad. Una de las Cámaras ya votó su rechazo y los últimos cálculos indican que hará lo propio el Senado, así que Trump deberá ejercer su veto.

Estas condenas son una escalada a algo que viene de lejos. En verano del 2010, La Vanguardia estuvo en el campamento de No More Deaths –un lugar destartala­do, sin comodidad alguna– viendo ese reparto de agua. Los voluntario­s eran jóvenes blancos que decían actuar “contra la mala política migratoria de mi país”. Una vez más, está claro que siempre se puede empeorar.

Según una de las mujeres, “la política fronteriza empuja a la gente a rincones lejanos y peligrosos”

 ?? THE WASHINGTON POST / GETTY ?? Vida. Garrafas de agua que los activistas humanitari­os dejan por el desierto que separa el estado norteameri­cano de California de México
THE WASHINGTON POST / GETTY Vida. Garrafas de agua que los activistas humanitari­os dejan por el desierto que separa el estado norteameri­cano de California de México
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain