La poesía del drama
YANNIS BEHRAKIS (1960-2019) Fotógrafo griego Ganó el premio Pulitzer por la crisis migratoria del 2016 que tanto afectó a Grecia, su país
Mi misión es contarte la historia y tú decides lo que quieres hacer”. Yannis Behrakis resumía así su función. Lo hacía después de que se llevara el premio Pulitzer por la cobertura de la crisis migratoria del 2016. Fotos de personas amontonadas o de un padre intentando alcanzar la orilla de la isla de Lesbos con sus hijos llorosos en brazos. “Fotos para que nadie pueda decir: no lo sabía”, resumía.
Behrakis, uno de los fotógrafos más premiados de Reuters, murió el pasado día 2 de un cáncer a los 58 años. Su última larga batalla, como señalaba la agencia de noticias. En el recuerdo quedan muchas otras guerras de las que dejó constancia. Por ejemplo, la imagen del entierro de un niño kosovar, en 1998, donde con un movimiento de zoom creaba la sensación de que el alma del pequeño salía del cuerpo. O la mirada de intensos ojos verdes de un talibán, en Kabul en el 2001. O el autorretrato que se hizo tras sobrevivir a una emboscada en Sierra Leona un año antes.
Aquel día murieron dos de los tres fotógrafos con los que iba. Acompañaban a un convoy por la selva cuando les atacó un grupo rebelde. Se salvó arrastrándose a través de la maleza y escondiéndose durante horas. Con la cara marcada por la sangre, se hizo una foto al salir por fin al camino.
Durante más de treinta años cubrió muchos de los conflictos que han sacudido la política internacional, desde Afganistán a Chechenia y las “primaveras árabes”. Estaba cuando la noticia ocurría al otro lado del mundo, como el terremoto de Cachemira, y cuando llamaba a las puertas de su casa en Grecia con la crisis de refugiados. “Voy para mostrar lo mejor y lo peor de la condición humana”, explicaba.
Una película de 1983, Bajo el
fuego, la historia de unos reporteros en la Nicaragua previa a la caída de Somoza, abrió su vocación de fotoperiodista.
Empezó en Grecia como autónomo, hasta que Reuters le ofreció cinco años después su primer encargo exterior: cubrir una intervención de Muamar el Gadafi en Libia. En medio de una muralla de periodistas, Behrakis logró infiltrarse hasta ponerse al lado de Gadafi. Al día siguiente su foto fue portada en diarios de todo el mundo.
A Behrakis le encantaba viajar tanto como odiaba la guerra. Pero el sentido de camaradería que veía en los conflictos hizo que, pese a la dura experiencia de Sierra Leona, no rechazara estar en primera línea. Esas fotos le valieron numerosos premios, entre ellos el World Press Photo, por la instantánea en Kosovo, en 1999, que recoge el momento en que la viuda de un militar se desmaya durante el funeral. “Pocos como él se esforzaban tanto hasta lograr explicar la historia de la manera más veraz y también más artística posible”, recordaba su compañero Goran Tomasevic.
En años recientes, había asumido la dirección de la agencia en Grecia y en ese cargo vivió la llegada masiva de migrantes a las costas de su país. Como padre de dos hijos, Behrakis se sintió especialmente impactado por lo que estaba pasando. Se involucró como nunca en captar aquel drama. De allí salió una de sus fotos más icónicas, la de un padre empapado por la lluvia y besando tiernamente a su hija en una carretera entre Grecia y Macedonia. “Me encantaría ser ese padre, creo que a cualquier niño querría un padre así”, explicaba Behrakis.