Reunión de amigos
Javier Pérez Andújar publica ‘La noche fenomenal’, una Barcelona cómica y trágica
Barcelona es el telón de fondo sobre el que Javier Pérez Andújar dibuja La noche fenomenal, disparatada historia donde el autor de Sant Adrià reúne un elenco de amigos para vivir situaciones que jamás sucederían en la vida real.
Pérez Andújar ha vuelto a hacerlo. Arrancar una sonrisa en los lectores desde la lucidez, el absurdo, la humildad y el talento. La noche fenomenal (Anagrama) nos brinda una divertida y melancólica novela de aventuras en una Barcelona en vías de desaparición. “Somos los últimos en vivir la cultura como la entendimos hasta ahora”, mantiene.
Javier Pérez Andújar (Sant Adrià de Besòs, 1965) ya nos había emocionado con su mezcla de heterodoxia, timidez y erudición en Los príncipes valientes, Catalanes todos o Paseos con mi madre. Ahora la propuesta es disparatada: el equipo de un programa de televisión sobre fenómenos paranormales descubre hechos anómalos en la misma Barcelona. Unos agujeros se tragan a seres que serán transformados.
Para rematar la jugada, la ciudad (“donde no para de llover, me gusta ese gris”) es azotada sísmicamente por la meteorología y unos personajes de otra Barcelona piden auxilio al programa de ese grupo de amigos, llamado La noche fenomenal. Una pasarela de seres singulares se nos abre en canal: De Diego, el Jugador de Ajedrez, Paulina, Ro, Hermosilla, Ángel (basado en la figura del periodista Emilio Manzano, cuyas bondades destila el autor), Comajuan (misterioso jubilado enganchado al rock andaluz), Isis o Batlló, el mítico Batlló de la librería Taifa al que visitaba Pérez Andújar, dice, para imantarse “porque jamás conocí a nadie tan profundamente hecho de literatura”. Un Batlló que existió y murió, “y que puso todo su empeño en ser un proscrito...”
Una novela desenfrenada, loca, llena de sentimiento, estrafalaria, romántica. Poética. Como apuntan sus editores, Pérez Andújar es una de las voces más sorprendentes, descacharrantes, mestizas y libres de nuestra literatura.
Aunque dice que sabe escribir y no hablar, resume de maravilla: “La intención, la cuestión, de este libro era coger a todos mis amigos y meterlos en una obra delirante viviendo cosas que siempre hubiéramos querido y nunca ocurrirán”. De ahí que el lema del libro sea una cita de La búsqueda del Santo Grial, anónimo del siglo XIII: “Vayamos a buscar lo que no encontraremos”.
Advierte el autor que ama la literatura desde aquel primer Platero yyo que le compró su madre a los cinco años. Que adora lo paranormal por ser ateo (“siempre me gustó más aquello en lo que no creo que aquello en lo que creo”), copia de las novelas de caballerías, sigue las noticias de paleontología y esoterismo, necesita un pretexto delirante para creerse algo y, sobre sus libros, da barra libre al lector.
Aprovecha para meter en ficción (a la que promete dedicar la próxima década) todo su mundo: “Me di cuenta de que estaba en un callejón sin salida. Un libro más ¡y caía en hacer mi biografía! La sociología me estaba devorando, sólo la ficción salva la literatura”. Aunque pensándolo bien, concluye, “ya veis: quiero huir de mí ¡y acabo el libro en las tres chimeneas Sant Adrià! O me traicionaría”.
“¿Quién dijo que eran feas porque fuesen chimeneas?”. Juega con ventaja, Pérez Andújar, porque sabe que lo leemos como si estuviéramos en familia. Y con ello uno se lo perdona todo.
“La cuestión era coger a mis amigos y meterlos en una obra delirante viviendo cosas que hubiéramos querido”