Marruecos lesiona los derechos humanos
Amnistía Internacional constata importantes retrocesos en la protección a las personas, que Rabat niega rotundamente
La realidad es desesperante”, dice Mohamed Sektaoui, secretario general de Amnistía Internacional en Marruecos, y corresponde al balance presentado recientemente sobre la situación de los derechos humanos en el norte de África y, más en concreto, en este país. Una situación que, en opinión de la organización, ha empeorado en los últimos meses.
Para el Gobierno islamista marroquí, que dirige El Othmani, se trata de “conclusiones arbitrarias, desprovistas de toda objetividad”. Rabat señala que Amnistía Internacional presenta “casos aislados” como si se tratara de la regla general, y lo hace con “rumores e informaciones falsas”.
El informe de Amnistía cita de manera especial la detención y condena a severas penas de prisión de 53 personas por participar en los acontecimientos de la región del Rif, entre ellos su principal líder, Nasser Zefzafi, condenado a veinte años de cárcel y cuyo estado de salud se desconoce. Amnistía lamenta esta situación y exige la libertad de todos los detenidos, pero el caso del levantamiento rifeño no es el único que critican.
La libertad de expresión, de reunión y de asociación; la equidad de la Justicia; la protección a los más desfavorecidos; el respeto a la libertad sexual; las persecuciones contra inmigrantes subsaharianos o el retroceso en el derecho al aborto son campos relacionados con los derechos humanos en los que Marruecos presenta serias carencias.
“Nosotros hemos advertido muchas veces al gobierno de Rabat que el único camino hacia la democracia es el respeto de los derechos del hombre, pero siguen haciéndose los sordos”, se lamenta Salah Abde- laoui, director de la oenegé en Marruecos. Amnistía acusa al Gobierno marroquí de que “por primera vez en mucho tiempo nuestras actividades han sido prohibidas y vetado el acceso de los investigadores”.
El tema del respeto a los derechos humanos es especialmente sensible en el Palacio Real. Mohamed VI reiteró, con motivo del aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Humanos, “el compromiso permanente de Marruecos hacia los nobles valores y principios que fueron consolidados por este acto histórico y los derechos humanos en su universalidad y globalidad”. La embajada de Marruecos en Madrid recuerda que el soberano tiene un “interés particular en la ampliación de las libertades fundamentales, en el arraigo de las prácticas democráticas y en el refuerzo de las instituciones, como parte de una nueva concepción de la autoridad en la que el ciudadano ocupa el centro de las políticas públicas”.
Amnistía, sin embargo, cita cinco casos de periodistas que han sido detenidos y condenados a prisión por ejercer su libertad de expresión, en unas condiciones de aislamiento, alejamiento de sus lugares de residencia y dificultad para acceder a sus abogados. Enumera también varias organizaciones que han sido disueltas, como la asocia- ción cultural Racines, prohibida por los comentarios realizados en una tertulia. También las condenas a varios años de prisión por el mero hecho de manifestarse y las persecuciones a que son sometidos los inmigrantes subsaharianos, entre ellos mujeres embarazadas y niños, víctimas cada cierto tiempo de redadas indiscriminadas por parte de la policía, que les termina abandonando en el desierto fronterizo con Argelia.
Las fuentes gubernamentales insisten en que Amnistía tergiversa la verdad. Defiende las condenas de los rifeños o de los periodistas porque “se trata de criminales que han incitado al terrorismo y la violación”. También llaman la atención sobre el hecho de que Marruecos mantiene desde el año 2013 una política pionera en la regularización de inmigrantes irregulares “que ha sido alabada por todo el mundo”.
Como argumento casi definitivo, Rabat lamenta “la doble vara de medir” de Amnistía Internacional, que no se pronuncia sobre los marroquíes secuestrados desde hace décadas en los campos de Tinduf (Argelia), ni menciona la dramática situación en la que vive la población de esos campos de refugiados saharauis. Para Marruecos, Argelia es el país del norte de África que pisotea realmente los derechos humanos.
Amnistía lamenta la represión en el Rif, la escasa libertad de expresión y el abuso a los inmigrantes