La Vanguardia

Sufrimient­o sobre el cemento

Nadal se ha retirado en cinco de los últimos ocho torneos disputados en esta superficie

- ORIOL DOTRAS

La historia del deporte está repleta de carreras truncadas por las lesiones. Deportista­s de élite retirados de manera prematura o proyectos de estrella que quedaron a mitad de camino. Por fortuna para el tenis, no es el caso de Rafa Nadal, un jugador de época, aunque no por ello exento de problemas físicos. Ha tenido que aprender a la fuerza a convivir con el dolor durante toda su carrera. Un rival latente, molesto, imposible de superar con una raqueta, y siempre con la mirada puesta en su punto débil: las rodillas. Sus molestias en el tendón rotuliano de la rodilla derecha privaron de volver a ver otro duelo con Roger Federer en las semifinale­s de Indian Wells. Tuvo que ser atendido en un par de ocasiones durante el partido anterior ante Karen Khachanov. Esperó hasta el sábado al mediodía para ver cómo se sentía antes de tomar una decisión consensuad­a con todo el equipo. También se perderá el Masters 1000 de Miami, pero espera estar recuperado al cien por cien para la gira sobre arcilla que arranca a mediados de abril en Montecarlo. Al fin y al cabo, ese es su hábitat natural. “Voy a marcharme a casa e intentar hacer una transición suave hacia la tierra batida. Es duro porque me sentía más o menos bien en el inicio de la temporada con la rodilla. Ahora comienza un proceso donde debo decidir qué dirección tomar para recuperarm­e bien y lo más pronto posible”, explicó el número 2 del mundo cuando anunció su retirada del torneo norteameri­cano.

Un nuevo abandono que en los últimos años tiene un denominado­r común: el cemento. Es en este tipo de superficie­s donde las articulaci­ones sufren más de la cuenta, sobre todo las de Nadal. De sus últimas ocho participac­iones en torneos de pista dura, en cinco terminó retirándos­e. Todo ello sin contar renuncias previas, como en Brisbane este mismo año a pocas horas de su debut ante Tsonga. Su maltrecha rodilla le dejó fuera de combate ante Del Potro en las semifinale­s del US Open 2018, el último torneo de la temporada que disputó. En el Open de Australia de ese año no pudo terminar el quinto set de cuartos frente a Cilic por una lesión en el psoas ilíaco. La temporada anterior jugó un único partido de la Copa de Maestros por culpa de la rodilla y no saltó a pista en los cuartos de París-Bercy por dolores abdominale­s.

La enfermedad crónica en su pie izquierdo que padece desde el 2004 es en parte el origen de sus males. A punto estuvo de costarle la carrera. Tuvo que llevar a cabo un programa físico para proteger las zonas de carga y empezar a utilizar plantillas en las zapatillas para variar sus apoyos y redirigir sus dolores. Todo ello tuvo un precio, pues un mayor peso del cuerpo del español recayó en sus tendones rotulianos. “He tenido este problema durante mucho tiempo. Siempre ha estado ahí. Me limita a la hora de entrenar como quiero y de jugar como deseo. A veces me siento triste porque siento que estoy en desventaja con mis rivales en términos de preparació­n, entrenamie­nto y, a veces, en competició­n”. Aun así, su capacidad de resilienci­a es la clave de su éxito: “Debo aceptar que hay cosas que no puedo controlar. Siempre debo ser agradecido con las cosas que el tenis y la vida me han dado”, señala.

Selectivo en el calendario, sabe que el grueso de su temporada pasa por prolongar su tiranía sobre el polvo de ladrillo. Será fundamenta­l una buena recuperaci­ón para que en esa superficie vuelva a ser el rival que batir.

PROBLEMAS EN SU RODILLA El balear será baja en Miami para preparar a conciencia la temporada sobre tierra batida

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MATTHEW STOCKMAN / AFP Nadal notó sus primeras molestias en cuartos de final ante Khachanov

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