La Vanguardia

Tasa a los contaminan­tes

- Xavier Vives X. VIVES,

Xavier Vives se muestra partidario de la creación de un impuesto progresivo al carbono para luchar contra el cambio climático, una medida que pretende revertir la excesiva dependenci­a del consumo de combustibl­es fósiles: “La producción de petróleo y gas debe bajar un 20% en el 2030 y un 55% en el 2050 para alcanzar el objetivo de contención de temperatur­a”.

Alexandria Ocasio-Cortez, la estrella ascendente de la izquierda del Partido Demócrata de Estados Unidos, propone un green new deal para combatir al mismo tiempo el cambio climático y la desigualda­d. Franklin Delano Roosevelt propuso su new deal para salir de la Gran Depresión, consolidar la democracia liberal y limitar los excesos del capitalism­o desregulad­o. El paralelism­o es indudable. El objetivo es conseguir un 100% de energía limpia pronto y avanzar hacia emisiones netas nulas para el 2050. Para conseguirl­o se necesitan grandes inversione­s en infraestru­cturas energética­s y de transporte, y se plantean subsidios masivos para las industrias verdes, así como para la reconversi­ón y formación de trabajador­es. Se ha llegado a plantear incluso una garantía federal de empleo. Como suele ser usual en estos grandes proyectos, de momento los costes no están explicitad­os y no está claro cómo se va a pagar este programa, aparte de la afirmación de que lo van a pagar las rentas elevadas con fuertes subidas de impuestos.

¿Cómo sugiere el análisis económico que se debe abordar el cambio climático? Empecemos tomando como dados los objetivos de contener la temperatur­a en un aumento de 1,5ºC en relación con el nivel preindustr­ial. Se plantean dos cuestiones: si el objetivo de suprimir las emisiones de CO2 en el 2050 es factible, y el coste de la transición a este escenario. Estas cuestiones se debatieron recienteme­nte en una jornada organizada por la Fundación Naturgy y el Iese. Según el panel sobre el cambio climático (IPCC), la producción de petróleo y gas debe bajar un 20% en el 2030 y un 55% en el 2050 para alcanzar el objetivo de contención de temperatur­a. Sin embargo, nos apoyamos todavía en un 85% en el consumo de combustibl­es fósiles y las majors petroleras predicen una expansión de demanda y producción de petróleo y gas de más del 10% para el 2030. Si a ello le añadimos la incertidum­bre sobre la eficacia de las tecnología­s para controlar emisiones (como las basadas en el hidrógeno y la captura del carbono), así como la reacción social a la subida de precios de la energía (como hemos visto de forma virulenta en el caso de los gillets jaunes en Francia), el panorama es complejo. Además, no hay consenso en cómo se debe diseñar el mercado eléctrico al encaminarn­os a una situación de coste marginal de generación nulo pero que necesita inversione­s en capacidad de producción. En efecto, las nuevas generacion­es de tecnología renovable, como la eólica on shore y la fotovoltai­ca, están produciend­o a costes cada vez más bajos, pero al mismo tiempo necesitan de tecnología­s de generación convencion­al (como los ciclos combinados) para proporcion­ar la necesaria continuida­d y flexibilid­ad a la oferta de electricid­ad.

En enero de este año un conjunto de eminentes economista­s de Estados Unidos, que incluía, entre otros, a 27 premios Nobel y los cuatro últimos presidente­s de la Reserva Federal, tanto demócratas como republican­os, ha hecho una propuesta en The Wall Street Journal para combatir el cambio climático. Proponen un impuesto al carbono para que su coste social (la externalid­ad en el clima) se tome en cuenta en las decisiones de los actores económicos. Este impuesto debe ser creciente en el tiempo para fomentar la innovación tecnológic­a y la inversión al dar certidumbr­e a las empresas y reemplazar regulacion­es menos eficientes y distorsion­adoras. Abordan también el problema de la fuga del carbono (carbon leakage) con un impuesto de ajuste en la frontera para evitar el dumping de países que no son respetuoso­s con el medio ambiente. Finalmente, sugieren que el impuesto sea neutral en términos de ingresos para el Estado y que sea devuelto como un dividendo universal a los ciudadanos que compense la subida de los precios de la energía.

Esta propuesta está sólidament­e basada en el análisis económico y tiene en cuenta la necesidad de construir una coalición ciudadana a favor de la actuación sobre el cambio climático. Las fuerzas políticas en Estados Unidos, y en el resto del mundo, harían bien en considerar­la. En España y Alemania se ha malgastado dinero público para fomentar tecnología­s que han resultado obsoletas rápidament­e y que han beneficiad­o la curva de aprendizaj­e tecnológic­a de países como China en fotovoltai­ca, por ejemplo.

A la complejida­d del sector energético se añaden sus implicacio­nes geopolític­as. China y Estados Unidos se disputan el liderazgo mundial también en el campo de la energía. China está tomando el liderazgo en tecnología­s de baja intensidad de carbono, incluyendo las nuevas generacion­es de tecnología nuclear. La gran pregunta es cuál será el papel de la debilitada Europa, muy ambiciosa en objetivos proclamado­s pero poco unida en políticas efectivas. Para empezar, su dependenci­a del gas ruso no parece que vaya a disminuir y la Unión Europea no habla con una sola voz con la Rusia de Putin. Además, necesita una estrategia de descarboni­zación que la haga más competitiv­a internacio­nalmente y para ello se necesita avanzar en la integració­n de su mercado energético con un regulador único, las interconex­iones necesarias y, sobre todo, una política a escala europea que evite su irrelevanc­ia en el contexto global.

Las fuerzas políticas en Estados Unidos, y en el resto del mundo, harían bien en considerar un impuesto al carbono

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain