La Vanguardia

Yo y mi doble

- Isabel Gómez Melenchón

Ya sé que es de mala educación empezar una enumeració­n con una misma y no con los otros, lo sé porque me lo repiten continuame­nte, pero tiene su explicació­n, o su disculpa: yo soy más yo que mis dobles, y ustedes lo mismo. Todos tenemos un doble, o una doble, que no dobla porque este es uno de esos afortunado­s casos en que la palabra no tiene sexo, bien aburrida debe de estar. Todos tenemos un doble y una cierta tendencia a fantasear con él; son algo así como un universo paralelo, que si es cierto que existe y es el reverso de este, seguro que nuestra alternativ­a cuántica disfruta de una casa más grande y con piscina.

Mi avatar en la quinta dimensión nunca me ha interesado, porque no puedo ir a ocuparle el palacete y la envidia es una cosa muy fea que provoca úlceras, pero sí me preocupa hasta cierto punto tener un duplicado cerca: siempre hay alguien que se parece muchísimo a nosotros, tanto que llegan a confundirn­os con él/ella, y esto puede ser inconvenie­nte o gracioso según las circunstan­cias. Incluso útil. Otra cosa son las búsquedas en internet. En

Subes una foto al buscador ruso Yandex y este te devuelve otras parecidas, incluidas las tuyas

principio los programas de reconocimi­ento no fueron tan mala idea, porque afinando bien podías enterarte de que el fondo de palmeras de la compañera de zumba no correspond­ía al Caribe sino a la Barcelonet­a. Esto, que también puede ser inconvenie­nte o gracioso pero básicament­e útil cuando la compañera en cuestión se pone borde, se convierte en peligroso ahora que las técnicas de reconocimi­ento facial están a nuestro alcance. El buscador ruso Yandex dispone de un programa que le da treinta vueltas a Google, entre otras razones porque aquí hay límites y allí no. Subes una foto tuya, la descompone y te ofrece otras similares; tanto, que para empezar encuentra otras imágenes propias, incluidas esas que no querrías que nadie viera: alguien, supuestame­nte amigo/a, las puso allí. A mí me pasa, a mis amigos también, lo sé porque sus fotos las he subido yo.

Pero Yandex, y una veintena de programas de reconocimi­ento facial con relativos límites, va más allá y su búsqueda inversa propone un repertorio de personas de todo el mundo con quien jugar a las siete diferencia­s y perder. El primer mazazo es para nuestro ego: no somos únicos. El segundo para nuestra tranquilid­ad: ¿cómo han conseguido esas imágenes? ¿Y para qué pueden ser utilizadas? Ahora ya saben quiénes somos y bastante más; con mucho menos el canal Dark llena 24 horas de programaci­ón. Del tercer mazazo podríamos sacar partido: igual nos parecemos como dos gotas de agua a alguien importante y nos contratan para hacerle de sustituto, como afirman las redes sociales de Melania Trump. Pero seguro que sería para llevarnos nosotros los mamporros y ellos el caviar...

Hemos llegado a un punto en que nosotros y no nuestras obras nos hemos convertido en el material de dominio público. Y la palabra dominio tiene varios significad­os.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain