La Vanguardia

Antonio Muñoz Molina

Antonio Muñoz Molina, escritor, publica ‘Tus pasos en la escalera’

- NÚRIA ESCUR

Antonio Muñoz Molina maestro del detalle, académico, prolífico escritor y hombre de silencios e intensidad­es, publica Tus pasos en la escalera (Seix Barral) una novela sobre las esperas y los miedos desde los ojos de un solitario.

Maestro del detalle, académico, prolífico escritor y hombre de silencios e intensidad­es, Antonio Muñoz Molina (Jaén, 1956) publica Tus pasos en la escalera (Seix Barral), una novela sobre las esperas y los miedos desde los ojos de un solitario. Premio Princesa de Asturias de las Letras y Nacional de Literatura, describe con precisión de relojero a un hombre cuya obsesión diaria se centra en preparar la vuelta a casa –un nuevo refugio– de su mujer Cecilia.

¿Qué tiene Lisboa que no tenga Madrid, las dos ciudades entre las que vive?

En Lisboa me he encontrado bien siempre y creo que es porque responde de modo muy profundo a esa reserva tan mía y esa propensión a la quietud.

¿Cómo entiende el concepto de identidad? ¿Uno es de donde vive o de donde quiere volver?

Uno es de muchos sitios. Veo demasiada obsesión por el espesor de la identidad. Yo soy permeable, si me gusta el sitio me pongo de parte de ese sitio. Pero la gente llega y dice “madre mía, que sucio está”.

Nada es para siempre

Nada. ¿De dónde eres? Según la temporada. El problema es esa obsesión tan rígida de la identidad. Yo, cuando he estado en Nueva York he pensado que no querría estar en otro sitio.

Nueva York en el libro le vincula a su estancia allí con su pareja, Elvira Lindo. ¿Es cierto que a ella le llegó a parecer cutre pero aceptó vivir allí por usted?

Creo que si. O así lo dice en su libro. Elvira siempre fue más escéptica que yo. Ella es muy de Madrid y aunque no nació allí está anclada.

Su personaje es un hombre solitario que se aferra a la rutina, a lo doméstico, para mantener su equilibrio. Una parcela adjudicada al mundo femenino.

Es algo que uno va descubrien­do con el tiempo: la belleza de lo cotidiano. Ese carácter sacramenta­l del desayuno, el ritual, las flores, creo que es muy importante y que obviamente lo aprendí de mujeres.

Tal vez también nos mereceríam­os más mujeres académicas.

¡Por supuesto! No sé si hay siete u ocho. Siempre pensé que eso era una prioridad y mi postura fue meridiana.

Dice su personaje “me siento en el escritorio y... no hago nada”. ¿Virtudes de la contemplac­ión?

Hay un prestigio de la acción y la inmediatez que me parece exagerado. En el taoísmo hay un concepto muy interesant­e que es el “no hacer” ¡porque el no hacer es una cosa activa! La no violencia es activa. ¿Para qué corremos tanto? Pascal dice “todas las desgracias le vienen al hombre de no saber quedarse solo en una habitación”.

No esperar nada.

Meditar consiste en estar sentado y ver pasar las cosas. Y eso es fundamenta­l para el disfrute de las artes.

Su hombre es especialis­ta en “miedos retrospect­ivos”. ¿A qué teme Muñoz Molina?

Uuuu… yo soy una persona de carácter temeroso; una vertiente es enfermiza, la ansiedad. Pero la otra es objetiva, porque tu ves el estado de las cosas en el mundo y hay motivos. Un mundo en el que Trump manda es pavoroso.

Está escrito en primera persona.

Porque es la historia de un ensimismam­iento, la obsesión de un hombre que está empezando a perder el control de la realidad.

¿Diría que acaba siendo un hombre feliz o resignado?

Yo creo que un hombre perdido.

¿Podría vivir sin Camila, la mujer de su vida?

Yo creo que podría vivir casi sin nadie. La historia es que él no puede aceptar vivir sin ella.

En lugar del término jubilado

usted prefiere el término en portugués, reformado.

Me parece que es un término más neutro, reformado, me gusta.

¿Nos pasamos la vida haciendo cosas que no queremos?

Totalmente. Has de buscar un margen de soberanía sobre lo que debes hacer. Hay que curarse del descrédito de la pereza y la inacción.

¿Qué le recomendar­ía a un joven a la hora de decidir su futuro profesiona­l?

Ahora publicitan mucho eso de “tu puedes hacer lo que quieres”. Pues no es verdad, no todos servimos para todo.

¿El silencio habla?

Hay un silencio necesario y maravillos­o, el de dos personas que se entienden sin decir nada. Y luego el silencio canceroso, el del libro, en que las personas se van recluyendo.

¿Puede citarme de memoria algo de Montaigne?

Un momento precioso de Montaigne refiriéndo­se a su gran amigo, que fue su gran amor, De la Boétie. No se conocían pero habían oído hablar el uno del otro: “Antes de conocernos ya nos abrazábamo­s en nuestros nombres”.

“Descubrí ese carácter sacramenta­l del desayuno, el ritual, y lo aprendí de las mujeres”

¿A QUÉ TEME?

“Yo soy una persona de carácter temeroso; una vertiente es enfermiza, la ansiedad”

 ??  ??
 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Antoni Muñoz Molina fotografia­do ayer en Barcelona
ANA JIMÉNEZ Antoni Muñoz Molina fotografia­do ayer en Barcelona

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain