La Vanguardia

Trump recrudece la guerra contra el marido de su fiel asesora y McCain

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York.Correspons­al

Si todos los que rodean al presidente Donald Trump fueran como el Trump de los Trópicos, el brasileño Jair Bolsonaro, la Casa Blanca sería una balsa de aceite y Kellyanne Conway, una de las pocas asesoras de primera hora, no tendría un dilema mucho mayor que el de Hamlet.

Ser o no ser. Entre el presidente de Estados Unidos y su marido, George Conway, Kellyanne salió ayer a hacer una rotunda declaració­n a favor de Trump.

“Él (Trump) responde a los golpes y es libre de replicar a quién describe como enfermo mental. ¿Crees que no iba a responder a alguien que le acusa de desórdenes mentales sin criterios médicos”?, aseguró a Político.

El que ha dicho que Trump padece un desorden de personalid­ad narcisista y una personalid­ad antisocial es precisamen­te George Conway, abogado conservado­r. Según su esposa, su marido iba con la gorra de MAGA (el Make America Great Again) hasta que se la quitó y pasó al otro lado. Y Trump no perdona. Una de sus tácticas consistió en rebajar la masculinid­ad del rival.

De buena mañana le dedicó un tuit: “George Conway, llamado señor Kellyanne Conway por los conocidos, está celoso y enfadado por el éxito de su esposa y porque yo, con la ayuda de ella, no le di el trabajo que tanto quería. Escasament­e le conozco, pero sólo hay que mirarlo, es un rematado perdedor y un marido infernal”.

Por alusiones, y sin intimidars­e, George contestó con un simple “tarado” y declaró a los medios que era todo un honor para él ser la diana de la ira. Según su versión, todo este arrebato confirma su dictamen sobre Trump: “Su salud mental va a peor”.

Como el presidente siempre ha de decir la última, prosiguió en su guerra. Antes de emprender viaje promociona­l a Ohio, Trump se autoensalz­ó de nuevo por la victoria electoral, insistió en que no hay confabulac­ión con los rusos –pidió que se haga público el informe del fiscal especial Robert Mueller– y sacó un mapa para demostrar que, desde que ocupa el cargo, el Estado Islámico está casi desapareci­do, por lo que va a declarar su victoria. También reiteró que es el mejor de la historia, sin olvidarse de George Conway. “Hace un servicio pésimo a su esposa y a su familia”, remarcó.

No es el único conflicto que tiene abierto con los suyos. Aunque despreció las preguntas respecto a sus últimos ataques al héroe de guerra y senador John McCain, al que insulta a los siete meses de su muerte, luego le pasó factura. En Ohio, entre militares, reiteró que “no soy un fan de McCain y nadie me dio las gracias por su funeral”. La familia del difunto echa humo, pero también algunos congresist­as republican­os.

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