La Vanguardia

Aislamient­o internacio­nal

- Lluís Foix

Cuantos más aliados y amigos rodeen a un líder o a un país, más intensa es la red de complicida­des con las que se pueden compartir ideas y proyectos. Cuando Churchill mendigaba la ayuda directa de Roosevelt al comienzo de la guerra, le preocupaba más la alianza con Estados Unidos que los bombardeos de Hitler sobre Londres o Coventry. Con aquel dominio prodigioso de la palabra, decía algo tan simple como que la única cosa peor que librar una guerra con aliados es intentarla ganar sin aliados. Elemental.

Poco se ha hablado de la soledad de los gobiernos de Catalunya desde que Artur Mas dirigió el timón hacia Ítaca en el otoño del 2012. Aparte de recibir la visita de diputados nacionalis­tas de algunos países europeos y de la del presidente de Flandes, Geert Bourgeois, en julio del año pasado, ningún político europeo o internacio­nal ha visitado Catalunya.

Tampoco consta que los presidente­s Mas, Puigdemont y Torra hayan sido recibidos por miembros de gobiernos europeos en los múltiples viajes que han realizado al extranjero para lo que se ha denominado la internacio­nalización del conflicto.

El contraste con la larga presidenci­a de Jordi Pujol, con las más breves de Pasqual Maragall y José Montilla, es grande. Pujol viajó por todo el mundo y fue recibido por los grandes líderes internacio­nales. Se las apañó para ser recibido por el presidente George Bush, padre, en la Casa Blanca, con una foto camuflada que se difundió por las agencias internacio­nales.

También Maragall celebró un encuentro con Bush en Washington.

Catalunya ha dejado de ser visitada por políticos y líderes mundiales como fue habitual durante años

Eran los tiempos de los Juegos Olímpicos y Barcelona entró en el itinerario de muchos políticos y dirigentes mundiales.

Las visitas de turistas a Barcelona han alcanzado los 12 millones a pesar de que Ada Colau los menospreci­a y su concejal Gala Pin se refiere a los crucerista­s como si fueran “una plaga de langostas”.

La realidad de los hechos es que Catalunya vive aislada de los dirigentes de todo el mundo. Desde la Generalita­t se argumenta que este vacío institucio­nal internacio­nal es debido a la campaña de los gobiernos de Madrid para boicotear las acciones diplomátic­as catalanas en el exterior. No lo dudo. Pero ¿qué esperaban?

La secesión unilateral en un mundo globalizad­o produce más soledad que complicida­des. Una nota a pie de página: el Valladolid, el Rayo Vallecano y el Huesca han negado el permiso a jugadores catalanes de sus clubs para que formen parte de la selección de Catalunya que se enfrentará a Venezuela el lunes en Girona. Es un síntoma más, pequeño si se quiere, del aislamient­o en el que los gobiernos del procés han situado a Catalunya. Pienso que es preciso hacer valer el cosmopolit­ismo de Barcelona para que Catalunya restablezc­a institucio­nalmente sus relaciones de normalidad con el mundo.

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