Calidez envolvente
Ólafur Arnalds triunfó en el Festival Mil·lenni en la presentación de su álbum Re:member.
Pero la carrera del islandés también incluye bandas sonoras y colaboraciones con Nils Frahm o Alice Sara Ott, con la que grabó The Chopin project. Todo este bagaje se plasma en un directo acompañado por cuarteto de cuerda y esporádico batería y teclista. Él, además de piano de cola, incorpora dos pianos de pared que funcionan sin necesidad de pulsar sus teclas, gracias a un nuevo sistema musical cuyo software permite que cuando Arnalds toca una nota se generen dos diferentes, proporcionando delicadas armonías que ayudan a hacer aún más cálido y envolvente su sonido.
Tras una intro ambient, Arnalds mostró sus señas de identidad acariciando de manera minimal las teclas en un Árbakkinn
que aunó tristeza romántica con las formas descriptivas de la música para el cine. El siguiente tema, Brot, ya mostró cuerdas y teclados con el sonido manipulado electrónicamente y Re:member
fue la primera apoteosis, mezclando música de cámara y beats en un sonido plañidero y a la vez épico emparentado con el de sus paisanos Sigur Rós.
Tras una locuaz introducción demostró cómo funciona el aparato que dirige los pianos de pared, haciendo honor a un sonido electroacústico lleno de lirismo, buscando más el acento lacrimógeno y baladístico que el trance techno, aunque hubo momentos de catarsis aptos para la rave. En el tramo final, Ekki hugsa tuvo un exultante arreglo de cuerda a lo Penguin Cafe Orchestra y Nyepi, con su melancólica placidez, hizo justicia a la inspiración del tema en una fiesta balinesa que celebra el silencio. Para acabar escogió Lag fyrir ömmu, emotivo homenaje a su abuela, que lo introdujo en la clásica, sentado al piano de pared y con la sección de cuerda acompañándole desde la lejanía en un bonito efecto difuminado.