La Vanguardia

Viaje al clima extremo

Mònica Usart, meteorólog­a de RAC1, analiza en su último libro los lugares del planeta donde la naturaleza ruge con más fuerza

- JOSEP FITA

Que los meteorólog­os están hechos de una pasta especial es algo sabido. No es fácil encontrar (aunque haberlos haylos) a muchos individuos que, como a ellos, se les dibuje una mueca en la cara ante la previsión de varios días soleados. Pero claro, semejante pronóstico es sinónimo de rutina para este colectivo. Quizás por ello tengan tendencia a desear todo lo contrario.

Mònica Usart (Molins de Rei, 1984) no es una excepción. “A mi me gusta salir a la calle y que pasen cosas”, asegura. Con estas credencial­es no es extraño que esta meteorólog­a de RAC1 se haya animado a publicar una guía de lugares con climas extremos. En El temps a la maleta (El tiempo en la maleta), de Editorial Bridge, Usart hace un recorrido virtual por, entre otros, los puntos del planeta donde la fuerza de la naturaleza ruge con más vigor. Y no sólo se limita a explicar qué fenómeno extremo acontece en cada uno de ellos, sino también el porqué.

La primera parada es Oimiakón, el pueblo más frío del mundo. Ubicado en la República de Sajá, al este de Siberia , este municipio, que no llega a los 500 habitantes, tiene el dudoso honor de haber registrado la temperatur­a más baja jamás alcanzada en un lugar habitado. Fue un 26 de enero de 1926, cuando el mercurio marcó -71,2ºC. “Se da la curiosidad de que los niños van al colegio a -50ºC, pero si el termómetro marca -52ºC se quedan en casa”, explica risueña Usart. Es uno de los lugares que más le han sorprendid­o: “Allí no tienen agua corriente porque las tuberías se congelan, y en su lugar cuentan con unos bloques de hielo que derriten para tener agua potable”.

Del pueblo más frío, al lugar donde se ha registrado la temperatur­a más alta del planeta: Death Valley . Este emplazamie­nto forma parte del desierto de Mojave, que abarca parte de California, Utah, Nevada y Arizona. “Es bajar del coche y sentir que no puedes respirar”, explica Usart, que visitó el lugar hace tres veranos. El 10 de julio de 1913 se registró allí una temperatur­a de 56,7ºC.

Y el viaje continúa: de Estados Unidos a la India para hacer parada en Mawsynram, el punto más lluvioso del planeta. “Caen una media de 11.800 l/m2 al año, cuando en una ciudad como Barcelona la cifra se sitúa en 600 l/m2”. Lejos de lo que se pueda pensar, a los oriundos del lugar no les disgusta la lluvia. “No hay sequía y además es una atracción turística”.

Tras Mawsynram viene Quillagua, en el desierto de Atacama (Chile), el lugar más seco del planeta. De ahí salta al corazón del Océano Pacífico, donde se ha registrado la presión atmosféric­a más baja, para, acto seguido, poner rumbo a Agata (Rusia), escenario del anticiclón más potente jamás registrado, y al Mount Washington, punto del planeta donde el viento ha soplado con más intensidad (372 km/h), dejando aparte tornados y ciclones.

Del viento extremo viaja a la tierra de los rayos, el lago venezolano de Maracaibo (donde caen de media al año 250 por km2) y a la granizada más virulenta jamás registrada, acaecida en Gopalganj (Bangladesh) un 14 de abril de 1986, que dejó piedras de más de un kilo de peso.

Tras recorrer medio mundo, Usart, una “apasionada” de los tornados, hace parada en Tornado Alley, una zona ubicada en el sudeste de Estados Unidos y que cuenta con el récord de tornados en 24 horas: se contabiliz­aron hasta 216 el 27 de abril del 2011. “Sacrificar­ía todas mis vacaciones para ver un solo tornado de los que se dan allí”. Reconoce que la película Twister le marcó.

Los países más afectados por ciclones tropicales, el lugar del mundo donde se acumula más nieve en un año, el punto del planeta donde la niebla es más persistent­e o una de las mejores zonas para ver auroras boreales son otros de los enclaves que recoge esta excitante guía.

El temps a la maleta es el segundo libro de Usart, autora además de tres cuentos relacionad­os con la meteorolog­ía. El primero, Mirando el cielo, lo publicó en el 2015, y desde entonces ha ido a libro/cuento por año. Si sigue esta proyección, toca nueva propuesta en el 2020. Habrá que estar atento.

Oimiakón, uno de los lugares que más le han sorprendid­o, registró una temperatur­a de -71,2ºC en 1926

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ANA JIMÉNEZ La meteorólog­a de RAC1, Mònica Usart

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