La Vanguardia

El hospital Clínic clama por la falta de espacio, que pone en riesgo una medicina puntera

La situación es límite: la nueva tecnología no cabe en los quirófanos, y alrededor de las camas de los pacientes apenas quedan centímetro­s

- ANA MACPHERSON

Habitacion­es en las que los pacientes comparten como pueden muy pocos metros, pasillos aprovechad­os al máximo, quirófanos en los que ya no es posible ubicar la nueva tecnología... El hospital Clínic lanza una voz de alarma ante la falta de espacio y de proyectos para su ampliación o traslado. Un estrangula­miento que amenaza su futuro, a pesar de la excelencia médica que ahora mismo acredita este centro hospitalar­io barcelonés.

La circulació­n del personal por pasillos que sirven de almacén, de despacho, de zona de entrenamie­nto rehabilita­dor, de sala de espera o de aparcacami­llas –con enfermo incluido hasta que se desaloje otro espacio– requiere cierta gracia. Casi nadie se choca, todos se mueven con armonía y amabilidad, como un cruce bailando sevillanas. “Estamos adaptados”, es la frase que repiten en trauma, en farmacia, en microbiolo­gía o en urgencias.

En el Clínic hace años que no se cabe. A lo largo de sus 113 años de historia han multiplica­do como un milagro de los panes y los peces los metros cuadrados a base de cortar plantas por la mitad para sacar dos, edificar en medio del claustro, colocar prefabrica­dos en los rincones más o menos libres aun cegando los ventanales y enviando a calles cercanas consultas, oficinas...

“Llevo años recorriend­o el hospital por mi enfermedad crónica y puedo asegurar que no hay un milímetro desaprovec­hado”, resume el periodista Josep Maria Martí, exdirector de la Ser en Catalunya y miembro desde hace dos años del consejo de usuarios y pacientes que asesora al hospital. “No caben”.

“Un tratamient­o magnífico, pero se percibe un gran agobio. Todo está muy junto. Para los pacientes y para los profesiona­les. Cuando visito a mi médico, una eminencia en hematologí­a, le veo en un espacio minúsculo en el que hay que mover la silla para entrar y para salir si quieres abrir la puerta. Necesitan expandirse para no malograr su labor. Siempre están a la cabeza de investigac­iones, ensayos, nuevos tratamient­os, nueva tecnología, pero esta restricció­n física amenaza su futuro”, explica Antón Costas, economista y actual presidente de la fundación Cercle d’Economia y también miembro del consejo de usuarios y pacientes del hospital.

El comité de Delegats Mèdics

cree que su tarea asistencia­l, docente y de investigac­ión está gravemente limitada por la restricció­n del espacio y así lo ha hecho llegar a la dirección en una carta en la que manifiesta­n su apoyo a la búsqueda urgente de espacios para ampliar el hospital ya. Porque no caben.

Llevan años hablándolo. Décadas de sucesivos planes que no han progresado, como el edificio de bomberos del otro lado de la calle que sigue en barbecho y sin futuro. Debajo pasa el AVE.

Ahora el hospital se siente absolutame­nte al límite de sus posibilida­des: desde todas las instancias reclaman una solución física. Un lugar donde levantar un nuevo edificio dimensiona­do con parámetros de este siglo. Y advierten que hay que contar que cualquier proyecto de este tipo tiene diez años por delante para hacerse realidad. Y si no empiezan ya, cuando se cumpla el plazo el Clínic ya no podrá ser emblema de una medicina puntera y en evolución. Estarán estrangula­dos.

Desde el Departamen­t de Salut aseguran que este año será clave para definir el futuro del hospital, que la opción mejor sería su traslado a una manzana más allá, en el recinto de la Escola Industrial, dependient­e de la Diputación, “pero no se descartan otras alternativ­as”, dicen oficialmen­te en Salut.

Prácticame­nte todos los grandes hospitales de Catalunya se han puesto al día físicament­e en los últimos 20 años, “menos nosotros”, apunta Ferran Masanés, presidente del comité de delegados médicos.

“Hay ascensores que no podemos usar con pacientes críticos porque solo cabe exactament­e una camilla y un camillero. ¿Cómo lo remontamos si se para?”, plantea Miquel Sanz, presidente del comité de delegados de enfermería. “Lo mismo en las habitacion­es. Para maniobrar sobre el enfermo tenemos que sacar primero la mesilla y a veces al otro enfermo que comparte cuarto. No caben los profesiona­les ni los aparatos. Y para mover a los pacientes, acabas tirando de tu espalda. No cabe la grúa”.

Algo parecido pasa con la tecnología. Ferran Masanés explica cómo en los quirófanos los equipamien­tos más avanzados crecen en capacidade­s y en tamaño, y como el espacio es el mismo, no cabe todo. Hay que dejar fuera piezas que entran y salen. “O en urgencias, donde los pacientes y sus acompañant­es se tocan literalmen­te si se sientan a la vez en el box, pensado para un paciente y siempre ocupado por dos. Si ellos se tocan, imagina lo que es atenderles”.

No hay muchas quejas, aseguran, “porque se suple con un sobreesfue­rzo de los profesiona­les”, defienden. En el pasillo que enlaza el edificio vertical de urgencias –instalado en una esquina del claustro hace 37 años– con un prefabrica­do –provisiona­l desde hace muchos años– para atender a los pacientes que quedan en observació­n, las camillas van colocándos­e ordenadame­nte. El paciente espera a veces horas, con todas sus necesidade­s incluidas. Un cartelito sobre cada camilla recuerda que hay que respetar su intimidad. En los ordenadore­s del control se apiñan los profesiona­les introducie­ndo y analizando datos para que la atención no se demore ni un minuto más de lo imprescind­ible. Les separan unos palmos de las cortinas de los pacientes.

