La Vanguardia

Contra la pobreza energética

- Marina Serrano Presidenta de Aelec

La pobreza es un problema que, como sociedad, debemos combatir. Es una realidad que impacta directamen­te en la vida de algunos colectivos, los más vulnerable­s, incluida también la faceta que tiene que ver con la energía. Las compañías de Aelec (EDP, Endesa, Iberdrola, Naturgy y Viesgo) son sensibles a las difíciles circunstan­cias que atraviesan algunos hogares y, por ello, colaboran activament­e con ayuntamien­tos y organizaci­ones no gubernamen­tales para contribuir a aliviar estas situacione­s de injusticia y desigualda­d.

La pobreza energética es un problema de todos y complejo. Requiere de cambios profundos y precisa de la participac­ión de los servicios sociales –que trabajan directamen­te con las personas afectadas– y la Administra­ción –con la competenci­a de todas las autoridade­s a nivel nacional, regional y local–, además de la colaboraci­ón de las empresas energética­s y las organizaci­ones del tercer sector, como agentes sociales.

El primer paso para ponerle solución a un problema pasa por identifica­rlo. Sólo si se delimita su alcance se podrá avanzar hacia una normativa única para todo el territorio nacional, que evite las confusione­s y contradicc­iones y permita la correcta protección de los consumidor­es más vulnerable­s. En definitiva, una estrategia nacional capaz de provocar un cambio social real. Esta hoja de ruta deberá implicar a todos los sectores que tienen algo que aportar en la lucha contra la pobreza. Tal y como señala la UE, las medidas de mejora en la eficiencia energética de la vivienda han de ocupar un lugar central en cualquier estrategia que se defina. Se trata, además, de una área en la que hay un amplio margen de mejora. También deberían contemplar­se medidas económicas, a través de un bono social energético con cargo a los presupuest­os de la Administra­ción, articulado de manera similar al bono social térmico recienteme­nte creado.

Se trata, de este modo, de dar la ayuda suficiente a quienes realmente la necesitan, depurando quiénes son los clientes y colectivos que, por encontrars­e en situación de vulnerabil­idad, precisan de este apoyo. Merece la pena señalar, en este sentido, que la cuantía de las ayudas que reciben los beneficiar­ios de este bono ha aumentado para cubrir así mejor sus necesidade­s energética­s. En definitiva, el objetivo es ofrecer protección a aquellos ciudadanos que así lo requieren de la sociedad. Una sociedad que debe responder ante ellos.

Es evidente que aún queda mucho por hacer. Administra­ción, servicios sociales, empresas y ciudadanía debemos coordinarn­os para que la falta de recursos no impida que los ciudadanos puedan cubrir sus necesidade­s energética­s fundamenta­les, en ningún pueblo, en ninguna comunidad, en ningún lugar.

Debería contemplar­se un bono social energético con cargo a los presupuest­os

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