La Vanguardia

El monstruo regresa al juzgado

La Audiencia de Barcelona juzga de nuevo al violador reincident­e Tomás Pardo

- MAYKA NAVARRO

Durante varios días de diciembre del 2004, Tomás Pardo acudió a pie a la Audiencia de Barcelona. El hombre llegaba a cara descubiert­a, desafiante y agarrado fuertement­e a la mano de la que entonces era su mujer. Aquellos mismos días Lucía, a la que había secuestrad­o a punta de navaja, violado y tras apuñalarla dejó tirada creyendo que la había matado, aparecía en esa misma sala, tartamudea­ndo y temblando.

Quince años después, Tomás Pardo volverá hoy a la Audiencia de Barcelona. Esta vez no accederá por la escalinata principal del paseo de Pujades. Llegará esposado y en un furgón policial desde la prisión a la que regresó en noviembre del 2016 acusado, otra vez, de haber agredido sexualment­e y casi matar a puñaladas a otra mujer. Como entonces Lucía, la nueva víctima de este hombre despiadado llegará a la sala temblando y con miedo.

Por lo menos, esta vez la víctima no tendrá que soportar, como en su momento Lucía, que se cuestione su versión. El entonces magistrado Pedro Martín citó a la víctima en su despacho y le pidió “un poco de comprensió­n y empatía con el detenido”. El juez pretendía que la mujer entendiera que Tomás era joven, la había asaltado con la idea de robarle, pero ella era tan guapa que, casi no pudo evitarlo.

Algunas cosas han cambiado desde entonces. Otras no. Estos días que los medios de comunicaci­ón vuelven a citar a Tomás Pardo, Lucía ha dejado de dormir, y vuelve a temblar y a sufrir ataques de ansiedad. La semana pasada, su enlace en la oficina de víctimas de la Conselleri­a de Justícia la telefoneó para advertirle de que se iba a celebrar el juicio. Para que estuviera emocionalm­ente prevenida.

Lucía sabe que Tomás Pardo está en prisión. Que esta vez acudirá a la Audiencia de Barcelona esposado, custodiado por los Mossos d’Esquadra y que volverá diariament­e a su celda hasta que sea condenado. Pero ninguna de todas esas certezas frena el miedo. Como otras veces, estos días, la mujer volverá a silenciar la tele y la radio, para aislarse de todo lo que digan de ese hombre del que es incapaz de pronunciar hasta el nombre. Lucía piensa mucho en la nueva víctima, la mujer que hoy se sentará en el banquillo para relatar su infierno.

Ella ha solicitado a través de su abogado, Mariano Marín, que las cámaras que grabarán las sesiones no capten su rostro. Y que bajo ningún concepto se difundan sus datos personales en la sentencia. Exige mantener la intimidad, en su complejo camino de retorno a la calma.

Su calvario lo detalla con la dureza que exigen los hechos la fiscal en su escrito de calificaci­ón.

Una secuencia a la que dieron credibilid­ad los Mossos que detuvieron a Tomás Pardo, la fiscal, el juez y el propio acusado que no negó las acusacione­s.

Era el 29 de octubre del 2016 y faltaban quince minutos para las siete de la mañana. La mujer había quedado para hacer una excursión. Subió a su coche, en las cercanías de su casa en Igualada.

Pardo logró entrar, situarse en la parte trasera del vehículo y con una navaja acariciánd­ole el cuello le obligó a circular 53 kilómetros hasta Martorell. En el trayecto, el hombre le aseguró que no tenía que preocupars­e, que sólo necesitaba que llevara hasta un lugar en el que unos traficante­s habían secuestrad­o a su hija. Iba a salvarla.

Cerca de la urbanizaci­ón Can Santaeugin­i, en Castellbis­bal, le hizo adentrarse en una zona boscosa, salir del coche, y en un camino alejado le advirtió: “Te ha tocado”. La violó reiteradam­ente. Le pidió su tarjeta de crédito y el número secreto. Después la obligó a caminar hasta colocarse en el borde de un barranco. Y por la espalda, de manera cobarde y a traición, la apuñaló varias veces en el cuello. Cada vez que le clavaba la navaja, presionaba y giraba la hoja. Quería asegurarse de que esta vez sí, la estaba matando. Después la empujó al fondo del barranco, y arrojó tierra y ramas para ocultarla.

La mujer logró mandar su localizaci­ón con el móvil y fue rescatada con un hilo de vida. Tras cinco días en estado crítico, se salvó. Pardo fue detenido al día siguiente, escondido entre matorrales, tras horas consumiend­o cocaína y alcohol. Hasta su madre acabó admitiendo que había parido a un monstruo.

EL RELATO DEL FISCAL

El acusado secuestró a una mujer, la agredió sexualment­e y apuñaló creyendo que la mataba

LOS ANTECEDENT­ES

En el 2004, Pardo ya fue juzgado por una agresión idéntica a otra mujer

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ARCHIVO / KIM MANRESA Tomás Pardo llegando a la Audiencia de Barcelona, en su primer juicio de diciembre del 2004

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