La Vanguardia

“Un mal día no quedarán librerías, y lo lamentarem­os”

- PERE DURAN / NORD MEDIA VÍCTOR-M. AMELA

Tengo 55 años. Nací y vivo en Girona. Soy librero. Estoy casado y tengo cuatro hijos, Mariona (21), Meritxell (12), Paula (10) y Pere (9). ¿Política? Soy catalanist­a y me siento un poco perdido. Soy católico no practicant­e. Todo libro tiene su lector. Ser librero nunca se aprende del todo

Desde cuándo es librero? Nací y me crié en esta librería... que hoy cumple 140 años: la librería Geli. ¡140 años! Dicen que es la librería más antigua de Catalunya. No me extraña. Y una de las cinco más antiguas de España. Pero eso me preocupa poco...

¿Y qué le preocupa?

Que seamos el primer país de Europa en títulos publicados –¡60.000 cada año!–, y el penúltimo en índice de lectura.

Le va el negocio en ello...

Y algo más: el futuro del país, porque sin gente leída y con criterio, ¿adónde iremos?

¿Adónde teme usted?

A dejarnos arrastrar por el primer espabilado desde las redes sociales: ¡qué desastre!

¿Y tan mal anda la cosa en las librerías?

¡Peor que nunca! Los libreros andamos seriamente angustiado­s.

¿Hubo acaso algún momento dulce?

Los años noventa. En esta librería entraban 170 personas al día... ¡y hoy entran 80!

¿A qué atribuye tamaño bajón?

A la inmediatez de comprar por Amazon...

Confieso que he pecado.

Lo noto desde hace dos años: un día lamentarem­os habernos cargado las librerías.

¿Es Amazon la única adversidad?

El actual alboroto político en Catalunya también nos perjudica: la gente roba tiempo a la lectura para dedicarlo a ver la tele y escuchar la radio, al activismo y manifestac­iones...

¿Y dejan de comprar libros?

Lo noté drásticame­nte durante el otoño del 2017: nadie entraba aquí.

¿Ni Puigdemont, ilustre vecino?

Uno de cada dos sábados entraba a comprar, con su esposa y sus hijas... Esta librería se vincula a otras celebridad­es locales.

¿Ah, sí? ¿A quiénes?

El cantante Gerard Quintana, primo carnal mío: vivía con sus padres en el cuarto piso, y yo vivía con los míos en el tercer piso, aquí.

¿Marcó eso la biografía de Gerard Quintana?

Sí: Gerard leía muchísimo y conversaba con mi padre, que le orientaba. Ahora publica una novela. A mi padre le atraía la historia, la filosofía y la novela: era un verdadero sabio.

¿Qué vida tuvo su padre?

Una vida envuelto en libros: entró a trabajar aquí en 1945, con 14 años... Limpió polvo de los libros, abrió cajas de novedades, colocó volúmenes en anaqueles, trepó con la escalera hasta arriba, vendió...

¿De quién era la librería Geli?

Del matrimonio Geli: recién casados, la fundaron el 19 de marzo de 1879, día de San José, hoy hace 140 años. Eran muy religiosos: vendían misales, devocionar­ios, estampas, rosarios, sagradas formas para la comunión...

¡Ay! Puedo imaginar qué pasó en 1936...

Unos revolucion­arios ateos atacaron la librería. Se rehicieron tras la guerra, ayudados por unos gerentes. La librería padecería luego sucesivas inundacion­es a causa del desbordado río Ter... Yo recuerdo una.

¿Sí?

A principios de los setenta: tengo el recuerdo de los libros flotando en el agua por aquí...

¿Misales?

No, los Geli habían apadrinado y formado a mi padre, y ya le confiaban la gestión, y él había ampliado ya tipos de libros y lecturas: novela, política... Venían aquí antifranqu­istas en busca de libros clandestin­os...

¿Su padre ya nunca se movió de esta librería?

Se casó con un chica que conoció en la librería, mi madre. Recuerdo que estaba en sus brazos mientras ordenaba libros en esa estantería. Mi padre recibió la librería en traspaso.

¿Y usted siempre quiso ser librero?

Piloto de aviación y librero, pero lo primero me lo quité de la cabeza.

¿Cuántos libros tiene aquí?

Unos 80.000 libros a la venta, y nuestro fondo histórico asciende a los 200.000 títulos. “Si no encuentras un libro en Can Geli, ¡no lo encontrará­s en ningún sitio!”, se decía.

¿Qué libro ha sido el top de ventas de la historia de esta librería?

El nombre de la rosa, de Eco, y Soldados de Salamina, de Cercas, que es buen amigo mío: jugábamos en el mismo equipo de balonmano. Y él era mejor jugador que yo.

¿Hay algún libro que prefiere no vender en su librería?

Aquí caben todas las ideas... pero no quiero tener aquí Mein Kampf, de Hitler.

¿Y si me entrase curiosidad por leerlo?

En tal caso, pídemelo... y yo te conseguiré un ejemplar. Ya lo decía mi padre, que falleció hace nueve años...

¿Qué decía?

“Todo libro tiene su lector”, repetía. Por eso las muchas ventas de un best seller me permiten sostener las pocas ventas de esa espléndida sección de poesía, de filosofía...

¿Cuál ha sido su libro favorito a lo largo de sus años como lector con librería?

Me impactó En la ardiente oscuridad, la obra de teatro de Antonio Buero Vallejo.

¿Qué enseñanza transmitir­ía usted a un librero joven?

Que esto de ser librero es un oficio que no se acaba de aprender nunca.

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