Parte de los servicios del hospital están repartidos por la Maternidad (ginecologí­a y oftalmolog­ía), por otros centros (una planta en la Platón y acuerdos con Sagrat Cor), o la rehabilita­ción y consultas externas (enfrente en la calle Casanova/ Rosselló).

“Empezaremo­s obras pronto en esta planta”, explica Maribel Baños, coordinado­ra de Trauma. Es la sala más anticuada, donde cada dos habitacion­es comparten baño. Las nuevas serán más dignas, pero del mismo tamaño. “Un tetris”, resume. Aprovechan la escalera para entrenar antes de la operación de rodilla (500 al año). El tratamient­o, la preparació­n, la recuperaci­ón, los resultados, impecables. El espacio, no. Los médicos usan despacho de seis en seis. Las aulas de formación “nos las prestan”.

En Microbiolo­gía (referente para trasplante­s o enfermedad­es infecciosa­s) la maquinaria más sofisticad­a y moderna forma una apretada fila en un pasillo donde a veces es difícil refrigerar. La palabra que más se oye es “perdón, paso”.

La estrechez incluso compromete nuevos recursos que ofrecen potenciale­s mecenas. “No sabemos dónde ponerlos”. Josep Maria Campistol, su director general, reconoce que invierten mucho talento y esfuerzo en ese tetris en el que cada día se mueven miles de personas, casi un millón de pacientes al año. “Nos está limitando el conocimien­to y el modo de hacer las cosas”.

INAUGURADO EN 1906

Los profesiona­les reclaman un nuevo edificio adaptado a la medicina que practican

AGOBIADOS

La nueva tecnología no cabe en los quirófanos; alrededor de las camas quedan centímetro­s

 ?? XAVIER CERVERA ?? No cabe ni un alfiler.La densidad de pacientes y personal médico es evidente en las instalacio­nes del Clínic
XAVIER CERVERA No cabe ni un alfiler.La densidad de pacientes y personal médico es evidente en las instalacio­nes del Clínic
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 ?? XAVIER CERVERA ?? Multiusos. En el pasillo del sótano concurren transporti­stas que depositan mercancías para los quirófanos, las habitacion­es, las consultas, los laboratori­os... juntoa mecánicos que reparan camillas, pacientes en busca de medicación en la farmacia y personal que trabaja
XAVIER CERVERA Multiusos. En el pasillo del sótano concurren transporti­stas que depositan mercancías para los quirófanos, las habitacion­es, las consultas, los laboratori­os... juntoa mecánicos que reparan camillas, pacientes en busca de medicación en la farmacia y personal que trabaja
 ?? XAVIER CERVERA ?? Se aprovecha todo. El pasillo que enlaza urgencias con un edificio provisiona­l prefabrica­do para atender a pacientes que deben quedar en observació­n se suele llenar también. En fila y con recomendac­iones de respeto a la intimidad, se colocan las camillas y sus ocupantes que esperan a ser atendidos en un box de urgencias. Cada milímetro construido , por muy provisiona­l que sea, se acaba aprovechan­do
XAVIER CERVERA Se aprovecha todo. El pasillo que enlaza urgencias con un edificio provisiona­l prefabrica­do para atender a pacientes que deben quedar en observació­n se suele llenar también. En fila y con recomendac­iones de respeto a la intimidad, se colocan las camillas y sus ocupantes que esperan a ser atendidos en un box de urgencias. Cada milímetro construido , por muy provisiona­l que sea, se acaba aprovechan­do
 ?? XAVIER CERVERA ?? Farmacia para 800. La farmacia del hospital está robotizada, como todas. Cada orden de medicación verificada y en su cajita correspond­iente del carro de la planta tal. Trabajo minucioso para 700 u 800 pacientes que el equipo de Dolors Soy ejecuta con precisión en apenas metro y medio por cabeza. Movimiento­s medidos para no tropezarse con carros, cajitas ni compañeros.
XAVIER CERVERA Farmacia para 800. La farmacia del hospital está robotizada, como todas. Cada orden de medicación verificada y en su cajita correspond­iente del carro de la planta tal. Trabajo minucioso para 700 u 800 pacientes que el equipo de Dolors Soy ejecuta con precisión en apenas metro y medio por cabeza. Movimiento­s medidos para no tropezarse con carros, cajitas ni compañeros.
 ?? XAVIER CERVERA ?? Apaños duraderos. Al fondo, el edificio de urgencias vertical (no cabía de otra forma en el patio) de 1982. Como no se cabía, se añadió un prefabrica­do donde atender provisiona­lmente a los pacientes en observació­n. En esa caja añadida se atienden en la primera planta a 26 pacientes en 13 cubículos dobles y otros dos en individual­es. Un baño común. Lleva años así
XAVIER CERVERA Apaños duraderos. Al fondo, el edificio de urgencias vertical (no cabía de otra forma en el patio) de 1982. Como no se cabía, se añadió un prefabrica­do donde atender provisiona­lmente a los pacientes en observació­n. En esa caja añadida se atienden en la primera planta a 26 pacientes en 13 cubículos dobles y otros dos en individual­es. Un baño común. Lleva años así

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