Erdogan al ataque
El presidente turco utiliza el vídeo de la masacre de Christchurch y la batalla de Galípoli ante unas elecciones municipales reñidas
En plena campaña de las municipales, con Ankara en el aire y Estambul menos segura de lo que le gustaría, Recep Tayyip Erdogan ha entrado al trapo. El presidente turco, autoerigido en protector de los musulmanes –cual califa– allí donde estén, habría reaccionado de todos modos ante la cobarde matanza en dos mezquitas de Christchurch, perpetrada por Brenton Tarrant. Pero la obsesión antiturca del terrorista australiano le ha hecho media campaña.
Mientras las redes sociales intentan borrar el vídeo que el asesino difundió en directo en streaming, Erdogan lo recupera en pantalla gigante, como clímax de sus mítines. Ocurrió el pasado fin de semana en Esmirna y en la Turquía europea –Estambul y Tekirdag– que el pistolero neofascista llama a recuperar “para la Cristiandad”. Erdogan mostró las imágenes, con detonaciones incluidas, mientras no paraba de hablar. Un horror sin paliativos que el maestro de ceremonias contrapuso a continuación con imágenes del jefe de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu, llamando a los musulmanes “a hacer introspección por el terrorismo”.
El ministro de Exteriores neozelandés ha criticado este uso de las imágenes del atentado, que considera amenazante para la vida de sus conciudadanos en el extranjero. No en vano, ayer Turquía conmemoraba su victoria en la batalla de Galípoli y cada año, durante estas fechas, una multitud de australianos y neozelandeses visitan la península en la que casi diez mil de sus antepasados perecieron durante la Primera Guerra Mundial. Tarrant estuvo en Turquía en el 2016 exactamente en estas fechas, por lo que casi con toda seguridad visitó Galípoli, antes de volver medio año más tarde para más de un mes.
Nada de esto pasa desapercibido a Erdogan. “No ha sido un acto individual, sino organizado” –tronó ayer en Galípoli, antes de inaugurar una mezquita– “pero que intente convertir Estambul en Constantinopla. Lo estaremos esperando y lo devolveremos a casa en ataúd como a su abuelo”. Aun así, Erdogan se resiste a los que le piden que Santa Sofía vuelva a ser mezquita en lugar de museo. “Antes, llenad la Mezquita Azul”.
El populismo está bien repartido en Turquía y el líder opositor, Kiliçdaroglu, clamaba anteayer que “con el dinero turco para los refugiados sirios podríamos haber resuelto el desempleo, construir miles de fábricas y levantar presas”. El político nacionalista y sus aliados del Partido Bueno no dudan en explotar el sentimiento antiárabe de muchos turcos y hablan de”cambio demográfico”, un arma de doble filo en su feudo de Esmirna y en casi toda Anatolia.
El mandatario amenaza en Galípoli al terrorista australiano con devolverlo “a casa en ataúd como al abuelo”