Hombreras en clave femenina
El atributo más ochentero vuelve como una de las grandes tendencias del 2019
Los trajes estructurados con grandes hombreras que llevaba Melanie Griffith en Armas de mujer o las elegantes americanas de Margaret Thatcher como primera ministra del Reino Unido representaban la silueta femenina más endurecida de los ochenta. Por aquel entonces, el concepto de mujer trabajadora estaba inevitablemente ligado a la palabra hombreras.
El pasado enero, Céline Dion se paseó por las calles de París, durante la Semana de la Moda de la alta costura, con estilismos con hombreras muy marcadas. Lo hizo con un traje de dos piezas en color metalizado de Ronald van der Kemp y con un mono negro de Alexandre Vauthier.
En su versión más discreta, este atributo aporta solidez a la espalda y una poderosa imagen rectangular, en la más exagerada se asocia con la silueta de un triángulo, característica de los jugadores de fútbol americano. Los hombrospagoda –que simulan las cornisas de los templos asiáticos– se erigían como una herramienta de manipulación anatómica que proyecta visualmente una sensación de mayor seguridad. Yves Saint Laurent o Pierre Cardin fueron de los primeros en rescatarlas a finales de los setenta y convertirlas en su seña de identidad. Después vendrían las deconstrucciones de Yssey Miyake o el estilo desenfrenado de Maison Margiela.
Desde su llegada a Balmain, un jovencísimo Olivier Rousteing se obsesionó con la idea de traer de vuelta este atributo que en su día popularizó Christophe Decarnin en la firma francesa. Lo hizo con su primera colección en el 2011 y ha seguido hasta ahora con chaquetas y americanas que parecían inspiradas en los años más gloriosos de Michael Jackson.
Lady Gaga se vistió a finales de octubre con “un traje de hombres hecho para mujeres” que ponía especial énfasis en las hombreras. “Quería recuperar el poder”, dijo durante su discurso en la gala Women In Hollywood, un guiño satírico a la cultura yuppie que reinó en los ochenta en América. Más allá del mensaje de la artista, personalidades como Emma Stone en los Oscars y Janelle Monáe en los Grammy han elegido diseños con hombros prominentes. La primera, nominada a mejor actriz de reparto por La favorita, con un vestido de Louis Vuitton repleto de lentejuelas y la segunda, nominada a álbum del año y mejor vídeo musical, con un traje de alta costura de Jean Paul Gautier.
Desde el personaje de Melanie Griffith en Armas de mujer a Lady Gaga, la significación de las hombreras ha ido siempre más allá de lo meramente estético. En el primer caso para encajar en un mundo liderado por hombres y en el segundo para denunciar la desigualdad de género en la industria del cine. Treinta años después, aquellas mujeres que se enfundaban unas hombreras para asemejarse al aspecto masculino hoy lo han convertido en un símbolo de empoderamiento femenino.
Las hombreras se erigían como una herramienta de manipulación anatómica que proyecta una sensación de mayor seguridad