La Vanguardia

Nuevas fronteras interiores

Las dos aceras del primer tramo de Maragall aparecen cada día inundadas de escúteres verdiblanc­os eCooltra

- EL RUNRÚN Màrius Serra

La toponimia popular, capaz de sobrevivir sin regulacion­es, es un ejemplo de memoria al margen del discurso oficial. En Barcelona, cuarenta años de placas franquista­s no consiguier­on cambiar el nombre de la Diagonal o la Gran Via. En mi barrio, la memoria popular ha mantenido la denominaci­ón oficiosa de Els Quinze para la confluenci­a entre el paseo Maragall y la avenida Borbó. El origen de este topónimo aritmético guarda relación con el transporte. Igual como las tarifas de los trenes de cercanías se dividen en zonas, un siglo atrás la tarifa urbana del tranvía acababa en este punto. Como el billete ordinario costaba 15 céntimos, la gente empezó a llamarlo así. Los hortenses más ahorradore­s bajaban del tranvía en Els Quinze y paseaban el quilómetro y medio que hay hasta la plaza Eivissa. Los que pagaban por el trayecto completo podían asistir en directo a la otra singularid­ad de la línea que llevaba hasta la villa de Horta. Al lado de la parada de la plaza Eivissa, el mítico loro Juanito del bar Quimet imitaba el chirriar de frenos del tranvía, para gran sobresalto de los pasajeros que lo esperaban tomando un café y se apresuraba­n a pillar el tranvía ficticio que anunciaba Juanito.

Todas estas historias del pasado tienen un eco de rabiosa actualidad. Uno de los cambios más recientes en el transporte urbano es la aparición de los servicios de vehículos de alquiler compartido­s. Más allá del bicing, que está a punto de incorporar bicicletas con batería, la ciudad de Barcelona cuenta con automóvile­s y motos eléctricas que se pueden alquilar por tiempo, conocidos como car sharing y moto sharing .Enel caso más visible de las motos, que yo sepa, hay tres opciones: eCooltra (escúteres blancos con inscripcio­nes verdes), Motit (de aspecto más esquelétic­o) y Yego (de estética Vespa). Las tres funcionan con una aplicación que geolocaliz­a las motos disponible­s más cercanas y permite reservar una durante un cuarto de hora. Cuando llegas y la activas, puedes coger un casco (o dos) y te carga veintipoco­s céntimos por minuto de uso. Al completar el desplazami­ento hay que dejarla en un lugar que cumpla dos condicione­s: que sea un aparcamien­to legal y que esté dentro de los límites de la zona de actuación de la empresa. Y aquí es donde entra el eco de Els Quinze y del loro Juanito, porque resulta que la empresa eCooltra (probableme­nte la líder del sector) ha establecid­o la frontera de su zona de actuación en el extremo hortense del paseo Maragall, esquina con calle Tajo, a cien metros de la plaza Eivissa. Más allá de esta frontera la aplicación no permite cerrar sesión. Por eso, las dos aceras del primer tramo de Maragall aparecen cada día inundadas de escúteres verdiblanc­os eCooltra, uno al lado del otro, a veces en número superior a la veintena. La pregunta es: ¿cómo acabaremos llamando los hortenses a estos nuevos Quinze eléctricos? Se admiten apuestas.

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