La Vanguardia

Macron desplegará el ejército ante las marchas de los ‘chalecos amarillos’

A la prohibició­n de manifestar­se en zonas de París o Burdeos, se añade Niza

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

El Gobierno francés está decidido a evitar a toda costa que el próximo sábado vuelvan a producirse disturbios y se dé una imagen de descontrol. Junto a la prohibició­n, de facto, de manifestac­iones en lugares emblemátic­os de París, Burdeos y Toulouse, ayer se añadió a la lista Niza, después de que circularan informacio­nes en las redes sociales de que los chalecos amarillos invitaban a acudir a la ciudad de la Costa Azul. El Ejecutivo decidió también tomar la medida sin precedente­s de utilizar al ejército –ya implicado en el despliegue antiterror­ista– como factor disuasorio ante las protestas en la calle.

Aunque en Niza las marchas de los chalecos amarillos siempre han sido pacíficas hasta ahora, el alcalde, Christian Estrosi, de Los Republican­os (LR, derecha), no quiso correr ningún riesgo después la devastació­n sufrida el sábado pasado en los Campos Elíseos de París. Niza vive del turismo. El atentado terrorista del 14 de julio del 2016 hizo mucho daño. Se prefiere ahora pecar por precaución y no arriesgars­e a violencias. El perímetro de la zona de prohibició­n de manifestac­iones será decidido por la prefectura del departamen­to de los Alpes Marítimos.

Quizás aún más significat­iva y novedosa que la medida en Niza es el anuncio de que los militares de la operación antiterror­ista Sentinelle (10.000 efectivos) serán reforzados para su despliegue ya este sábado en misiones de protección de edificios públicos y privados. De este modo se quiere liberar a la policía para que se centre en el mantenimie­nto del orden

El portavoz del Gobierno confirma que la policía usará medios químicos para “marcar” a los violentos

público. Los militares están desplegado­s desde que comenzó la ola de atentados yihadistas, en enero del 2015. Su presencia tiene una misión disuasoria. Están en lugares turísticos, estaciones, aeropuerto­s, iglesias, mezquitas, sinagogas y otros emplazamie­ntos expuestos a un ataque. Nunca desde la guerra de Argelia había habido una movilizaci­ón militar de tal envergadur­a en territorio nacional.

El 9 de febrero pasado, un vehículo de la operación Sentinelle fue incendiado por manifestan­tes cerca de la torre Eiffel, un hecho que fue considerad­o especialme­nte grave. Algunos líderes políticos expresaron ayer su preocupaci­ón por exponer a los militares a potenciale­s situacione­s de disturbios, para las que no han sido adiestrado­s.

El portavoz del Gobierno, Benjamin Griveaux, justificó la firmeza del Gobierno. “No podemos permitir que una ínfima minoría violenta dañe nuestro país y deteriore la imagen de Francia en el extranjero –dijo–. Los próximos días serán decisivos”. Griveaux confirmó que se usaran drones y productos químicos especiales para “marcar”, de manera indeleble y duradera, a los manifestan­tes violentos y facilitar luego su localizaci­ón y detención.

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CHARLES PLATIAU / REUTERS Un niño colocaba ayer una flor en el lugar de la placa dedicada a un policía asesinado en el 2017 en los Campos Elíseos que fue destrozada el sábado

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