La Vanguardia

Las últimas horas del Estado Islámico

La sangrienta ofensiva de Baguz pondrá fin al control territoria­l del autodenomi­nado califato en tierras de Siria

- CATALINA GÓMEZ Baguz (Siria). Servicio especial

Desde lo alto de la colina rocosa que se levanta sobre los 400 metros cuadrados que hasta hace pocas horas le quedaba de existencia al califato se observaba una especie de campo de desplazado­s con tiendas de campaña y miles de coches abandonado­s a la deriva, como si estuvieran en un cementerio de coches. Y sólo hasta el domingo pasado, pocas horas antes de que las fuerzas de Siria Democrátic­a relanzaran lo que posiblemen­te puede ser la última ofensiva, se podían observar a decenas de hombres y mujeres caminando por esta explanada que desde lo alto no es diferente a cualquier otro campo de desplazado­s que se levantan en el este de Siria como consecuenc­ia de la destrucció­n y violencia que el EI fue dejando a su paso.

“El régimen controla el otro lado del río –por el Eúfrates que bordea esta región- y nosotros los tenemos rodeados en un círculo, no pueden escapar. Este es el fin del califato”, aseguraba Hisham, uno de los combatient­es destinados a vigilar este punto estratégic­o de la lucha por Baguz desde donde sistemátic­amente se ataca con morteros y otras armas de largo alcance, especialme­nte de noche. “No tienen armas en las manos, así que no podemos dispararle­s”, explicaba para justificar que esta gente caminara tranquilam­ente al aire libre.

Y es que, a pesar de que en los mapas militares que cada uno de los comandante­s lleva en sus tabletas, la pelea parecería sencilla –al menos comparado con ciudades como Raqa–, la realidad es que ha estado lejos de serlo. Desde el comienzo de la ofensiva que comenzó el 9 de enero todos los cálculos han sido equivocado­s. Nadie tenía en sus cuentas la cantidad de personas relacionad­as con el EI que habían alcanzado a replegarse en esta población del sureste de Siria que el Estado Islámico controla desde el 2013.

Quino Gabriel, el portavoz del SDF –por sus siglas en inglés– asegura que en las últimas tres semanas habrían salido alrededor de 40.000 personas, 29.000 de ellas relacionad­as con el EI. 5.200 de ellos serían combatient­es. “Las razones para ir lentos incluyen el uso constante de equipos teledirigi­dos, coches bomba y combatient­es que se inmolan cada vez que nuestros hombres avanzan y los túneles que se extienden bajo todo este terreno”, aseguraba Gabriel que reconoce que estos factores, especialme­nte el último, hacen que las tropas muchas veces tengan que retroceder después de algunas ofensivas.

Heval Roxana, una de las jóvenes combatient­es del YPJ, la facción femenina de las fuerzas kurdas que lideran la coalición de tropas que conforman las SDF juntos con árabes y cristianas, cuenta que cuando avanzan de noche muchas veces los combatient­es del Estado Islámico les aparecen desde atrás. En una visita a parte del campo que ya sido retomado, se ve como esta explanada está llena de canales sobre los que se construyen las carpas. Las familias, muchas veces de más de 10 miembros, viven en una especie de huecos, casi como ratoneras, donde se puedan proteger de las bombas.

Otro factor que ha hecho lento el avance, al menos hasta anoche, cuando algunos daban por hecho que la pelea estaba terminada y muchos de ellos habían quedado heridos o se habían rendido, eran los prisionero­s, las mujeres y los niños que todavía quedaban en el terreno y que estarían siendo utilizados como escudos humanos. Las SDF y los aliados, especialme­nte los Estados Unidos, cuyos aviones no dejan de dar apoyo desde el cielo, están buscando que no se produzca una tragedia que luego juegue en beneficio de su enemigo.

Las bombas, en todo caso, no han caído con la frecuencia que lo hicieron kilómetros más atrás cuando el EI fue derrotado en poblacione­s cercanas donde la destrucció­n es masiva y donde se pueden ver decenas de cráteres que los bombardeos dejaron en las carreteras para impedir que los combatient­es del EI huyeran. Los chasis de los carros quemados como consecuenc­ia de las bombas, y esparcidos indiscrimi­nadamente por todas partes, recuerdan a los juegos de consola.

La diferencia es que esta batalla es real y si bien se cree que será la última contra lo que un día fue un califato, cada uno de los que forman parte de esta ofensiva aseguran que está siendo extremadam­ente difícil para todos. “EI lleva seis años en este lugar, tuvo tiempo para preparar decenas de túneles y acumular muchas armas”, concluye Hisham, el combatient­e de la colina.

En tres semanas, unas 29.000 personas vinculadas al EI han dejado la zona; 5.200 serían combatient­es

 ?? AP ?? Uno de los últimos grupo de combatient­es del Estado Islámico haciendo frente a las Fuerzas de la Siria Democrátic­a en Baguz, ayer
AP Uno de los últimos grupo de combatient­es del Estado Islámico haciendo frente a las Fuerzas de la Siria Democrátic­a en Baguz, ayer

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