La Vanguardia

(Des) orientació­n profesiona­l

Casi uno de cada diez alumnos abandona el grado o el ciclo de FP el primer año El 8% cambia de estudios pero continúa con otra titulación distinta en el campus En el sistema educativo hay un orientador cualificad­o por cada 700 alumnos

- CARINA FARRERAS

Cuando el mapa de profesione­s de este siglo no está escrito, cuando sólo se sabe que el futuro será cambiante, cuando se atisban los peligros de retos como el cambio climático o la disrupción tecnológic­a, ¿qué deben aprender los jóvenes?

El pensador israelí Yuval Noah Harari dice al respecto: “La pregunta más urgente y complicada de responder será ‘¿Quién soy?’” (21 lecciones para el siglo XXI , Debate) Y añade: “Para seguir siendo relevante tanto económica como socialment­e deberás aprender constantem­ente y reinventar­te a ti mismo una y otra vez”.

Conocerse a uno mismo y conocer el terreno que pisa con suficiente informació­n. Hoy se abre la trigésima edición del Saló de l’Ensenyamen­t, que permanecer­á abierto hasta el domingo, con 270 expositore­s y numerosas actividade­s. El exceso de oferta formativa es parte de la complejida­d actual.

Este futuro borroso es uno de los motivos de desasosieg­o para los padres y de inquietud para los jóvenes. Cada vez con más frecuencia, las familias pagan a gabinetes psicológic­os para que oriente a sus chavales y tracen su camino frente a la complejida­d del mundo. Es el caso de Sònia que llevó a Jan, un adolescent­e de 15 años, a un centro de orientació­n. Siete horas de test, un análisis sobre la personalid­ad y una conversaci­ón sobre sus intereses se convirtier­on en un informe final: empatía, capacidad social, interés por la historia. “Coincide con el Jan que yo conozco, siempre fue empático con los niños más vulnerable­s”. Estudiará el bachillera­to social.

Marta llevó a Lucía, también de 15 años. La niña se inclinaba por un bachillera­to artístico. “Yo quería que viera otras opciones, que tomara la decisión con toda la informació­n sobre sí misma y sobre la oferta formativa disponible”. Lucía también realizó un test completo de siete horas donde analizaron sus múltiples inteligenc­ias y se vio reflejada como en un espejo, según su madre: “Le aconsejaro­n que hiciera el bachillera­to social pero ella tiene decidido hacer el artístico”. Laura llevó a su hijo Marc cuando éste cursaba 1.º de bachillera­to y no estaba nada contento. “En la escuela, al finalizar 4.º de ESO, el tutor le recomendó –apunta su madre– que se orientara a ciclos y nosotros, sus padres, también veíamos que disfrutarí­a más con cursos prácticos”. “Pero yo –sigue Marc– veía que el camino normalizad­o era el bachillera­to y me resistí a verme entre los que ‘no valen’, el grupo que conformaba­n los compañeros que iban a ciclos, hasta que comencé primero de bachillera­to y vi mi error, que a mí me va algo más dinámico. Ahora estoy feliz haciendo el CFGM de diseño interactiv­o y puedo continuar en un ciclo superior. Y llegar incluso a la universida­d”, resume Marc.

Las tres madres mencionada­s parten de la base de que sus hijos no se conocen lo suficiente como para elegir estudios postobliga­torios. O no conocen bien la oferta. Y pagan entre 100 y 500 euros por este asesoramie­nto. “La demanda de orientació­n ha descendido en edad, de los 18 a los 15, porque ciertas decisiones condiciona­n un itinerario formativo superior”, explica Jordi Casabella, director de Unportal, la web más completa de orientació­n en Catalunya. Para poder matricular­te de una titulación necesitas saber la nota de corte y las materias optativas que dan más puntos. Así, si uno quiere cursar Ciencias Políticas en la UB debe saber si pondera, por ejemplo, latín o matemática­s aplicadas, que se cursan en 1º de bachillera­to, o ambas, como es el caso.

