El maratón de Barcelona da el gran salto
Alemu Bekele, bahreiní de origen etíope, arrolla el récord del maratón de Barcelona al registrar 2h06m04s
En el maratón se corren 30 kilómetros con las piernas, diez con la cabeza, dos con el alma y 195 metros con los ojos llenos de lágrimas Refranero del maratón
Ayer, Xavier Bonastre ofrecía la cita que abre la crónica. Lo hizo mientras retransmitía la carrera en televisión: cuando se acaba el maratón, la meta se cruza con lágrimas en los ojos.
Es así en el caso de los maratonianos. Y en ocasiones, en el de los organizadores. Gerardo Prieto también lloraba ayer. Es el agente que cada invierno se va a buscar talentos a las tierras altas de Kenia y Etiopía. Lágrimas de felicidad.
–Lo confieso. He llorado –contaba Prieto, emocionado, disfrutando de un momento único: la Marató de Barcelona había entrado en una nueva dimensión.
Minutos antes, un abanico de africanos había roto el récord de la prueba barcelonesa. Lo habían hecho cinco africanos y una africana. Y así, de un plumazo, la Zurich Marató de Barcelona había entrado en otra liga. Recapitulemos.
Alemu Bekele (28), bahreiní de origen etíope, había registrado 2h06m04s: sale a un ritmo de 2m59s por kilómetro. Casi un minuto y medio por debajo de las 2h07m30s que Jackson Kotut había firmado hace nueve años. Otros cuatro africanos mejoraron la marca de Kotut. Y nueve, en total, bajaron de las 2h10m. Y entre las mujeres, se lució Kuftu Tahir (24), etíope, cuyos 2h24m44s borraron los 2h25m04s de Helen Bekele (2017).
Alemu Bekele dijo:
–Esto ni me lo creo.
Lo dijo hablando bajito, se diría que incrédulo: ahí iba un tipo tímido superado por las circunstancias. Horas antes, había amanecido con una mejor marca de 2h11m20s.
–Sabía que estaba en un buen momento de forma. Pensaba que bajaría de las 2h10m. Pero llegar hasta 2h06m...
De hecho, fueron 2h06m04s pelados. Es decir, casi 2h05m. Y los organizadores, ambiciosos, aún rechinaban de dientes.
–Es que si llega en 2h05m, nos ponemos en un nivel estratosférico –decía Cristian Llorens. Es el director de la carrera.
La lectura es importante. Nos confirma que los organizadores han encontrado un recorrido solvente. Nada que ver con la ruta de la N-II, aquella travesía en el desierto que se había prolongado por una década, entre los ochenta y los noventa, cuando los maratonianos corrían desde Mataró a Barcelona, y todo ello antes de afrontar la propina: el ascenso al Estadi Olímpic de Montjuïc, una trampa que mediatizaba los ritmos y aterrorizaba a los corredores. La cifra de inscritos rondaba los 2.000.
En aquel entonces, la prueba estaba amateurizada. La ciudad vivía de espaldas al maratón. No había espectadores en les Rambles. Los conductores pitaban a los maratonianos, que avanzaban con la cabeza gacha, acaso sintiéndose furtivos. Le habían robado la calzada al coche.
Eso creían. Eso sentían. Restablecer la carrera en el imaginario popular fue un ejercicio de marketing y toma de conciencias. Fue un proceso largo cuyo desenlace ha ido tomando forma en la última década. Cada año crecía el número de atletas. Ayer participaron 17.465 maratonianos, un 2% más que el año pasado. De ellos, la mitad venía del extranjero. Y el 20% eran mujeres.
Las cifras nos han ido contando que la carrera goza de buena salud. Y de cierto pedigrí en el escenario internacional. Le faltaba un abanico de marcas interesantes. Los registros de ayer la colocan a la altura de gigantes como París, Rotterdam o Hamburgo.
Bienvenidos al futuro.
ABANICO DE PLUSMARCAS Cinco atletas africanos batieron la plusmarca de Jackson Kotut; y nueve, en total, bajaron de 2h10m
RÉCORD ENTRE LAS DAMAS Kuftu Tahir, etíope, también borró la plusmarca de la carrera femenina: marcó 2h24m44s