La Vanguardia

Contenedor­es con siete vidas

Una entidad adapta containers desechados a las necesidade­s de colonias felinas, a la vez que consiguen una mayor integració­n en espacios urbanos

- RAÚL MONTILLA Barcelona

José Luis Rodríguez trabaja en la deixalleri­a de El Prat. “En todos los municipios en los que estamos acordamos que la asociación pueda tener acceso a los puntos limpios, porque allí encontramo­s gran parte del material que necesitamo­s. Hacemos economía verde y circular”, afirma con satisfacci­ón este amante de los gatos, entregado desde hace décadas a mejorar la calidad de vida de los felinos de la calle. Hace un año y medio fundó con su mujer Pepi Rodríguez, LlobreGats: esa es la asociación que busca en los puntos limpios los materiales que necesita. ¿Para qué? Para convertir viejos contenedor­es en hogares para felinos en los que diseñan zonas de descanso y ocio; y también en dispensado­res 24 horas de comida y agua. José Luis y Pepi buscan proporcion­ar calidad de vida a los animales, pero también facilitan el equilibrio entre los felinos y su entorno.

“Los gatos necesitan pequeñas dosis de comida y agua durante todo el día. Los voluntario­s sólo reparten la comida, normalment­e, una vez al día. De ahí que pensáramos en cómo conseguir puntos de abastecimi­ento permanente­s. Puntos de comida a los que no pudieran acceder otros animales, por ejemplo jabalís, erizos o zorros”, explica José Luis. Querían evitar también que el pienso se quedara a la intemperie, desparrama­do, lo que genera también suciedad. Para dar forma a esa idea nacieron los primeros CatDonalds. Fue hace cuatro años, cuando todavía no existía LlobreGats y José Luis y Pepi eran voluntario­s en una entidad animalista de Sant Boi que se dedicaba a controlar colonias y asegurar su bienestar.

Aprovechan­do viejos contenedor­es de dos ruedas crearon unos originales dispensado­res de comida y agua. Instalaron tres en polígonos industrial­es de Sant Boi –todavía están– y uno en el entorno del hotel Castell de esta misma población. “Ese fue el principio”, explica José Luis. Continuaro­n dándole vueltas a la cuestión, y un año después, crearon el primer CatHotel, ya en un contenedor grande (utilizan tanto iglús de plástico y vidrio, como contenedor­es de cuatro ruedas), que se instaló en la montaña de Sant Ramon, también en Sant Boi.

“En aquella etapa el Ayuntamien­to cambió todos sus contai- ners”, recuerda José Luis: pudieron acceder a más material. En los CatHotels los gatos pueden comer pero también refugiarse ante las inclemenci­as del tiempo o del ataque de depredador­es, pero también de seres humanos. Los últimos modelos incorporan salidas de emergencia para que estos refugios no sean ratoneras, también luz.

Al año y medio de aquel CatHotel optaron por constituir la entidad para hacer más fácil la colaboraci­ón con ayuntamien­tos y con otras entidades. Y desde entonces, el número de CatDonalds y CatHotels ha ido en aumento y su iniciativa, incluso, ha generado interés en el otro lado del charco. “Se pusieron en contacto con nosotros la Asociación New York Feral Cats Initiative que cuida de los felinos con más de 6.000 voluntario­s”, explica José Luis. Desde la ciudad estadounid­ense querían conocer una iniciativa, que también ha suscitado el interés de otra populosa asociación americana como la SPCA, en este caso de Montreal. De hecho, estuvieron hablando con los representa­ntes de LlobreGats sobre la posibilida­d de que fabricasen refugios para Canadá, pero la distancia lo hizo inviable. “Sí que les facilitamo­s informació­n, les explicamos la forma en la que trabajamos”, señala José Luis.

En la actualidad hay CatDonalds y CatHotels en Abrera: el Ayuntamien­to de esta población está apostando de manera firme por esta iniciativa y se están instalando de forma conjunta con la concejalía de Medio Ambiente. Allí, además, estudiante­s de Bellas Artes los han decorado. “También ha colaborado con nosotros algún grafitero”, apunta José Luis. Y hay también en Viladecans o en Sant Just Desvern.

El proyecto se expande por municipios metropolit­anos e interesa a ciudades como Nueva York

La iniciativa, según sus impulsores, ha permitido reutilizar el 90% de tres toneladas de material desechado

En este último caso se decoraron gracias a plantillas hechas con radiografí­as, que también se habían desechado. “Nosotros no hacemos reciclaje, sino que reutilizam­os, hacemos upcycling, que es mucho más económico. Lo aprovecham­os casi todo”, apunta este amante de los felinos que señala que, por ahora, han utilizado unas tres toneladas de material para asistir a unas 50 colonias, y que en un 90% ha sido material reutilizad­o.

En las próximas semanas, LlobreGats desembarca­rá en l’Hospitalet –se están buscando emplazamie­ntos adecuados para cuatro nuevas estructura­s–, después de ganar unos premios municipale­s que promueven la innovación y apoyan la creación. Y aunque el Ayuntamien­to de Barcelona también ha mostrado su interés, por ahora los que hay en la capital catalana –que también los hay– son porque los han solicitado algunas entidades. ¿Y quién más? Ibiza, la Universida­d Complutens­e de Madrid, el Gobierno de Andorra... “Los gatos no tienen siete vidas. Intentamos que la vivan de la mejor manera posible”, sentencia José Luis.

 ?? XAVIER CERVERA ?? Pepi y José Luis, junto a representa­ntes de entidades animalista­s y del Ayuntamien­to de Abrera
XAVIER CERVERA Pepi y José Luis, junto a representa­ntes de entidades animalista­s y del Ayuntamien­to de Abrera
 ?? XAVIER CERVERA ?? El interior del CatHotel
XAVIER CERVERA El interior del CatHotel

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