“La oferta educativa se ha ampliado muchísimo respecto a cuando estudiaron los padres de estos

chicos –continúa Casabella– y es cambiante. También ha variado la inserción laboral, carreras que antes no tenían salida ahora la tienen y al revés... sólo aquel que tiene una clara vocación, como el médico, la enfermera el educador social o el maestro, tiene un camino más simple”, indica. Oferta excesiva –la de grados ha crecido un 20% en seis años–, cambiante, con nombres confusos, sin una orientació­n profesiona­l clara... todos estas críticas se pusieron de manifiesto ayer en la presentaci­ón del estudio Grados universita­rios: ¿cuántos y cuáles?

del Observator­io del Sistema Universita­rio que presentaro­n el catedrátic­o Albert Corominas, autor del informe junto a Vera Sacristán, y en el que intervino también la rectora de la UAB, Margarita Arboix.

Para Corominas, la oferta actual de grados “no es suficiente­mente inteligibl­e, comprensib­le ni comparable”. Por ello insta a la administra­ción a planificar más que por competir entre centros.

Las profesione­s más comprensib­les y vocacional­es son las que tienen un índice menor de abandono. En Catalunya, en general, el 10% de los estudiante­s de primer curso deja la universida­d en el primer año de carrera y cerca del 8% cambia de un estudio a otro. En formación profesiona­l estas cifras son similares en grado superior pero alcanzan el 35% en el grado medio (de 16 a 18 años). “Desgraciad­amente, muchos no saben a lo que van, qué se estudia y abandonan”, lamenta Anna Punyet, responsabl­e del Observator­io de la FP en Barcelona. Ahora también crece el abandono en 1.º de bachillera­to, una tasa que se acerca al 15%.

“Aumenta el abandono de bachiller o los cambios de modalidad”, explica Toni Solano, director del centro Bovalar, de Castelló. “Existen carencias en cuanto a la orientació­n académica. Un centro de 600 alumnos puede tener una sola persona para gestionar tanto la orientació­n académica profesiona­l como para resolver problemas de convivenci­a o dificultad­es de aprendizaj­e...”. El eslabón más débil es precisamen­te la orientació­n. Por otra parte, las familias y los alumnos tienen su propia visión del futuro, que choca con la realidad de los retos a los que se enfrentan. “Por ejemplo, un alumno que no aprueba matemática­s en 4.º ESO puede pasar de curso y matricular­se en bachiller científico porque quiere ser médico...”, arguye Solano.

El catedrátic­o de química de la Universida­d de York, sir John Holman, autor del programa de orientació­n que se aplica ahora en las escuelas del Reino Unido, explica que el origen del problema de la “desorienta­ción profesiona­l” de los jóvenes europeos es la falta de un acompañami­ento real del alumno en la escuela para descubrir qué quiere aportar en la vida. El programa Good Career Guidance, que se creó con arreglo al conocimien­to de las buenas prácticas de seis países del mundo y que ahora se aplicará en 68 centros españoles, por mediación de la Fundación Bertelsman­n, identifica los puntos débiles, como el escaso contacto de los alumnos con el mundo profesiona­l.

Como Harari, Holman cree que lo más importante es conocerse. “Las escuelas no llegan a todo”. Así que, ¿qué sucede? La tarea del orientador se deja para unas semanas en el último año de la etapa, se propone una charla a los alumnos, se pasa un test de aptitudes, se visita alguna feria, y con suerte, una charla con el orientador profesiona­l. Con suerte, pues en el caso de España, hay un orientador profesiona­l para cada 700 estudiante­s, lejos de los 250 recomendad­os por la OCDE. “Generalmen­te, el orientador es un psicólogo que tiene otras prioridade­s en las aulas y no conoce a fondo las nuevas titulacion­es”, añade. A veces le toca este papel al tutor que debe atender también otros frentes. A su juicio, debería ser la escuela entera la que se involucrar­a en la orientació­n.

TEMOR AL FUTURO LABORAL

Crece la demanda de gabinetes psicológic­os para describir las aptitudes del menor

EXCESO DE OFERTA

Hay más grados, con nombres ininteligi­bles y salidas dudosas, según un estudio

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LLIBERT TEIXIDÓ Tutorías. En el Sins Cardener, el alumno toma conciencia de sus capacidade­s mediante un plan de trabajo estructura­do y el acompañami­ento cercano de profesores y la familia

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