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El rechazo del president Quim Torra a retirar los lazos amarillos de los edificios públicos tal como le ordena la Junta Electoral Central, y la reunión en la Casa Blanca de Donald Trump y Jair Bolsonaro.
JAIR Bolsonaro, el presidente brasileño de extrema derecha, se ha reunido con el presidente estadounidense, Donald Trump, en la Casa Blanca para sellar una alianza conservadora entre los dos grandes países de América, reforzar sus relaciones económicas y reafirmar la línea dura de ambos contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Ha sido este el primer viaje a un país extranjero de Bolsonaro, con excepción de su presencia en Davos, desde que en enero llegó al poder. La importancia que concede a esta visita se refleja también en que ha estado acompañado por seis de sus ministros. Con su política de acercamiento a Estados Unidos, Bolsonaro rompe la tradición de Brasil, mantenida hasta ahora por la izquierda, de conservar la equidistancia con las grandes potencias.
Bolsonaro, exmilitar y paracaidista, es uno de los más fervientes admiradores de Trump y comparte muchas cosas con él, aparte de la ideología. Entre otras destacan el gusto por la comunicación a través de Twitter, el lenguaje provocativo, el desprecio ala prensa, las crítica sal multilateral ismo, el rechazo a los inmigrantes–respalda la iniciativa de establecer un muro en la frontera estadounidense con México– y la negación del cambio climático. Por todo ello se le ha llegado a llamar el “Trump de los trópicos”.
Los dos presidentes también coinciden en ir en contra del socialismo en todas sus formas y, en este sentido, han acordado sumar mayores esfuerzos para combatir el régimen chavista de Venezuela y redoblar su apoyo a Juan Guaidó, a quien ambos reconocen como el único presidente legítimo del país. Trump ha reafirmado que todas las opciones siguen abiertas contra Maduro, aunque Bolsonaro no es partidario de enviar tropas brasileñas a Venezuela.
Para Trump la admiración que le profesa Bolsonaro y el americanismo sin complejos que expresa el presidente de la primera potencia de Latinoamérica suponen un espaldarazo diplomático que le llega tras su fracasada cumbre con el líder norcoreano. Reflejo de esta confianza mutua es la visita que Bolsonaro, durante su estancia en Estados Unidos, ha realizado a la sede de la CIA. En el mismo sentido es también simbólica la decisión de Brasil de autorizar a Estados Unidos el lanzamiento de satélites desde su centro espacial de Alcântara, en la provincia de Maranhão.
Con su apretón de manos, tras la rueda de prensa celebrada en la Casa Blanca, Trump y Bolsonaro han abierto una nueva era en la relación entre sus respectivos países y han sellado una alianza conservadora que se hará sentir en toda Latinoamérica. Como dijo Trump, nunca Brasil y Estados Unidos han estado tan cerca. Incluso le ha propuesto a Bolsonaro que su país entre en la OTAN.