La Vanguardia

Calidad democrátic­a

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Supongamos que en las elecciones legislativ­as los diputados son elegidos directamen­te por los ciudadanos, como por ejemplo hacen los ingleses o los franceses, en circunscri­pciones pequeñas en las que los electores conocen bien a los candidatos. Supongamos además que al presidente del poder ejecutivo lo elegimos los ciudadanos directamen­te en unas elecciones separadas, como por ejemplo hacen también los franceses. ¿Qué cambios supone ese escenario respecto del que actualment­e tenemos en España?

Pues tres avances muy relevantes. 1) Mejora la representa­ción ciudadana en el poder legislativ­o, ya que los diputados deberían su escaño a los ciudadanos, no a los partidos. 2) Refuerza la legitimida­d democrátic­a del gobernante, que debería su cargo a los ciudadanos, no a los diputados. 3) Separa al poder ejecutivo (gobernante) del poder legislativ­o (diputados), porque de este modo ambos poderes emanan de elecciones separadas.

En resumidas cuentas, supondría una mejora muy notable de la calidad democrátic­a –un asunto del que se habla mucho y se concreta poco– que sólo requiere la modificaci­ón de dos artículos de la Constituci­ón (68 y 99), y la ley electoral que los desarrolla.

M. YAGÜE GÓMEZ-REINO Barcelona

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