El Brexit impacta en los campus
Los estudiantes temen perder la ayuda económica europea si van al Reino Unido
El fantasma de un Brexit duro, sin acuerdo, se pasea por los campus europeos estos días infundiendo temor a los estudiantes que marcaron con una señal un destino británico en el Erasmus+ del próximo curso. A estas alturas del año no saben qué puede ocurrir con sus estudios. Podría no pasar nada y cursar su semestre o su año universitario, en la plaza asignada, el reconocimiento del título y pudiendo beneficiarse del dinero de la beca. Esto es en lo que confían muchos de ellos y la mayoría de rectores españoles. O podría pasar mucho y hasta quedarse sin plaza, harto improbable pues las universidades británicas forman parte de Erasmus+ hasta la finalización del curso 2020-2021. O bien, como intuyen algunos, poder beneficiarse de unos estudios allí sin mayor coste de matrícula que los de aquí, pero sin la beca económica del programa de movilidad europeo. Esto es, entre 200 y 300 euros al mes. “En estos momentos barajamos muchos escenarios”, responde Màrius Martínez, vicerrector de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), porque es “una situación de enorme incertidumbre”.
Una fecha clave es el 29 de marzo, plazo para que el Reino Unido abandone la UE. Antes se conocerá la decisión del Parlamento británico respecto a un nuevo referéndum o la celebración de elecciones. Y antes, en Madrid, la Conferencia de Rectores (CRUE) se reunirá (el próximo día 14) para determinar planes de contingencia a los posibles escenarios con la voluntad de poder preservar los acuerdos con las universidades británicas y, en lo posible, sufragar a los estudiantes con vias alternativas de financiación sustitutivas del Erasmus+. En esa reunión, el Gobierno estará presente pues se requiere “política de Estado”, según una fuente del sector.
Los estudiantes españoles que se benefician cada año de un Erasmus en el Reino Unido ascienden a más de 4.500, y los británicos acogidos por universidades españolas rondan los 3.800. Existen, por otra parte, 8.000 estudiantes españoles que cursan sus estudios en el Reino Unido de forma ordinaria, es decir, no en programas de movilidad. El Brexit también afecta a un 50% de los proyectos de investigación coordinados por universidades españolas y financiados con fondos del programa marco de I+D+i europeo con la participación de algún socio del Reino Unido.
En Catalunya, el Brexit ha empezado a notarse en la inquietud de los alumnos expresada en las secretarías y en un descenso real de peticiones
Los programas de movilidad 2019-2020 están, en principio, garantizados si la salida no es abrupta
de Erasmus+ a centros académicos del Reino Unido. En conjunto, la opción del Reino Unido es minoritaria en los campus catalanes con respecto al conjunto de destinos. Más de 500 estudiantes, repartidos por distintos centros, las piden, especialmente, por su prestigio y por la lengua. Más de un centenar en la UB, UPF y UAB, en diferentes áreas de conocimiento. En la UPC, aeronáutica, industrial y caminos suman la mayoría de las 76 peticiones.
De hecho, el Reino Unido ya ha notado la caída, no sólo de estudiantes catalanes, naturalmente, sino de cualquier punto de Europa. Se estima que este curso han perdido un 10% de los posgraduados comunitarios, una cifra que desazona a los rectores por la pérdida de talento que significa. De ahí que desplieguen sus esfuerzos para retener a los jóvenes. “Aquí no hay sensación de intranquilidad”, indica Anicet Tibau, estudiante catalán del primer curso de máster en Física Teórica y Matemáticas de la Universidad de Oxford. “Se nos ha asegurado que las tasas para el próximo año serán las mismas, ocurra lo que ocurra”, explica. El temor de este estudiante, uno de los 150.000 comunitarios que acoge los campus británicos, es el visado, la cobertura sanitaria, el precio de los vuelos... “Pero no el centro en el que confío y asumo que todo irá bien”.
Para la estudiante Sabina Guix, la incertidumbre resulta insufrible. Alumna de doble grado de Educación infantil y primaria con mención en lengua inglesa en la Universitat de Vic-Catalunya Central, ha cambiado el destino de Inglaterra por Polonia (Opole). “Yo dependo del dinero de la beca y no quiero encontrarme en una situación difícil cerca de septiembre”, indica. En el mismo campus, Oriol Gay, estudiante de Ciencias de la Actividad Física y Deportivas (CAFE), se arriesga a mantener Liverpool como opción por su grado de especialización en deporte. “Si no me dan la beca, me iré a Holanda”.
Anzhelika Ayrapetyan estudia empresa internacional en la Universitat de Barcelona (UB) y no duda en cursar todo el año en la Universidad de Westminster de Londres aunque se quede sin ayuda Erasmus. “Para eso estoy trabajando este curso”. El 50% de los estudiantes del departamento de Economía y Empresa de la UB han cambiado ya su primera opción a otros destinos europeos. Y este departamento embarca al 25% de todos los alumnos Erasmus de la UB. Montse Cervera, coordinadora de relaciones internacionales, ha trabajado para mejorar los programas de internacionalización de los estudiantes y el hecho de que se impartan grados en inglés ha facilitado la llegada de británicos, poco dados a hablar en lenguas extranjeras, cuyas entidades de origen acogen entonces a más españoles. Tiene convenio con 18 universidades británicas,
cinco de ellas entre las 100 mejores del mundo. De las 46 solicitudes de Erasmus+ al Reino Unido en primera opción, sólo 23 se han concretado, frente a 33 el año pasado.
Daniel Jones-Carrion, de Liverpool, estudiante este año de ADE en Vic, lamenta que sus compañeros ingleses pierdan esta experiencia por un referéndum en el que no pudieron votar. “Muchos de mis amigos –indica– no tenían aún la edad suficiente y no pudieron decidir en algo en lo que ahora son los principales perjudicados”.