El ‘violador de Martorell’ asume todas las acusaciones de su última víctima
Tomás Pardo dice en el juicio que acatará la pena de 70 años que pide el fiscal
Durante los últimos 17 años, Montse ha estado pendiente de los movimientos de Tomás Pardo. Ella era una jovencísima estudiante cuando el conocido como violador de Martorell se abalanzó sobre ella. Sus gritos alertaron a un vecino que disuadió al delincuente de sus intenciones. Lucía no tuvo tanta suerte y, días después, estuvo a punto de morir, tras ser violada, a manos del mismo agresor. La primera de las víctimas lideró ayer a las puertas de la Audiencia de Barcelona una protesta contra la decisión que en su día tomo la sección 21 de ese mismo tribunal, que en contra del criterio de la juez de vigilancia penitenciaria, autorizó un permiso de tres días a Tomás Pardo, cuando ni siquiera había cumplido las tres cuartas partes de su condena. Una salida que aprovechó para reincidir. La mujer, como en su día Lucía, demostró una fortaleza casi sobrenatural y también sobrevivió al ataque.
Pardo regresó ayer a la Audiencia, donde declaró la última de sus víctimas, que tenía 52 años cuando fue salvajemente agredida sexualmente. Después la acuchilló en el cuello y la abandonó, convencido de que esta vez su víctima estaba muerta. El juicio se celebró a puerta cerrada, por petición de la mujer, que acreditó ante el tribunal unas secuelas físicas, psicológicas y psiquiátricas que, con el tiempo, se han acrecentado.
Tomás Pardo tomó la palabra para reconocer y asumir, palabra por palabra, todo el relato de hechos que en su día, cuando pudo hablar tras cinco días críticos en la UCI, realizó la víctima. No restó ni un verbo, ni una palabra al dolor y el miedo que sintió aquella mujer a la que abordó sin conocerla, y reconoque ció además las consecuencias que sus actos le han comportado, y le acompañarán de por vida.
En el juicio, el acusado se negó a beneficiarse de atenuantes en su inminente condena por haber reconocido los hechos. La fiscal le pide 70 años de cárcel. A pesar de la confesión, el abogado de la víctima, Mariano Marín Vidal, quiso que la mujer relatara en sala lo que sufrió aquella jornada y lo que le hizo aquel hombre con el que ayer evitó cruzar la mirada. Ella estuvo protegida por un biombo.
También declararon los testigos, los policías que la rescataron y los detuvieron al agresor, así como la abogada de Tomás Pardo, que se adherió a la acusación y reconoció la responsabilidad civil que reclama la víctima por las secuelas. Una cantidad que ellos cifran en más de un millón de euros, y para la que ahora emprenden un nuevo camino judicial en el contencioso administrativo para reclamar esa indemnización.
Mientras eso ocurría en el interior, en las escalinatas exteriores de la Audiencia, Montse y varias decenas de personas lanzaban consignas de apoyo a la víctima. Y recordaban que ese último ataque sexual y tentativa de asesinato se podía haber evitado si la Audiencia no hubiera contradecido el criterio de la jueza de vigilancia penitenciaria que en 13 ocasiones denegó los permisos que solicitaba.
En su momento, y nuevamente ahora, desde que fue detenido tras esta última violación, Pardo tuvo y tiene un comportamiento más que
La primera mujer agredida organizó una protesta a las puertas de la Audiencia de Barcelona
ejemplar en prisión. Los informes del equipo de seguimiento de Brian 2 fueron impecables. El preso mantenía una actitud de arrepentimiento y participaba en todas las actividades que le proponían, y había dejado de consumir drogas y alcohol. Además, había superado el programa de rehabilitación de agresores sexuales, y estaba llamado a pasar como un ejemplo del éxito de los programas de rehabilitación del sistema penitenciario catalán, que por cierto, goza de un alto porcentaje de no reincidencia en todas las modalidades delictivas.
Pardo empezó a tener pequeños permisos acompañado y otros para ir a trabajar fuera del centro. Y siempre mantuvo la misma actitud de conciencia de los hechos y arrepentimiento. El día de la última agresión que ayer se juzgó, tras la negativa de la madre de su hija de que viera a la pequeña, se desencadenó una violencia brutal contra la primera mujer que se cruzó en su camino. Las tres víctimas, que le han mirado a los ojos, advierten de que Pardo es un monstruo y siempre volverá a hacerlo.