Enroque de Torra

EL enroque es un movimiento defensivo del ajedrez para proteger al rey que comporta un movimiento simultáneo de esta figura con una de sus torres. El ajedrez no lo consideró hasta finales de la edad media y sólo en Europa, pero lo cierto es que se desarrolló ampliamente dos siglos más tarde. El presidente de la Generalitat se enrocó ayer ante la Junta Electoral Central (JEC), intentando protegerse tras el Síndic de Greuges, para mantener lazos amarillos y banderas estelades en los edificios públicos. No ganó la partida –nunca se gana con un enroque–, pero obtuvo tiempo, sobre todo porque la JEC quiere armarse de razones y no precipitarse en sus decisiones. Sólo en la sede del Departament d’Empresa i Ocupació, en el paseo de Gràcia, se cumplió la instrucción.

Quim Torra abordó la cuestión de los lazos en la sesión matinal del Consell Executiu. El president hizo saber que había pedido un informe al Síndic, Rafael Ribó, que, en principio, tiene poco que decir en el asunto de marras. Y dio plena libertad a los miembros del Govern para que decidieran por su cuenta, como si el cumplimiento de la ley fuera un traje que cada uno pudiera hacerse a su medida. A las seis de la tarde se cumplió el ultimátum de veinticuatro horas que había dado la JEC para retirar símbolos y la Delegación del Gobierno dio cuenta de la desobediencia, lo que puede suponer responsabilidades penales. El Síndic desconocía a esa hora la intención de Torra de solicitar su colaboración: se encontraba de viaje en Estrasburgo.

No es el mejor de los ejemplos que puede dar un gobierno el incumplimiento de la ley, pues se envía el peor de los mensajes a los ciudadanos. La JEC no entra en el fondo de la cuestión y, concluida la campaña, pueden volverse a colgar lazos y estelades. Pero considera que son símbolos de parte y no pueden ser expuestos ahora en edificios públicos. La política catalana es tan agotadora como estéril.