La Vanguardia

Votar en la tiranía de Kim

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

Asu manera, Corea del Norte celebró ayer su particular fiesta de la democracia. El país, gobernado con mano de hierro desde hace más de siete décadas por la dinastía Kim, cumplió con parte de los requisitos que se esperan en una cita como esta, como las colas de votantes entusiasta­s a las puertas de los colegios electorale­s, la presencia de urnas o la satisfacci­ón que asalta al ciudadano que cumple con el deber para con su patria. Sin embargo, al contrario que en las democracia­s al uso, aquí sólo existe un ganador posible y no hay resquicio para la sorpresa.

Cada cinco años, el país asiático elige a los 687 miembros (uno por cada circunscri­pción electoral) de la Asamblea Popular Suprema, el Parlamento norcoreano. Toda persona mayor de 17 años tiene la obligación de votar, con lo que el nivel de participac­ión en el 2014 fue del 99,97%. Una vez en la cola, el votante recibe una papeleta con tan solo un nombre. Sin huecos que completar o casillas para marcar, lista para introducir­la en la urna que está a la vista.

En teoría, las personas pueden utilizar la cabina electoral para depositar su voto en privado, pero eso despertarí­a sospechas y nadie lo hace. En teoría, el votante puede tachar el nombre del postulante que aparece en la papeleta, pero eso también despertarí­a sospechas y tampoco nadie lo hace.

Con este sistema, el resultado está cantado. Cada candidato obtiene el 100% de los votos y la participac­ión roza también la totalidad del censo.

“Consideram­os a todas las personas en nuestro país como una sola familia, así que nos uniremos en uno solo y votaremos por el candidato acordado”, dijo a la agencia AFP la funcionari­a de la Unión de Mujeres Socialista­s, Song Yang Ran.

La votación de ayer domingo en Pyongyang tuvo lugar en una atmósfera carnavales­ca, con niños ataviados con pañuelos rojos desfilando por las calles para alentar a los votantes a cumplir con el ritual y bandas de música tocando en los centros. Una vez cumplida la primera obligación, llega la segunda: unirse a los grupos de animadores que aguardan en el exterior para expresar su felicidad al líder por haber recibido el honor de poder expresar sus preferenci­as políticas mediante el voto.

Para Andrei Lankov, director del Korean Risk Group, estos comicios son un “ritual obligatori­o” con el que reforzar la lealtad al Gobierno y la unidad nacional, y se suman a muchos otros rituales similares, como los desfiles en las fiestas señaladas.

Además, son una respuesta a la necesidad de legitimar al Gobierno “simulando un procedimie­nto democrátic­o”, ya que permiten a las autoridade­s aducir que han recibido un mandato del pueblo.

Los estados comunistas de estilo soviético –como Corea del Norte– tienen una larga tradición de celebrar elecciones generales, incluso si el partido gobernante ignora sus propias reglas sobre la celebració­n de congresos regulares, algo que sucedió en Corea del Norte durante más de 30 años.

El ejemplo está ahí al lado, en la vecina China, donde la democracia real brilla por su ausencia, como es patente estos días en que se celebra la sesión anual de la asamblea legislativ­a. En sus 65 años de historia, este Parlamento de pega jamás ha echado para atrás ni un solo proyecto de ley de todos los presentado­s, lo que no impide que Pekín lo esgrima como ejemplo de su particular sistema democrátic­o.

Algunos analistas consideran que el régimen norcoreano puede usar estos comicios para tratar de enviar un mensaje de cohesión nacional a sus ciudadanos tras el reciente fracaso de la cumbre de Hanói entre los líderes de Pyongyang y Washington. Como dijo el diario local Rodong Sinmun, los comicios subrayarán “la inquebrant­able convicción de la gente a la hora de confiar y apoyar al líder supremo en todo momento”. Los resultados se sabrán en un par de días.

Corea del Norte celebró ayer elecciones a la Asamblea Popular, sin opción de elegir candidatos

Ningún elector se atreve a utilizar las cabinas de voto o tachar el nombre del candidato oficial

 ?? ED JONES / AFP ?? Orden y fiesta. Los norcoreano­s, como estos de Pyongyang, se visten de domingo para votar por su amado líder, Kim Jong Un (abajo)
ED JONES / AFP Orden y fiesta. Los norcoreano­s, como estos de Pyongyang, se visten de domingo para votar por su amado líder, Kim Jong Un (abajo)
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